Libros: «Lost in music. Una odisea pop», de Giles Smith

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«Es mucho más fructífero y divertido leer las peripecias vitales de alguien que ha metido el hocico en la industria musical y ha salido disparado de un zambombazo que las de alguien que ha tenido una carrera de primera fila»

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Giles Smith
«Lost in music. Una odisea pop»
CONTRA

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

En ocasiones es mucho más fructífero y divertido leer las peripecias vitales de alguien que ha metido el hocico en la industria musical y ha salido disparado de un zambombazo que las de alguien que ha tenido una carrera de primera fila. Suele ocurrir que el primero haya pisado más la calle, que es donde tienen lugar los fenómenos, y que el freno a su carrera se haya traducido en ironía y desparpajo. Tanto más si señalan que ellos no son más que fans que de golpe se han encontrado haciendo canciones.

Fijémonos en Giles Smith, inglés, su sarcasmo llega al punto de afirmar que en 1979 pensó que usando su apellido como nombre del grupo nunca llegarían a nada. Y llegaron, sí, a sacar un disco con la RCA de Alemania. ¿Cómo fue eso?, se pregunta de forma retórica. Pues porque nadie más nos quiso, resuelve. Su grupo se editó con el nombre de Cleaners from Venus y fue una de tantas formaciones indies de finales de los años ochenta. Desde entonces Smith ha ido ejerciendo como periodista sobre todo en “The Times”, básicamente redactor deportivo.

La grandeza del libro –editado originalmente en 1995 y por primera vez traducido al castellano– es que recoge las experiencias de alguien que es básicamente fan y que de golpe se vio inserto en el negocio de la música, así que resulta mucho más cercana que otras memorias al uso. Digámoslo así, es uno de los nuestros, alguien con quien podrías tomar una cerveza con total tranquilidad, ajeno a cualquier ídolo de masas que solo te llevaría al ataque de angustia. El terreno de Giles Smith es el del gusto sin argumentos, el de echar fuera a los cánones y recrearse en el pop como terreno personal.

Así nos hacemos partícipes de sus imitaciones de T Rex a los nueve años, sus escarceos con Slade o Sweet y la búsqueda de figuras que pasasen por su pequeño pueblo, Colchester. Una leyenda local dice que los Beatles compraron unos chicles, pero a quien realmente vio Giles fue a Alvin Stardust. También comenta los primeros conciertos en el grupo de su hermano, sus pasos por orquestas verbeneras mientras en Londres surgían los Sex Pistols y su devoción desde entonces por XTC o Tod Rundgren. Y la creación de los Orphans of Babylon, un dúo satírico psiquiátrico  que llegó a aparecer en el periódico local, de la misma manera que llegaron a vaciar una sala al tocar tras los Boomtown Rats. Y por fin los Cleaners from Venus, ayudados por Captain Sensible, que no llegaron más que al corazón de unos pocos aficionados, y ahora a la del lector inteligente que sonreirá con agrado ante sus experiencias en el Berlín Oriental o como entrevistador de estrellas.

Al mismo tiempo dedica secuencias a reflexionar sobre las nobles dudas de todo coleccionista: ¿Cuál fue el primer disco que compraste? ¿Cómo ordenarlos? ¿Qué discos purgar a la hora de hacer limpieza? ¿Cómo abordar las ferias de discos? ¿Por qué a nosotros, devotos, no nos llegan con tanta emoción los grupos nuevos como a los quince años?  ¿Qué pasa con tus discos cuando vives en pareja? ¿Vinilo o cedé? Y llega incluso más allá, a –siempre en un tono fluido– indagar cuál ha de ser el papel de la música en los colegios o cuál es la edad tope para entrar en el engranaje de la música. Intenta, en todo caso llegar a desvelar la emoción que nos asalta en el pop, sinceramente creo que en algún fragmento –cuando explica que todo lo que tiene es un garaje y una cinta de casete– llega a conseguirlo.

Anterior crítica de libros: “Barcelona on the rocks 2″, de Fernando Muñiz y Sergio Fidalgo.

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