Luis García Gil y Joan Manuel Serrat

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PUNTO DE PARTIDA

«Me sigue pareciendo su obra maestra desconocida, eclipsada injustamente por sus antecesores»

 

Especialista en canción de autor, el escritor, poeta y colaborador de Efe Eme, Luis García Gil, no se aleja en absoluto de las tierras que domina a la hora de elegir el disco que le cambió la vida. Recientemente publicaba su nuevo libro, Conversaciones con Javier Ruibal y, tras su firma, se esconden numerosos poemarios y tomos entre los que, editados por esta casa, encontramos: Ana Belén y Víctor Manuel, los latidos de un país; Mediterráneo, Serrat en la encrucijada; y Serrat y los poetas. Precisamente estos dos últimos nos dan una pista sobre lo que hoy viene a contarnos.

 

Joan Manuel Serrat
Per al meu amic
EDIGSA, 1973

 

Texto: LUIS GARCÍA GIL / EFE EME.

 

«Siempre me atrajo la obra de Serrat porque siempre le vi como un cantautor nada convencional, que bebía de muchas fuentes. Pero lo que más me fascinaba era su obra en catalán, ya que posibilitó mi acercamiento a una lengua que desconocía. Serrat me llevó a otras figuras de la cançó como Lluís Llach, Raimon, Maria del Mar Bonet o Guillermina Motta». El escritor y poeta Luis García Gil lo tiene claro cuando le abordamos para que nos hable del disco que le cambió la vida. Él, como experto en canción de autor, domina todos los parajes que envuelven el latido protesta y la mirada crítica, con acento en la música poética, del género; pero Serrat…, Serrat y este disco son especiales para él. «Entre los álbumes de Serrat en catalán, Per al meu amic fue un descubrimiento. Me sigue pareciendo su obra maestra desconocida, eclipsada injustamente por sus antecesores: el disco blanco (Mi niñez), Serrat/4, Mediterráneo o Miguel Hernández», confiesa.

Todavía recuerda cómo consiguió hacerse con este elepé, el décimo en la carrera del cantautor: «Estos son los discos que se toman prestados de tu hermano mayor y haces tuyos. Así fue cómo pasó. El formato era vinilo y, el momento, un verano de finales de los años ochenta, seguramente. Fue una época febril para mí, de escuchar cantautores como alternativa a la música que sonaba en aquel momento en la radio. A partir de descubrir a Serrat en vinilo, empecé a comprar discos cuando salió el formato cedé. Muy poco a poco, y con algunos ahorros, fui creándome mi discoteca en la que tampoco faltaban cintas de casete».

Enseguida le asaltan las ideas a García Gil cuando llega el momento de describir Per al meu amic. Lleva años poniéndole palabras a la obra de Serrat y para él es tarea fácil y casi congénita hacerlo una vez más: «Me parece un disco atemporal, melancólico en el buen sentido, arriesgado en la manera de concebir textos y músicas. Desde un punto de vista sonoro, es un Serrat distinto. A ello contribuyen los arreglos de Antoni Ros Marbá. Tiene canciones magistrales como “Helena”, “Menuda”, “La primera” o “Pare”. Un repertorio entre lo descriptivo y lo confesional, entre lo intimista y un sentido dramático y expresivo muy Brel».

Y cuando llega el momento de reivindicar su lugar, entre la magnánima y prolífica discografía del compositor catalán, García Gil se muestra firme y contundente: «Lo reivindico porque no suele citarse entre sus grandes discos y porque la obra en catalán sigue siendo muy desconocida». Y añade: «A Serrat siempre se vuelve y a Per al meu amic también».

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