Los Enemigos: «Bestieza no ha surgido de una epifanía»

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«Hubo un momento en el que la cosa estaba tan indefinida que llegó a peligrar, entonces tuvimos que retomarla»

 

Un título rotundo, Bestieza, para un número rotundo: el décimo disco de Los Enemigos, que llega seis años después de Vida inteligente. Carlos H. Vázquez habla con ellos sobre la situación de la banda y sus nuevas canciones.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: ÓSCAR CARRIQUÍ.

 

Que se te cruce un gato negro tampoco es tan malo. Podría haberse cruzado contigo sin que te dieras cuenta y ahora —supongamos— tendrías una racha de mala suerte sin saberlo. Lo mismo el felino cae en desgracia si se tropieza con un humano, pero para ellos no hay infortunio si siempre se puede caer de pie. Todo es cuestión de equilibrio.

Los Enemigos han pasado los últimos seis años en la furgoneta, escribiendo, tocando… Cada cual a sus «movidas». Desde Vida inteligente (Alkilo, 2014) han pasado muchas cosas: Manolo Benítez ahora es un Porreta y en su lugar hay un Enemigo de sobra conocido por la afición, David Krahe. Con él, Josele Santiago, Chema Animal y Fino Oyonarte han grabado Bestieza (Alkilo, 2020), un álbum que recuerda a Los Enemigos más cañeros de Gas (RCA, 1996) y Nada (Chewaka, 1999). En su portada, la foto en blanco y negro de un gato. También en los dos singles (“Siete mil canciones” y “Vendaval”). Igual conviene cruzarse con los gatos negros si vienen maullando canciones.

 

¿Por qué creéis que la música española necesita un nuevo disco de Los Enemigos?
Chema: Porque no lo tenía.
Fino: No sé si la música española lo necesitaba, pero nosotros sí.
Josele: Pero no será la música española, sino la industria, ¿no?

 

Sí, concretamente.
Josele: Me parece que no les iba a hacer ni puta falta.

 

Entre vuestro anterior disco de estudio, Vida inteligente, y este, Bestieza, han pasado seis años. ¿En qué momento decidisteis grabar un álbum? Entrasteis a Estudio Uno en el verano del 2019, pero teníais giras de por medio…
Josele: La idea de hacer otro disco surge al terminar Vida inteligente, en realidad. Siempre ha estado ahí. Bestieza no ha surgido de una epifanía; hubo un momento en el que la cosa estaba tan indefinida que llegó a peligrar, entonces tuvimos que retomarla. Ha tenido su pequeña historia, con crisis de identidad y todo, pero al final ahí está.
Fino: Cuando Josele tiene una canción en mente siempre hace una llamada y trata de que quedemos, pero queda en el aire. Él sacó su disco [Transilvania], yo el mío [Sueños y tormentas]. Cada uno estaba con sus cosas.

 

Pero tocabais juntos, ¿no?
Fino: Sí, pero no nos poníamos a trabajar en un disco. Cuando fue cogiendo más forma ya adquirimos un compromiso. Pero esto fue, ya te digo, justo el año pasado, porque en marzo todavía no sabíamos si íbamos a grabar. Había canciones, pero también teníamos el tema con Manolo [Benítez] y no sabíamos qué iba a pasar. Estábamos en un momento especial para tomar decisiones. Fuimos dejando las cosas pasar y, cuando se solucionó el tema de Manolo, lo primero que se nos pasó por la cabeza fue enfrentarnos al disco: «Tíos, nos tenemos que meter ya a grabar el disco. Están las canciones. Vamos a solucionar esto y busquemos un guitarrista». Prácticamente en mayo nos pusimos manos a la obra.

 

En el concierto de Las Palmas del 23 de febrero del 2019 ya no estaba Manolo a la guitarra, sino David Krahe. La gente que vio ese directo se hacía una pregunta: ¿qué había pasado con Manolo? La respuesta que leí fue que vuestros caminos se habían separado. ¿Seguirá Manolo siendo un Enemigo, aunque ya no esté en la banda?
Josele: Manolo está con los Porretas, así que es un Porreta. No se puede ser todo.
Fino: Ha sido de Los Enemigos, pero ya no.

 

¿Cómo fue la búsqueda de un guitarrista?
Josele: Fue así: «Hola, David. Que soy yo. ¿Qué haces? ¿Conoces a algún guitarrista para Los Enemigos?». Se enfadó y todo [risas]: «Pero tío, joder… Que lo hago yo».
Fino: Puedo recordar la conversación. Me llamó Josele después y me dijo: «Tío, no te lo vas a creer. He llamado a David y se apunta. ¡Qué putada! ¿Cómo se lo decimos ahora a Chema? Se van a llevar fatal» [risas].

 

«Josele es muy claro: si no lo ve, no te apoya»

 

Josele: Total, que estaba clarísimo. David lleva la hostia de tiempo tocando, conmigo desde 2006, y, aparte de eso, ha estado viendo a Los Enemigos desde siempre. Me tiene más calado que la hostia.
David: Yo le dije que ponía al guitarrista si él me ponía la guitarra [risas]. A la banda la conozco desde el 87, que creo que fue la primera vez que la vi en directo en unos conciertos del Agapo. Yo tenía dieciséis años, era un chavalín, y flipé. El Agapo era una de las salas donde tocaban más frecuentemente, por lo menos aquí en Madrid, y era raro que yo me perdiera algún concierto. Conozco muy bien a la banda y toda su evolución musical. Recuerdo una época que fue un punto de inflexión en Los Enemigos, no solo interno, sino también para los que seguíamos al grupo como público, cuando dejaron de ser un trío. Era uno de los power trío que había en la escena del rock and roll español y había gente a la que también le costaba digerir eso de que Los Enemigos ya no fueran un trío. Todos esos pasos los he visto desde muy cerca.

 

Hasta viviste el cambio de la banda de Josele dos semanas antes de grabar el directo en Conde Duque…
David: Eso coincidió cuando estábamos como de retiro en Galicia.
Josele: También estábamos mirando el repertorio.
David: Exactamente.
Josele: Y yo le dije: «¿Sabes qué? Que les den por culo».
David: Estábamos ensayando y le estalla la crisis en las narices. Entre los dos estuvimos buscando, porque aquello tenía que tirar pa’ lante.

 

Hablando de cosas que han pasado hace tiempo, me gustaría saber cómo surgió “Siete mil canciones”, porque es un tema que lleva algo más de veinte años con Josele y porque diría que es “Fractales”, pero más acelerada.
Josele: Sí. La primera parte, aunque no está estructurada igual, se parece bastante. Con “Siete mil canciones” estuvimos trabajando hace tiempo. En el Nada ya había una maqueta con algún que otro esbozo. Luego se volvió a hacer otra intentona, pero no tenía letra, le faltaba algo. Fino y yo también hablamos de meterla en no sé qué puñetas benéfico, pero es que seguía sin estribillo. Para Vida inteligente hubo otra vez, pero seguía sin letra hasta que, en medio de todo esto, empecé a hacerla bajándola de revoluciones.
Fino: Te voy a poner diez segundos de la maqueta del 98. [Fino busca en su teléfono móvil un archivo de audio y le da al play].

 

 

La intro es igual.
Fino: Claro. ¿Has visto cómo ha mantenido la frescura?
Josele: Teníamos una cinta que era azul, que es la que está entera. Yo la tengo todavía. Pero, vamos, que le faltaba el estribillo.
Fino: Sí, está en guachi-guachi. Pero, fíjate, se mantiene igual. Tiene veintidós años.

 

Me recuerda al comienzo de “Police on my back” de The Clash, del Sandinista.
Fino: Sí, pero hay muchas canciones que empiezan así. Los Pixies tienen temas que son así también. Es un recurso muy chulo.

 

¿Encajaría “Siete mil canciones” en Gas, por su sonido más cañero, mucho más que el de Nada?
Josele: Gas está grabado casi como con encaje de bolillos; tiene detalles por todas partes, suena de la hostia… Y eso es así porque Gas estaba hecho voluntariamente sin maquetas de nada y sin casi overdubs o como se diga. Nada es el ejemplo de disco muy currado y se parece más a este [Bestieza].
Fino: Sí. El rollo visceral, la urgencia… Preparábamos las canciones, las tocábamos y, en cuanto las teníamos más o menos redondeadas, las grabábamos. No lo hemos hecho de la misma forma, pero esa urgencia sí que la teníamos.

 

El productor de Bestieza, Carlos Hernández Nombela, tampoco es el mismo de Gas o Nada, Carlos Martos. ¿Por qué Carlos Hernández?
Fino: Carlos Hernández había trabajado con nosotros como técnico de sonido en los noventa, antes de que empezara a producir nada, y básicamente estaba comenzando. Él venía de estar en la escuela, de prácticas, y daba clases a los chavales. No sé si fue en la gira de Gas, pero estuvimos en El Johnny (Colegio Mayor San Juan Evangelista) preparando los conciertos y él vino con sus alumnos y una unidad móvil. No habíamos grabado nada juntos, solo la maqueta de Nada, que nunca hemos editado. Creíamos que en este disco merecía la pena apostar por algo así, que fuera más refrescante, y quién mejor que Carlos Hernández, que nos conoce desde el principio y a la vez domina sus herramientas.

 

¿Cómo tenían que sonar las guitarras, David?
David: Las canciones no las había habido, pero cuando fui al primer ensayo y vi cómo se colocaba todo y tal, me imaginaba que iba a ser un disco de canciones con sonidos con mucho grano. Pero te puedo asegurar que no pensaba que el resultado final fuera a tener tanto grano. Es decir, en mi cabeza estaba que iba a haber rotundidad, pero no pensaba que íbamos a pasar un umbral que finalmente se ha superado, y además de largo. En el local lo hablábamos y, muchas veces, Carlos decía que había que apretar más el sonido, en el sentido de meterle más ganancia. Para mí, el sonido ya iba muy cargado, pero no; había que apretar más. Carlos tenía una frase que repetía mucho: «Estáis tocando muy alto, pero no muy distorsionado, sino muy limpio». Eso me sorprendió, porque yo pensaba que ya estábamos en un escenario de saturación bastante potente, pero quedaba bastante.

 

¿Qué tipo de guitarras habéis utilizado en Bestieza?
Chema: Ha habido muchas. Teníamos un campo de minas de pedales.
David: También mucho fuzz, más que distorsión, y distintos tipos. Además, con la inmensa paleta de colores que te puede ofrecer un fuzz, más de su sonido natural a todo trapo, que es el que más se usa y el que todo el mundo conoce. Pero los fuzz tienen muchos rangos y muchas posibilidades muy interesantes, precisamente en los rangos de saturación intermedia y baja, que es donde menos se parecen al fuzz. Y guitarras ha habido muchas.
Josele: Bueno, tampoco tantas.
David: Una Gibson 330; Gibson y Fender Telecaster, que se han usado bastante; Fender Jaguar, Jazzmaster… pero no ha habido Strocaster.
Fino: Una, en el solo de “Mar de sendas”.
David: ¡Es verdad! Una de las luchas del disco ha sido el intento continuo de Carlos de evitar que sonara ninguna Stratocaster en todo el disco.

 

«Me gustaba que fuera un poco como los discos de los setenta de Los Ramones: muy corto, efectivo, rápido, contundente, fresco…»

 

¿Y cómo le convencisteis?
Chema: Le engañamos mandándole a por un café.
David: Una de las bromas recurrentes era que Josele cogía el móvil, y decía: «Fino, Chema… Me acaba de llegar un mensaje que dice que me mandan la Strato que me he pillado para grabar el siguiente tema». Y todo esto con Carlos por ahí.
Chema: Carlos se ponía malo.

 

“Mar de sendas”, de Fino, tiene distorsión, ¿pero puede ser un cambio brusco si se tiene en cuenta el trabajo sonoro de Fino con su disco Sueños y tormentas?
Fino: Sí, es muy brusco. Y, de hecho, esa canción iba para mi próximo disco, en plan fingerpicking, pero vi que podía encajar mejor en Los Enemigos. Se la puse a Josele, y dijo: «¡Hostia! Vamos a meter una cera que te cagas» [risas]. Sabía desde el principio que podía encajar en Los Enemigos, pero no sabía por qué. Quizá por la melodía, la progresión de acordes… Tenía una letra y Josele me fue ayudando. La hizo suya y yo creo que eso fue perfecto.

 

¿También con “Océano” y “Vendaval”?
Fino: Sí. Son cosas que hemos hecho juntos, músicas que yo le proponía y tal. En ese sentido, Josele es muy claro: si no lo ve, no te apoya.

 

¿“Rey pescador” era una canción más larga? Tiene un final un poco abrupto.
Josele: En realidad era más corta. Terminaba la estrofa, el estribillo, y se acababa, lo que pasa es que al final empezamos a hacer el indio y se nos fue a no sé cuántos minutos. Quisimos hacer un fadeout, quedaba un poco largo, y empecé a meter cosas. Además, la letra encajaba porque el protagonista se iba al cielo, así que sería como su ascensión.
Fino: Metimos un piano entre los cuatro, los coros… jugábamos. Cada uno hacía una melodía, una base…

 

¿Os habéis comido la cabeza con el repertorio?
Josele: Sí, nosotros siempre nos comemos mucho la cabeza con el orden de las canciones, porque es verdad que altera mucho el producto. Por ejemplo, el IV de Led Zeppelin no lo concibo con otro orden. Nosotros lo que solemos hacer es llevar cada uno un repertorio y partir de ahí, a ver qué pasa. Para Bestieza, Fino y yo aparecimos con el mismo y no hubo ningún tipo de discusión al respecto. Estaba muy claro que la primera iba a ser “Siete mil canciones” y “Rey pescador” la última. En el medio, “La costumbre”. A partir de ahí solo tuvimos que rellenar los huequecitos que quedaban.
Chema: Es muy curioso, porque normalmente haces el repertorio para el cedé y luego tienes que ver si encaja bien en la cara del vinilo, pero resulta que este repertorio era perfecto para los dos.
Josele: ¿Pero sabes por qué? Porque estaba clara la de en medio.
Fino: Yo creo que va muy fluido. Me gustaba que fuera un poco como los discos de los setenta de Los Ramones: muy corto, efectivo, rápido, contundente, fresco… Había una serie de parámetros que eran los que necesitábamos. Es verdad que también mandan las canciones, lógicamente, pero el impulso tenía que ser así. Te puedes proponer hacer un disco fresco y lo mismo te sale un peñazo, por ejemplo. Aunque teníamos algunas cosas muy claras, todo el ritmo, el proceso y el desarrollo de este disco nos ha llevado hasta allí.

 

Lo que os lleve… ¿Qué es el futuro para Los Enemigos?
Fino: Lo que nos espera. Que sea bueno.
Josele: El futuro fue, o sea que imagínate la idea que tengo. No tengo ni puta idea de lo que es el futuro.
Chema: Es un momento de nuestras vidas que ya hemos pasado.
David: Ahora vamos a vivir el pasado.

 

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