Life’s other side (1992), de Slaid Cleaves

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

«Canciones espectaculares que beben de las letras de Woody Guthrie adaptándolas al sonido de Austin y caramelizadas con la voz de Cleaves»

 

Eduardo Izquierdo se detiene en el cuarto trabajo del estadounidense Slaid Cleaves, un disco muy inspirado en el que bebe de Woody Guthrie y para el que contó con Gurf Morlix, mano derecha de Lucinda Williams.

 

Slaid Cleaves
Life’s other side
Rock Bottom Records/Broken White, 1992

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

Life’s other side tiene algo especial para mí. Es el disco con el que descubrí a Slaid Cleaves antes de que acabara el siglo XX. Y vaya manera de hacerlo… Si cuando descubres a un músico que se convierte en alguien importante para ti, el disco con el que lo haces adquiere una aureola de magia. Si además es tan bueno como este, la cosa ya alcanza niveles épicos. El álbum se publica en 1992 y primero lo hace solo en su edición en cinta de casete. Creo que me hice con él hacia 1996, si mi memoria no me falla, en la extinta Discos Balada. Algún tiempo después, cuando apareció su versión en cedé, volví a comprarlo. En el momento de su publicación el de Maine se había trasladado con su mujer a Austin, Texas, y acababa de ganar el prestigioso Kerrville Folk Festival, un conocidísimo concurso que previamente habían ganado Patty Griffin, Robert Earl Keen y Steve Earle. Casi nada.

Editado por Rok Bottom Records y reeditado por Broken White, cuando Gurf Morlix oyó este disco quiso encargarse de grabar el siguiente trabajo de Cleaves, y no olvidemos que estamos hablando de alguien que ha sido mano derecha de Lucinda Williams y con una carrera dominada por el buen gusto y la calidad. Un músico, Cleaves, que se definía a sí mismo como el suplente de Jerry Jeff Walker, Jimmie Dale Gilmore y Robert Earl Keen, pero que con este disco sube a primera división definitivamente superando de una tacada a esos nombres.

 

Las canciones
El disco lo forman catorce canciones espectaculares que beben directamente de las letras de Woody Guthrie adaptándolas al sonido de Austin y caramelizadas con la impresionante voz de Cleaves, sin ningún lugar a dudas, uno de sus puntos fuertes. Se abre con la canción que le da título y al instante esa melodía folkie se te mete en la cabeza. De manera sutil. Como si no quisiera ensombrecer a la canción más famosa del disco y quizá la más dylaniana.

“Willie of the wind” tiene una melodía embriagadora y una letra fantástica —de las mejores de la carrera de Slaid— sobre un hombre sin hogar. “Justice”, por su parte, muestra al trovador preocupado también por temas políticos. “Tell me” es una auténtica preciosidad y, por algo, una de las canciones favoritas de Ray Lamontagne. “Ramblin man” es la única versión del disco y el elegido es ni más ni menos que Hank Williams. Una opción que puede considerarse atrevida pero cuyo resultado da la razón a Cleaves. Soberbia. Y no podemos dejar de destacar “The rain song”, que muestra la variedad de registros de una voz que se me antoja casi insuperable para cantar rock americano.

Son solo cinco pinceladas, quedan nueve más. Nueve auténticas joyas. Con la apariencia de poca instrumentación. Aunque solo sea eso, apariencia, porque a Cleaves lo acompañan hasta siete músicos entre los que destaca la lap steel de Jussi Huhtakangas. Y con el añadido, como todo el disco, de ser solo el principio de algo mucho más grande de lo que ya es. Aquí hay un diamante en bruto, aunque ya brilla poderoso. Una lástima que muchas veces se olvide Life’s other side al nombrar los mejores discos de Slaid Cleaves y, por qué no, los mejores álbumes de la década.

Anterior entrega de Operación rescate: Pink flag (1977), de Wire.

 

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