Libros: «Barrio perdido», de Patrick Modiano

Autor:

«Desfilan cafés, mujeres de belleza enigmática y hombres de los que únicamente se conserva un rastro en un papel»

Patrick Modiano
«Barrio perdido»
CABARET VOLTAIRE

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

A la espera de que aparezca en Francia su nueva novela, la editorial barcelonesa Cabaret Voltaire nos regala con una de las pocas obras de Patrick Modiano que todavía no tenían versión en castellano, “Barrio perdido”. Una pequeña reseña de su argumento nos enfrenta a un ‘dejà vu’ narrativo: Ambrose Guise, un escritor de novelas policiacas de adopción inglesa, viaja al París de su juventud para firmar un contrato con su editor japonés; la visita se alarga algunos días mientras su familia está de veraneo porque aparece algún conocido, unos papeles que son memoria de hechos oscuros, unas calles. Ya no es su París, ya no es él. De hecho, la técnica de Modiano es siempre topográfica, escoge un lugar y percibe que la filmina está desenfocada, o directamente ha desaparecido, una lucha entre memoria y realidad.

Puede parecer que Patrick Modiano escribe siempre la misma novela, y es cierto, pero a los devotos no nos importa porque contamos con el francés para esto precisamente, para que nos ofrezca la misma textura. Suyas son la noche y el aire, la dureza de las calles y las risas; sabe reflejar sin temblores esas sensaciones de embriaguez y espera, de confusión y seguridad. Y todo desde un grupo que paseaba las calles de París y que ahora ya ha desaparecido,  pero que sin duda es más real que el presente; aunque quizás en “Barrio perdido” esas casas oscuras, devotas del pasado, opuestas a él, estén más presentes que en otras novelas.

Su horquilla temporal está también muy delimitada, el tiempo que va desde la ocupación alemana hasta la guerra de Argelia. Y ahí desfilan cafés, mujeres de belleza enigmática y hombres de los que únicamente se conserva un rastro en un papel. Sus novelas son también un encadenado de recuerdos, cada hilo parece suelto, pero se liga a historias que dan vueltas, escaleras de caracol sin final. Quizás, destaquemos un episodio, el Modiano luminoso y oscuro describe un rodaje, un café en el que se refugia Ambrose Guise, al fin y al cabo extranjero, y en el que se rueda una película, reconoce a alguien que lo lleva a una onírica persecución; del pasado, como siempre. Pero es que hay mucho más deslumbramiento, un hotel de montaña en medio de una nevada, taxis que llevan a la chica que acabas de conocer, un pestillo que no funciona.

Un fantasma de París se le cruza veinte años después, por casualidad. Es el último párrafo.

Anterior entrega de Libros: “El desbarajuste” , de Ferran Planes.

 

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