Los Planetas: Modestia aparte

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«Nos sentimos cómodos recuperando canciones muy antiguas y trabajándolas según nuestra forma de ver, con nuestro sonido. El resultado final siempre es curioso y sorprendente. Estamos ahí: Tocando temas antiguos por un lado y componiendo por el otro»

Tras el revolucionario «La leyenda del espacio», los granadinos perseveran en la simbiosis entre rock espacial y flamenco con «Una ópera egipcia», su nueva entrega discográfica. De ella nos habla Florent, guitarrista de Los Planetas.


Texto: EDUARDO GUILLOT.


Pese a quien pese, Los Planetas lo han vuelto a hacer. Si existe la posibilidad de un rock autóctono que destile con personalidad propia la tradición anglosajona y le aporte suficiente singularidad como para desvincularlo de los modelos obvios, no pasa por imitar a Bob Dylan o hablar de polvorientos moteles de carretera, sino por la creación de un discurso sonoro original e identificable. «La leyenda del espacio» no fue un hito aislado. El excepcional «Omega» ya había llamado la atención sobre las posibilidades de meter en la misma olla flamenco de vanguardia y rock contemporáneo, un paso más allá del rock flamenco de los setenta, donde probablemente hay que buscar los cimientos iniciales de la idea. El valor de «Una ópera egipcia», el nuevo disco de los granadinos es, precisamente, que mantiene el pulso. Que no convierte su anterior entrega en una rareza, sino en el primer paso hacia un futuro que, seguro, estará lleno de excitantes sorpresas. Florent, guitarrista de la banda, habla sobre el nuevo álbum.

Dice Guillermo Z. del Águila en la hoja promocional que “una ópera egipcia” era como llamaban los gitanos a las obras maestras que agotan los superlativos. ¿No es un poco presuntuoso ponerle ese título a un disco?
Eric ya dijo una vez que no tenemos abuela (risas). Y si no te lo dices tú mismo… Pero el título tiene también mucho sentido del humor, y le quita un poco de hierro al asunto, porque se puede interpretar con doble sentido.

También dice, y lo suscribo, que es “un digno sucesor” de «La leyenda del espacio». ¿Cómo lo veis vosotros? ¿Aceptáis que no podía ser una obra tan rompedora como aquella?

Es un disco continuista con «La leyenda del espacio». Es indudable que no tiene el mismo efecto sorpresa, porque el anterior es el que pone el flamenco sobre el tapete, algo que no había ocurrido antes con Los Planetas. Por el contrario, este disco desprende mucha más seguridad. El otro allanó el terreno y en este hemos desarrollado la idea, lo cual nos ha permitido trabajar con más confianza y disfrutar mucho más del proceso. Las canciones suenan más rotundas y psicodélicas, los desarrollos de guitarras son mucho más importantes. «La leyenda del espacio» puso el listón muy alto, tanto en lo que respecta a la crítica como al público, y superar eso es difícil, pero creo que lo hemos conseguido.

¿Es cierto que se quedaron temas fuera de «La Leyenda del espacio» y se han recuperado ahora? ¿Cuáles son?
No, fueron los que salieron en el EP «Cuatro palos», entre ellos ‘Romance de Juan de Osuna’, que también está en «Una ópera egipcia». Cuando terminamos «La leyenda del espacio» seguimos componiendo, no paramos de hacer canciones, y como disponemos de estudio de grabación propio, eso nos permite continuar trabajando y desarrollando todas las ideas que se nos ocurren. Habíamos acabado el disco y teníamos aún material, por eso editamos el EP.

¿Tenéis la sensación de, por fin, haber encontrado el camino?
Llevamos mucho tiempo haciendo música, y abrir una ventana al flamenco, que tiene un cancionero inagotable, como suele decir J, nos ofreció la posibilidad de trabajar con él. Ahora nos sentimos cómodos recuperando canciones muy antiguas y trabajándolas según nuestra forma de ver, con nuestro sonido. El resultado final siempre es curioso y sorprendente. Estamos ahí: Tocando temas antiguos por un lado y componiendo por el otro. Está claro que prevalece el hecho de adaptar más que el de componer. Pero el trabajo que hacemos en ese sentido requiere un esfuerzo más arduo, porque al componer disfrutas de una canción tuya, pero en el otro caso hay que dar mil vueltas a los temas.

Enrique Morente y Antonio Arias, dos de los artífices de «Omega», siguen a vuestro lado. ¿Concebís un disco de Los Planetas sin ellos?
No concebimos un disco de flamenco sin que participe Enrique. Vive muy cerca de donde tenemos el estudio y somos grandes amigos. Somos fans indiscutibles de su talento. Ya lo dice Eric: “A mí no me gusta el flamenco, me gusta Enrique Morente”. Tenemos una gran estrella a nuestro lado, pero no podemos abusar de él. De hecho, lo tenemos tan al alcance la mano que es un honor poder contar con su arte y su amistad.

¿Es también el caso de Antonio Arias (Lagartija Nick)?
Se dio la circunstancia de que Miguel López (bajo) no pudo asistir a unas sesiones de grabación, y como tenemos mucho contacto con Antonio y yo participo siempre en sus discos, le pedimos que nos echara una mano. Estuvo encantado. Se vino al local de ensayo y estuvimos trabajando un par de canciones. Tanto Antonio como Enrique son piezas fundamentales, como comentabas, de aquel fantástico «Omega», y da la casualidad de que dos músicos que han hecho historia participan en nuestro disco. Siempre hemos estado abiertos a colaboraciones, y sobre todo de gente tan increíble como ellos. O La Bien Querida.

Hablando de colaboraciones, imagino que sabes que Okkervil River acaban de grabar con Roky Erickson (13th Floor Elevators), uno de vuestros mitos musicales. ¿Con qué músico legendario os gustaría colaborar a vosotros?

En mi caso personal, me encantaría hacer algo con Sonic Boom (Peter Kember), de Spacemen 3.

¿No barajasteis la posibilidad de que produjera el disco?
Sí, y seguimos pensando en ello. J y yo lo hablamos desde hace tiempo. Queríamos llamarle y proponerle que viniera a Granada, pero acaba de producir el nuevo álbum de MGMT y seguramente va a pegar un pelotazo que lo hará más inaccesible que antes. Ya habíamos hablado con la gente de nuestra agencia de management para que se pusieran en contacto con él y le tantearan, porque somos muy fan suyos. Conocemos también a Jason Pierce, de Spiritualized, y sabemos que también estaría encantado, porque es seguidor nuestro y nos ha dicho muchas veces que le gustaría hacer una gira con nosotros. Hemos coincidio en Benicàssim, en Málaga, y siempre se ofrece, pero nos apetecería mucho hacerlo con Sonic Boom. Ahora que está recuperado físicamente y cargado de energía, sería fantástico lograrlo, porque su filosofía y su forma de ver la música conectan claramente con Los Planetas.

La Bien Querida (Ana Fernández-Villaverde) canta en ‘No sé cómo te atreves’. ¿No era uno de los temas para Christina Rosenvinge que J hizo antes de que llegara Nacho Vegas y grabaran «Verano fatal»?
Lo que comentas es cierto. Christina llegó a ir a casa de J para ver cómo hacer ese álbum conjunto, pero al final fue Nacho Vegas quien tomó las riendas. J compuso la canción para ella. Por circunstancias que desconozco, se quedó fuera del proyecto, y un día empezamos a tocarla en el local de ensayo, nos gustó y nos pusimos a trabajar en ella. Como la voz principal estaba pensada para una chica, un día que estaba Ana con nosotros, la cantó y quedó perfecta. Luego escuchó ‘La veleta’ y también quiso grabarla. Esa es la historia.

«De chaval, si eres heavy, lo eres a muerte, te compras todas las camisetas y no quieres que te hablen de pop ni de rock. Eso lo entiendo, pero cuando te vas haciendo mayor, encuentras el placer de escuchar a Miles Davis, John Coltrane, Ennio Morricone, Lole y Manuel, Camarón, Morente, Los Planetas…»

EXPERIMENTOS Y PLAZOS DE ENTREGA


¿Os sorprende la acogida que vuestros experimentos sonoros tienen por parte de vuestro público? ‘Romance de Juan de Osuna’, por ejemplo, es una mezcla de krautrock y flamenco. ¿Tenéis la sensación de que podéis hacer lo que os dé la gana?

Bueno, nos gusta no repetirnos ni acudir a fórmulas o canciones que ya están hechas. Intentamos descubrir, crear, que nos sorprenda y agrade lo que hacemos, que nos motive. El hecho de hacer este tipo de cosas implica riesgos, pero no lo hacemos pensando en si van a agradar o no. Nos gusta el krautrock, grupos como Kluster, Harmonia, Neu!, Kraftwerk o Amon Düül, y la conexión de eso con el flamenco puede ser interesante. Siempre hemos sido muy radicales. Desde «La caja de diablo» o la producción del «Súper 8», hasta hoy, en vez de hacernos más asequibles y masticables, lo que nos gusta es tirar por otros derroteros.

Santi Carrillo ha dicho en un editorial de «Rockdelux «que “mostráis a los indies canónicos el camino del acercamiento al flamenco”. ¿Es así? Los que yo conozco disfrutan de vuestros discos, pero dicen que ni locos van a ponerse a escuchar flamenco.
Yo le diría a esa gente que puedo entender que, cuando a uno le gusta la música, le puede gustar un estilo determinado, como cuando éramos pequeños y sólo nos gustaban las patatas fritas con huevo y los macarrones. Pero a medida que vas creciendo, le encuentras el gusto a un buen chuletón acompañado de un Rioja. El paladar se debe ir ampliando. Con la música pasa lo mismo: De chaval, si eres heavy, lo eres a muerte, te compras todas las camisetas y no quieres que te hablen de pop ni de rock. Eso lo entiendo, pero cuando te vas haciendo mayor, encuentras el placer de escuchar a Miles Davis, John Coltrane, Ennio Morricone, Lole y Manuel, Camarón, Morente, Los Planetas… A quien le gusta la música, de joven es fundamentalista, y se gasta el dinero en lo que le gusta, pero si te van dando a conocer pequeñas dosis de buena música, es beneficioso abrirse y descubrir, por ejemplo, la música africana, que tiene muchas cosas interesantes. O mil estilos más que, como buen gourmet, es bueno ir conociendo. A la gente que no se acerca al flamenco le diría que quizá no es su momento. Las cosas, cuando se hacen por obligación, no funcionan. Deben irse asimilando de una forma sencilla.

Cuéntame el culebrón de la portada y el título, que cambiaron en varias ocasiones. ¿Por qué tanta indecisión?
Nos centramos tanto en la grabación y producción del disco, que lo fuimos dejando. El disco tiene tal dimensión y fuerza, que a veces cuesta resumirlo en una frase. Esta vez estuvimos barajando un título durante bastante tiempo, Daniel d’Ors, que hizo «La leyenda del espacio» y «Cuatro palos», trabajó en una portada sobre ese título provisional, y como su diseño estaba enfocado en esa dirección y el título finalmente se cambió, su trabajo se vino abajo. Los plazos se agotaban y decidimos recurrir a Max, a quien ya conocíamos y nos gustaba mucho lo que hacía. Le mandamos el título definitivo y lo pilló al momento. Hizo un trabajo muy rápido y muy pop. Parte de la obra de Daniel se va a recuperar en la página web.

Max comentó en EFE EME que le llamasteis a última hora y que su idea era más ambiciosa, con la portada troquelada y otras soluciones visuales. ¿No es una pena?
Fue un último recurso, lo hizo en una semana. El resultado nos parece increíble, en cuanto salió el disco le llamamos para felicitarle, porque ha quedado muy chulo.

Acabáis de pasar por el festival South by Southwest, de Austin (Texas). ¿Qué balance hacéis de la experiencia?
Supongo que la gente que va allí flipará por el hecho de tocar delante de los guiris, pero nuestra sensación es que es un invento que sólo sirve para promocionar a grupos que busquen conquistar el mercado norteamericano, que a nosotros no nos interesa. La organización no nos gustó nada, es pésima. El primer día tocamos en un sitio que era peor que una caseta de la CNT en la feria. Para subir al escenario había que sortear decenas de maletas de otros músicos, instrumentos… El sonido tampoco era bueno… Te pegas doce horas en un avión para tocar y te encuentras eso, y como que no… Cualquier pueblo de España en fiestas dispone de escenario mejor. El segundo día tocamos en la caseta de la SGAE, el público mayoritario era español y mexicano y las cosas fueron mejor. Todos los garitos de Austin están preparados para conciertos, hay carpas de todo tipo… Hay conciertos por todas partes, y por seiscientos dólares tienes acceso libre a todo, pero hay muchas colas en los sitios pequeños. También había una sala grande para los grupos potentes, donde estuvieron, precisamente, Roky Erickson y Okkervil River, pero no pudimos verlos.

¿Fue mejor en México?
Es la quinta vez que vamos, y los conciertos son diferentes, porque el público se desplaza para verte a ti. Estuvimos también en un festival underground en Monterrey, con otros grupos que venían de Austin. Fue muy psicodélico. Y en el DF, en una sala del centro. Fue un concierto muy chulo.

También habéis tocado en un festival flamenco. ¿Cómo os ha acogido ese público?
Nos llamaron para el festival El Cajón Flamenco, en Barcelona, que se celebra en el Palau de la Música, un sitio increíble. Tocar allí era una oportunidad única. No se puede fumar ni beber, así que el público está allí, sentado, prestando atención. Hicimos un set especial para esos dos días, en que se agotaron todas entradas, y la experiencia fue muy buena. El repertorio era sólo de los dos últimos discos y del «Cuatro palos». A los organizadores, que son de la órbita flamenca, les gustó mucho, pero el público era el habitual de Los Planetas, no había gente despistada.

¿Cuál es el proceso de trabajo que utilizáis actualmente? ¿Dais por terminada la canción al grabarla, o es un campo de pruebas constante que se prolonga en directo? ‘La llave de oro’, por ejemplo, debía cantarla Morente, pero en el disco ha acabado siendo un instrumental.
Esa canción en concreto la ha cantado Enrique en otras ocasiones, pero por una cuestión de plazos, su voz no pudo entrar en la mezcla, y acabó siendo instrumental. Enrique es una persona muy ocupada y tiene sus propios proyectos, no era fácil encontrar un hueco. La versión con voz saldrá en la edición en vinilo o como cara B. Es indudable que hay canciones que tienen vida propia, que surgen, se graban y se van desarrollando a medida que las vas tocando, las vas puliendo y les vas pillando el verdadero pulso. Otras son de cajón, se crean y se quedan así. Habrá canciones que, naturalmente, con el directo se terminarán de definir mucho más.

Una curiosidad final. Dices que la portada llegó con el plazo a punto de expirar, ‘La llave de oro’ no tiene voz por un tema de plazos… Parece que os haya pillado el toro, que os hayáis dormido y al final os haya tocado ir con prisas…
No, que va. El disco estaba terminado, sólo estaba pendiente la portada. La cuestión era si sacar el disco antes de irnos a Austin, o después, al volver, para encarar entonces la promoción. Sacar el disco y no estar en España nos parecía raro, porque nos gusta comprobar las reacciones de la gente. Por eso se retrasó la salida al 13 de abril.


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