León Benavente: Procesando el rock

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“Estábamos todo el rato por ahí, en continuo movimiento, y preferíamos no pensar demasiado en la presión y actuar, que es lo que teníamos que hacer”

 

El debut discográfico de León Benavente acaparó el interés de público, crítica y discográficas, y su nuevo trabajo, titulado “2”, ha recibido una buena acogida. Por sus canciones, sus directos y el buen momento que atraviesan les pregunta Javier Escorzo.

 

Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: GUSTAFF CHOOS.

 

Tras dar la sorpresa con su álbum de debut, León Benavente se confirma como uno de los grupos más interesantes del panorama nacional con “2”. De sus fulgurantes inicios, de la mordacidad de sus letras y de algunas cosas más hablamos con Abraham Boba, letrista, teclista y cantante de la banda.

Vuestro segundo disco ha sido muy esperado, porque con el primero generasteis mucha expectación. ¿A qué creéis que se debió?
Bueno, no creo que fuese un único factor concreto, sino más bien un cúmulo de cosas. Hubo canciones que conectaron con bastante público, pero sobre todo, y esta es una idea que creo que compartimos los cuatro, el grupo empezó a ir hacia arriba a raíz de los conciertos. Mucha gente venía después del concierto y nos decía que llevaba mucho tiempo sin ver un grupo así en un escenario en España. Yo creo que eso y el boca a boca que se generó después de algunos conciertos y de algunos festivales llevaron al grupo al lugar en el que está.

 

Ha sido una cosa bastante paulatina. ¿En algún momento sentisteis que este proyecto estaba creciendo más?
Sí, el primer Sonorama que hicimos. Fue el año en el que salió el disco, 2013, era de los primeros festivales que hacíamos y al bajar del escenario sentimos algo, como que habíamos recibido una respuesta muy grande. Cuando empezamos a hacer la gira de salas, y vimos que estaban llenas, nos dimos cuenta de que el grupo empezaba a funcionar. Ahí es donde ves si realmente tienes público o no, porque hoy en día la venta de discos no es reflejo de si el grupo funciona, y los festivales son un poco engañosos: hay mucha gente viéndote, pero hay gente que no te está haciendo ni caso.

 

Al crear las canciones, ¿afecta saber que mucha gente las va a examinar con lupa? Me pregunto si habréis sentido mucha presión.
Sí, ha habido más presión que con el primer disco, era un proyecto del que nadie esperaba absolutamente nada porque el grupo partía de cero. Cuando haces un segundo trabajo, si el primero ha tenido cierto éxito, no te voy a decir que no hay presión. Pero la presión es muy traicionera, puede hacer que te inmovilices y no puedas continuar trabajando porque estás queriendo agradar. Primero a nosotros mismos, pero también al público. Las canciones se hacen para el público, y el que diga lo contrario, miente. No puedes pensar solo en eso, en cómo lo va a recibir el público o la crítica. Nosotros queríamos hacer un disco distinto, transitar otros caminos, nos centramos en eso. El proceso de composición nos pilló en medio de la gira, estuvimos girando dos años y medio, compartíamos la gira con Nacho Vegas. Estábamos todo el rato por ahí, en continuo movimiento, y preferíamos no pensar demasiado en la presión y actuar, que es lo que teníamos que hacer. Componer canciones y grabar un buen disco.

 

El disco lo habéis grabado en los estudios de Kaki Arkarazo, que fue miembro de Kortatu y Negu Gorriak, y que ha trabajado con infinidad de grupos, desde Loquillo o Barricada a Chucho, Manta Ray o Vetusta Morla. ¿Por qué lo elegisteis?
El disco lo produjimos nosotros, y Kaki fue el ingeniero de sonido, lo grabamos en su estudio. La producción la teníamos muy clara, pero queríamos contar con Kaki porque es un personaje mítico de la escena, sobre todo en el País Vasco, y había grabado discos que nos gustaban mucho, especialmente dos de Manta Ray. Queríamos un sonido de banda de rock, porque eso es lo que se ha generado en dos años y medio de gira. Ese sonido no existía en el primer disco, sencillamente porque nunca habíamos subido a un escenario juntos. El estudio de Kaki está en un lugar impresionante, tiene una sala increíble para grabar baterías, está muy bien. Queríamos una buena materia prima, grabamos en cinta analógica, él la controla bastante bien. Buscábamos un buen sonido para partir de él y manipularlo después, procesarlo en las mezclas. Que fuese un disco de rock, pero procesado.

 

Musicalmente, la novedad respecto al primero es la mayor presencia de los sintetizadores. Me parece un disco muy enérgico, muy rock.
Sí, hay mucha gente que lo percibe como un disco más electrónico, cuando en el fondo prácticamente no hay electrónica. Sí que hay sintetizadores, pero es un poco engañoso, porque también hay muchas guitarras procesadas que parecen sintetizadores, pero son guitarras en realidad. Hay sintetizadores, y está la colaboración de Banin (de Los Planetas). A la hora de hacer canciones nos gusta jugar con ciertas restricciones, y una de las que nos pusimos fue que queríamos utilizar pocos elementos, pocos instrumentos. Cambiamos un órgano que utilicé en el primer disco por un sintetizador. Eso, junto a algunos ritmos y algunas cadencias de medios tiempos, puede hacer que parezca un disco más electrónico que de rock, pero en el fondo no es así.

 

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Le dais mucha importancia al orden en que las canciones aparecen en el disco, y ‘California’ es un arranque inmejorable, porque más que un lugar concreto es una invitación a vivir una realidad paralela, que es para lo que puede servir la música, y concretamente este disco.
Totalmente. ‘California’ empieza a ser una idea recurrente en el imaginario de las canciones de León Benavente, tiene mucho de huida, de canción distópica… Tiene todos esos elementos. Podría ser el lugar al que huyen los personajes de ‘Ser brigada’, la última canción del disco anterior. Se puede ver de muchas maneras. También está puesta ahí, para abrir el disco, porque es una de las primeras canciones que hicimos y la primera que nos dio pie a investigar en algunos formatos que no habíamos usado; es una canción que está escrita sobre un solo acorde, como algunas otras del disco. No hay mucho movimiento armónico, hay cosas que entran y cosas que desaparecen, pero está sostenida sobre un ritmo y un riff de bajo. Por eso vimos también que tenía que abrir el disco.

 

Comentas que ‘California’ es un lugar recurrente en las canciones de León Benavente. De hecho, tú tenías una canción en tu último disco en solitario antes de montar el grupo (“Los días desierto, Limbo Starr, 2011) que se llamaba ‘Como en Hollywood’.
Sí (risas). ¡Exactamente! Son referentes que acaban siendo cultura popular. Cuando alguien se pone ante la idea de la California real, aunque en este caso creo que es un lugar que no existe, te puede traer a la cabeza muchas cosas, evoca muchos conceptos que sirven para poner el contexto de la canción. Por eso también aquella vieja canción de ‘Como en Hollywood’, no lo había pensado, pero es cierto. Puede ser algo recurrente en mi forma de escribir.

 

Dices que es un concepto que puede formar parte de la cultura popular, y en mi opinión, para cultura popular la que aparece en vuestra canción ‘Tipo D’, que me parece casi warholiana. Por la estructura de las frases que se repiten en la letra (“quiero ser…”) me recordó a ‘Quiero ser un bote de Colón’ de Alaska y Los Pegamoides.
(Risas).

 

Te lo digo con todo el cariño, y tómatelo como un piropo, porque yo soy muy fan de Alaska.
No, si está muy bien (risas).

 

He leído muchas veces que ‘Quiero ser un bote colón’ era una canción tonta y frívola, cuando a mí siempre me ha parecido la adaptación española de las latas de Campbell de Andy Warholl. En España no tenemos sopas Campbell, pero tenemos botes de Colón, que forman parte de nuestra cultura popular. Y vosotros lo que hacéis en esa canción es enumerar elementos de nuestra cultura popular, como Lady Di, los Bardem, Norma Jeen, la MTV…
Sí, son elementos absolutamente populares, podrían ser warholianos, estoy de acuerdo contigo. Es complicado utilizar esos conceptos y no caer en la frivolidad, o que la gente se la tome como frívola, aunque realmente no lo sea. Fue un riesgo que quisimos asumir, fue el adelanto del disco y sabíamos que había gente que no la iba a entender, o que no le iba a gustar, que iban a decir “esto no es León Benavente, esto es música frívola”. O aproximarla más a grupos como Alaska y Los Pegamoides, que, joder, tienen canciones buenísimas, pero para mucha gente no fue un grupo serio, aunque tenían canciones enormes. Ahí estaba Berlanga, que ni te digo lo que tenía, y parecía frívolo también.

 

Por cierto, ¿un hit nace o se hace? Lo pregunto porque en la letra primero dices “quiero que esto sea un hit”, y después “quiero convencerte de que esto sea un hit”. Hay mucha diferencia entre esos dos deseos.
Bueno, esa frase hay que entenderla dentro de su contexto, y su contexto es la canción. Si la sacas del contexto del resto de la letra puede perder significado. Esa frase en concreto viene de muchas conversaciones que tuvimos. A medida que el otro disco tenía éxito, mucha gente nos comentaba que lo íbamos a tener difícil para hacer el segundo disco, porque en el primero eran todo hits. Esta idea del hit, que a mí me hace muchísima gracia, acabó apareciendo en esta canción, que es totalmente irónica. Podría ser casi una letra de Randy Newman.

 

 

Efectivamente, la ironía juega un papel capital en vuestras letras. ‘Gloria’ me parece una de las más irónicas, pero creo que dentro de todo su sarcasmo y toda su mordacidad esconde una realidad. Tenemos que reconocer nuestras propias limitaciones y no ponernos unas expectativas demasiado altas si no queremos caer en la frustración. Ya sabes, eso de que los esfuerzos inútiles conducen a la melancolía.
Así es. Esa canción me parece muy dura, estás poniendo voz a un personaje que es bastante desagradable, que nadie querría ser, pero a través de él encuentras algunas formas de entender lo que pasa alrededor, actuaciones que sabes que no te van a llevar a ningún buen camino. Creo que todos hemos pasado por eso alguna vez. Todos hemos intentado hacer de nuestra vida una maravilla y al final hay situaciones que hacen que sea un auténtico descalabro.

 

Analizando las letras de León Benavente, y comparándolas con las de tus discos en solitario, veo una evolución. Hay muchas referencias sociales y políticas que antes no utilizabas. ¿Te salen así de manera inconsciente, o lo habláis entre todos para dar un enfoque determinado al grupo?
Sí, hay mucho de lo que dices. Con el primer disco hubo mucha gente que nos preguntaba si estábamos haciendo canción política o canción protesta. Siempre me ha gustado escribir sobre lo que nos rodea, lo que nos hace movernos y vivir; tanto la situación política como el clima social, la gente con la que vas, las conversaciones que tienes una noche, las relaciones de pareja, los amigos… Entran un cúmulo de cosas que al final es tu relación como individuo con el resto de la sociedad, eso es lo que me interesa ver y analizar. Quizás mis discos en solitario estaban escritos más desde la intimidad. En León Benavente, por un contexto musical que se hizo al principio, cuando empecé a trabajar las canciones con Luis (Rodríguez, guitarrista), pensaba qué tenía que escribir para que cuatro personas se pudiesen subir encima de un escenario y sintiesen estas canciones como si las hubiesen escrito ellos. Nos las tenemos que creer los cuatro. Es tan fácil como eso, como hablar de lo que nos pasa en el día a día cuando bajamos a la calle. Luego hay mil cosas más, pero yo prefiero verlo así antes que poner etiquetas de canción reivindicativa o canción política. Creo que tenemos una voz crítica, eso es evidente, en las letras cuestionamos muchas cosas, pero prefiero tener una visión más amplia.

 

 

En ‘Habitación 615’ dices que si las canciones son buenas no hacen falta explicaciones. Supongo que te refieres a que la obra debe sostenerse sola, pero como amante de la música, también te gustará conocer la intrahistoria de las canciones y los discos que os gustan.
Sí y no. Cuando las canciones están claras tampoco hace falta buscar más allá. Antes te hablaba de Randy Newman, que tiene canciones que son tan claras que yo no he necesitado buscar más allá de lo que me está diciendo la propia canción. La canción me está transmitiendo algo como canción, como música, y ya está. O canciones de Bob Dylan, que igual no tienen demasiada explicación, pero que te están generando emoción, que creo que es lo que tienen que conseguir las canciones. Para que una canción te emocione no creo que haga falta explicar demasiadas cosas. Las frases están dentro de las canciones. Creo que es la canción más explícita y real que he escrito en mi vida. Al final somos los cuatro, nuestra relación y un momento muy concreto. Y esa frase surge de un momento muy concreto, después de haber desarrollado la idea de hacer una canción totalmente explícita.

 

Esa canción parece un diario de viaje.
Sí, totalmente, podría ser un diario.

 

Volviendo a lo que te preguntaba, en esa canción distingues dos cosas: por un lado que un músico hable de sus canciones (“si están bien hechas no hacen falta explicaciones”), y por otro que hable de cosas que nada tienen que ver con su trabajo (“a quién le puede importar nuestra opinión sobre el amor, la política o la secesión”). Es muy diferente que un músico hable de su obra, a que lo haga sobre temas que nada tienen que ver con su trabajo. Yo hablo de música, pero no me preguntes por la situación política, porque ahí mi opinión vale lo mismo que lo de cualquier otra persona.
Sí, totalmente. Estoy muy de acuerdo con eso y así lo digo en la canción. En las entrevistas nos gusta hablar de música, y ya está. No intentar dar una opinión sobre otros temas, parece que las opiniones de los artistas están siempre por encima de las del resto, y en absoluto es así. Yo puedo tener conversaciones sobre otros temas con la gente que me rodea, o con gente que apenas conozco, pero no como artista. Los artistas como líderes de opinión no los tengo muy bien vistos.

 

En esa canción-diario también decís que os ponéis muy tensos al hablar de las multinacionales. Tú publicaste tres discos con Limbo Starr, que es una discográfica independiente. Tachenko, el grupo en el que estaba Edu, lleva años ahí también. Vuestro primer disco salió con Marxophone, una especie de cooperativa para autoeditar discos, y este ha salido con Warner, que es una multinacional. ¿Qué diferencias habéis notado?
Es pronto para saberlo. El tiempo dirá si hemos acertado o nos hemos equivocado, lo digo tanto por nosotros como por ellos. Llevamos veinte años en la música y hemos editado discos de todas las maneras posibles. Hemos grabado discos sin un duro, discos con un poco más de presupuesto, los hemos autoeditado, los hemos editado en plataformas independientes… Hemos hecho de todo. Llegado este momento ninguno queríamos saber nada de contratos. Con el segundo disco nos llamaron a la puerta todas las multinacionales. Nosotros no teníamos ningún interés en nada que no fuese grabar un buen disco, y para eso hace falta un presupuesto. Tampoco muchísimo, porque somos de grabar en poco tiempo, lo llevamos todo muy claro al estudio y no se nos va la cabeza haciendo pruebas. Pero queríamos probar, hablamos con Warner y vimos que estaban interesados de verdad, que conocían muy bien al grupo y que no estaban intentando fichar a una banda más. Les gustaba nuestro proyecto y se lo creían, estuvieron mucho tiempo detrás. Hubo muchas conversaciones, y de momento el disco ha salido como queríamos, que eso ya es mucho. Ellos tienen unos canales de promoción mucho más grandes para llegar a más público, aunque yo no he creído demasiado en esas cosas, sigo confiando mucho más en el boca a boca y en los conciertos, pero está muy bien tener más opciones. De momento estamos satisfechos, es una experiencia más dentro de esta industria musical tan extraña que está cambiando continuamente. Dentro de un tiempo podremos decir si ha valido la pena o no.

 

Esta canción que nos está dando pie a hablar tanto (‘Habitación 615’) está escrita en un viaje a México que hicisteis con el primer disco…
No. Bueno, sí. Hemos ido muchas veces a México, pero esta canción concretamente la escribí al volver a España, creo que faltaban dos semanas para entrar a grabar el segundo disco, era inminente. Ya se había acabado la gira del primer disco.

 

¿Qué tal os va por allí? Hay muchos artistas que no pueden girar ni por España, tienen que buscar formatos más pequeños, con menos músicos, y vosotros os vais a México, que económicamente requiere un esfuerzo mayor para costear viajes.
Claro, es muy difícil. Los grupos que cantamos en castellano lo tenemos más fácil para cruzar el Atlántico y visitar otro continente que para quedarnos en Europa, donde es más complicado encontrar público. Hay muchos grupos que desde hace tiempo están buscando allí otro lugar donde tocar sus canciones. Pero es muy caro: billetes de avión, noches de hotel, dietas… Y es muy difícil que puedas llenar allí salas tan grandes como para cubrir todo eso. Nosotros hemos ido muchos años con Nacho Vegas, los cuatro tocamos en la banda de Nacho. La primera vez aprovechamos el viaje de Nacho, entre uno y otro concierto suyo hicimos dos nuestros. La segunda vez fuimos fue con Sounds of Spain o una cosa de estas, con una ayuda, porque si no sería prácticamente imposible. Y la última vez fue con un evento de Promusicae. Vamos muy poco a poco. Tenemos un público, cada vez que vamos las salas son un poco mayores, que está muy bien, y se llenan. Hay gente que nos conoce de Nacho Vegas, ahí hay un poco de público… Nuestro interés es seguir yendo de vez en cuando, hacer más conciertos y giras un poco más extensas por el continente. Después de verano nos estamos planteando ir a México otra vez y aprovechar para visitar otros países también, a ver qué pasa.

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