Las mejores portadas del rock: The Prodigy, «The fat of the land»

Autor:

prodigy-30-10-13-a

«Al fotógrafo no le gustó la música del grupo: ‘Aprecio que esa imagen les haya servido para representar la música, aunque lo cierto es que no pude escuchar el disco más de una vez».

 

«The fat of the land», que despachó más de diez millones de copias, es un clásico del rock electrónico. La historia de su inquietante portada, nos la cuenta Xavier Valiño.

 

Una sección de XAVIER VALIÑO.

Dirección artística: Alex Jenkins y Liam Howlett.
Diseño: Alex Jenkins.
Fotografía portada: Konrad Wothe.
Fecha de edición: 30 de junio de 1997.
Discográfica: XL.

Tal vez la definición de acid-punks que alguien les colocó en su día fuese bastante acertada. Partiendo de la electrónica, con una agresiva puesta en escena y un innegable poderío en directo, sus dos discos previos habían encumbrado a The Prodigy. Sin embargo, sería su tercer álbum el que los catapultaría a otra dimensión, a una audiencia mayoritaria.

Se veía venir que con «The fat of the land» llegaba su momento. Lo que ese tercer trabajo contenía era tan áspero y poderoso como su producción anterior y, además, el adelanto con singles como ‘Firestarter’ o ‘Smack my bitch up’ trajo consigo la polémica. Por lo tanto, la portada de ese álbum tenía que representar ese salto a la primera división, esa belicosa actitud suya. Apuraron el tiempo al límite y no fue hasta el último minuto que encontraron lo que estaban buscando.

Liam Howlett [en la foto], teclista y productor del grupo, siempre ha estado involucrado en la imagen de The Prodigy. Así fue en sus dos primeros trabajos y en los que han venido detrás. Para el tercero, tenía bien claro que quería una imagen poderosa, que mostrase también una cierta sofisticación si pretendían que se les tomase en serio, pero no sabía por dónde empezar.

El título previsto para el disco podría servir de orientación. «The fat of the land» (La grasa de la tierra) era su forma de responder a las críticas que les habían hecho desde distintas instancias por vivir en el campo, concretamente en Essex, cuando su música era claramente urbana y asociada a la escena electrónica. Pero Howlett no hallaba nada que sirviera para representar ese título.

Su primera opción fue contar de nuevo con Alex Jenkins, quien ya había diseñado las portadas de los singles ‘Firestarter’ o ‘Smack my bitch up’ previos al álbum. Jenkins se había graduado en la Universidad de Bath y su ilusión siempre fue llegar a ser alguien en el mundo del diseño gráfico relacionado con la música, como sus admirados Vaughan Oliver (responsable del diseño en el sello 4 AD) o Peter Saville (de la discográfica Factory). A los 23 años se presentó al puesto de director artístico en el sello XL, trabajo que ganó superando a otros 350 candidatos.

Desde ese momento, fue el responsable de la imagen del sello, realizando las portadas y todos los productos comerciales de grupos como Basement Jaxx, Roni Size, Breakbeat Era, Maxim, Freestylers o The Cult. Posteriormente trabajó como diseñador freelance y creativo para varias compañías como Disney o Warner Music UK. En este último caso, fue el responsable de los diseños de 679 Recordings, sello en el que se encargó de las cubiertas de los dos primeros discos de The Streets. De vuelta en Gales, abrió su propia agencia de diseño (Designforlife) en la bahía de Cardiff, obteniendo premios como el Diseñador del Año y Mejor Diseño en los Premios de la Publicidad galeses.

En 1997, cuando tuvo su primer encuentro con Liam Howlett para el diseño de la cubierta de «The fat of the land», empezaron a trabajar en diferentes ideas bastantes extravagantes. Empezaron con la imagen de un enorme tractor americano V8 con ruedas gigantescas arrasando el campo. Una segunda opción fue un Volkswagen Beetle (el coche conocido como «escarabajo») rodeando una farola tras estrellarse contra ella.

Abandonadas estas opciones, pensaron en utilizar alguna imagen relacionada con la naturaleza. El primer proyecto que se les pasó por la cabeza fue fotografiar un gran cerdo que llevaría maquillaje, lápiz de labios y sombra de ojos. A continuación, pensaron en un cocodrilo para dar aquella sensación agresiva que querían mostrar. Ninguna de ellas fue adelante.

prodigy-30-10-13-d

Por fin, en medio de toda aquella tormenta de ideas, salió a relucir un espetón de carne de cordero como los que se pueden ver en los restaurantes de kebabs. Tan seguros estuvieron de que aquel era el concepto definitivo que alquilaron uno de esos restaurantes en la Calle Holloway de Londres durante unas ocho horas. Hasta allí se dirigió el fotógrafo contratado con un hierro candente como los que se utilizan para marcar los caballos. Imprimió su sello en la carne con el título del disco y disparó su cámara.

Alan Jenkins trabajó con aquella imagen en su estudio y llegó a hacer un diseño para la portada. Todo estaba preparado para que aquella fuese la carátula del álbum. Quedaban unos pocos días para su lanzamiento, así que no había nada que temer. Se lo enseñó al grupo y fue entonces cuando el promotor principal de aquella idea, Liam Howlett, se echó atrás. Le parecía demasiado inquietante.

La discográfica necesitaba una imagen para empezar la campaña de promoción y Jenkins se encontró repentinamente con que no tenían nada. Toda la responsabilidad descansaba entonces, exactamente como al principio, en los hombros del teclista de la banda. Por suerte, tan pronto como descartó su propia idea vio en televisión un documental que le proporcionaría de nuevo la inspiración.

Aquella filmación se centraba en la Isla de la Navidad, un territorio de Australia sin autogobierno en el Océano Índico, a 2.400 al noroeste de aquel país y a 360 km al sur de la capital de Indonesia, Yakarta. En la isla viven unas 1.500 personas, y su aislamiento geográfico y la escasa población humana han permitido el desarrollo y la existencia de una flora y fauna endémica de especial interés para científicos y naturalistas, sin apenas interferencias humanas.

En la isla se han identificado trece especies terrestres de cangrejos, que solo dependen de los océanos para el desarrollo larval. La migración anual de más de 100 millones de ejemplares al mar para desovar alrededor de noviembre, después del inicio de la temporada de lluvias y en sincronización con el ciclo lunar, se ha descrito como una de las maravillas del mundo natural.

A Howlett le llamó la atención especialmente esta desorbitada proporción de cangrejos, así que se propuso encontrar alguna foto que le llamase la atención. Una vez más, habló con Alex Jenkins e iniciaron su búsqueda. Jenkins quedó deslumbrado por una instantánea que encontraron de un pequeño cangrejo que alguien había tomado en una playa de Costa Rica.

La fotografía estaba en el banco de imágenes de la compañía Silvestris y había sido hecha por Konrad Wothe. Este fotógrafo y director de cine alemán se había dado a conocer al ganar su primer concurso a los 18 años por construir una cámara panorámica de 360 grados. Empezó fotografiando bandas de folk bávaro, pero pronto se interesó por la naturaleza, así que estudió Biología en la Universidad de Múnich, lo que le ayudó para trabajar como ayudante del cineasta alemán Sr. Heinz Sielmann. Más tarde se independizaría, pasando a fotografiar animales, plantas y paisajes en algunos de los ecosistemas más bellos del planeta, con el objetivo de documentar la vida de los animales en su hábitat natural.

La fotografía del cangrejo la había hecho a principios de los 90, cuando había viajado a Costa Rica con el encargo de filmar un documental sobre monos. En uno de sus días libres, Wothe fue a la playa a tomar algunas imágenes de los cangrejos que viven en el bosque pero que bajan a la playa a desovar. En un momento dado vio un pequeño cangrejo Halloween a unos diez centímetros de él, solitario en medio de la playa y, como sabía que no son peligrosos, disparó su cámara.

El cangrejo Halloween (‘gecarcinus quadratus’, también conocido como cangrejo de luna, cangrejo violinista o cangrejo arlequín de tierra) tiene el cuerpo en forma de trapecio con las puntas curvas. Posee cinco pares de patas, sus ojos son saltones y sus pinzas son relativamente robustas para su pequeño tamaño. Sobre todo destaca por sus vivos y llamativos colores: su caparazón es negro en el centro con un tono entre rojizo y anaranjado en todo el borde, incluyendo las patas. Las pinzas, en cambio, tienen un tono morado.

Todos estos elementos, combinados con la playa solitaria, fueron los que captaron la atención de Howlett y Jenkins. Curiosamente, su elección se había hecho a partir de unas premisas equivocadas con esta especie concreta de cangrejo, que el teclista de The Prodigy y el diseñador desconocían. Según Jenkins, “lo elegimos porque tenía una relación directa con el título el álbum: el cangrejo es una criatura que sale del mar para disfrutar de los despojos de la tierra”.

Había algo en la imagen que no les convencía, el fondo, ya que el animal parecía totalmente estático. Tratándolo con varios programas informáticos, Jenkins retiró el cangrejo de la imagen. A continuación distorsionó el fondo con un efecto de zoom, incorporando finalmente de nuevo al crustáceo, para dar la impresión de que el cangrejo literalmente se abalanzaba amenazador sobre la cámara.

El proceso lo hizo en muy poco tiempo, justo antes de la hora límite para entregar la cubierta definitiva. Se lo envió a Liam Howlett por fax y, por suerte, esta vez el músico le dio su beneplácito. “Me convenció porque pensé que la fotografía tenía la actitud que necesitábamos. Parece como si el cangrejo estuviese diciendo: ‘Esta es mi playa’. Realmente, fue el tratamiento de la imagen lo que logró esa sensación, ya que por muy amenazador que parezca, este tipo de cangrejo rara vez supera los 10 centímetros.

El diseño del álbum se completó con el logo de una hormiga hecho por Terry Whittaker, un ser pequeño y poderoso con el que la banda quería identificarse y que había aparecido por primera vez en el single ‘Firestarter’. Desde entonces, ha sido un motivo recurrente del grupo hasta la actualidad, apareciendo, por ejemplo, en la carátula de su último disco en directo Live, World’s on Fire. En la contraportada, la banda aparecía fotografiada entre desechos industriales y restos de desguaces de automóviles.

prodigy-30-10-13-e

Dentro se acompañaba de una acertada ilustración del grupo a cargo del dibujante Jake y retratos de Pat Pope, Lou Smith, Alex Scaglia y Christian Ammann. No obstante, lo que más polémica causó fue la inclusión de una frase atribuida al propagandista nazi Herman Goering. Fue una sugerencia del máximo responsable del sello XL, Richard Rusell, y Liam Howlett aceptó incluirla al parecerle que la cita tenía relación con la cultura hip-hop: “No tenemos mantequilla, pero yo os pregunto: ¿Preferiríais tener mantequilla o armas? La preparación nos hace poderosos. La mantequilla simplemente nos hace gordos”.

prodigy-30-10-13-f

Todo ello contribuyó a lograr la imagen deseada para un disco de electrónica rock que llegó a lo alto de las listas a ambos lados del Atlántico y que despachó diez millones de copias. Su imagen principal sería reproducida para el epé de remezclas «The added fat», en este caso con el cangrejo sosteniendo en alto una pancarta con información sobre quiénes participaban en el disco, así como en la edición conmemorativa del décimo quinto aniversario de la edición del disco, con el cangrejo multiplicado hasta el infinito convertido en un ejército de crustáceos.

El más sorprendido por ver una de sus imágenes en una portada de un disco fue Konrad Wothe. Después de haber empezado en el mundo de la música y haberlo dejado por la fotografía de flora y fauna, nunca supuso que volvería a verse involucrado en él. Sin embargo, el rock tecnificado de The Prodigy no le convenció de la misma manera. “Realmente aprecio que esa imagen les haya servido para representar la música del grupo, aunque lo cierto es que no pude escuchar el disco más de una vez. Lo siento, pero yo soy más del jazz dixieland”, fue su tajante conclusión.

Anterior entrega de Las mejores portadas del rock: U2, “War”.

Artículos relacionados