La M.O.D.A.: «Nos gustaría tener un mayor altavoz en Latinoamérica»

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«Todo ha sido picar piedra y estar casi todos los días en el local»

La Maravillosa Orquesta del Alcohol termina su gira de 2019 este sábado 23 de noviembre en el WiZink Center de Madrid, en un concierto en el que estarán acompañados, entre otros, por Quique González, Morgan o Fetén Fetén. Antes, David Ruiz habla con Carlos H. Vázquez.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Fotos: ÁLEX RADEMAKERS.

 

Dame una idea y la convertiré en canción. Dame un ser humano y lo convertiré en esclavo. Si quiero que baile a mi ritmo, le haré mover los pies al son del amo. Si te cansas, sigue tu camino, pero no corras, que ser libre no es cosa de velocidad. «Al final del final, donde ya no llega el mar, las noches se queman, la luz nunca se va. ¿Cuándo vamos a parar?», dice David Ruiz junto a los compadres de La M.O.D.A., sobre el escenario, cantando “Nómadas”, del disco ¿Quién nos va a salvar? (Mús Records, 2013). Fueron grandes en salas pequeñas, medianas y gigantes, y con la última gira, la de Salvavidas (de las balas perdidas) (PRMVR, 2017), se están volviendo inmortales.

 

David, dime una canción que para ti represente la libertad.
Pues no sabría contestarte. No tengo un ejemplo muy claro, pero lo que más se puede acercar a lo que me preguntas es cuando escuchas a alguien que ha hecho algo que le ha salido espontáneo o puede que muy trabajado, fruto de mucho talento. Hay gente que lo tiene y le sale solo, pero es algo que ves cuando ha sido libre haciéndolo, siendo honesto con lo que le pedía el cuerpo.

 

¿Se nota que hay menos libertad creativa en ese sentido?
Es una pregunta muy difícil. Depende de lo que se entienda por libertad y por creatividad, porque hay mucha gente haciendo muchas cosas y creo que, entre todo eso, hay cosas muy buenas también.

 

Habéis hecho ciento treinta y cinco conciertos en dos años y habéis agotado las entradas prácticamente… Habéis pasado de recintos pequeños a recintos más medianos y ahora grandes, como el WiZink Center. ¿Cuál es el siguiente paso?
Creo que tampoco lo podemos pensar mucho, porque si no, nos empezamos a preocupar demasiado. Está bien que estemos preocupados por la música, por hacer canciones que nos parezcan a nosotros que merecen la pena, pero en cuanto a lo que pueda venir luego, yo creo que tenemos más o menos claro lo que queremos hacer; no queremos dar un gran salto ni nada por el estilo. Estamos cómodos en las salas, nos gusta tocar para un montón de gente, como va a ser en el WiZink, y eso es increíble. Pero estamos cómodos también en distancias más cortas. No nos planteamos dar el salto a los pabellones o cosas así porque, para empezar, creemos que nos queda todavía grande. Y, luego, porque no nos lo pide el cuerpo en este momento.

 

La primera vez que La Maravillosa Orquesta del Alcohol agotó las entradas fue en 2011, en la sala La Rúa, en Burgos. Creo que fueron trescientas personas… También recuerdo otro concierto en El Sol (Madrid) en el que llenasteis.
En Burgos vino mucha gente a vernos, muchos amigos y familiares, porque era nuestro primer concierto serio presentando algo. Lo de Madrid fue en 2013. Después de dos epés en inglés [No easy road y The shape of folk to come/No easy road] y luego ya un primer disco en castellano [¿Quién nos va a salvar?], fuimos a la sala El Sol y se llenó, sí. En ese momento sí que veíamos que eran pasos importantes y que íbamos al mismo tiempo, porque la primera vez que fuimos a Madrid, con otros dos grupos de allí, había veintiséis personas en la sala Ritmo y Compás, y entonces ya nos parecía que había merecido la pena. Después de varias visitas a salas más pequeñas, aquello nos dio mucha energía. Nos hizo mucha ilusión ver que por lo menos había gente escuchándonos. Tampoco nos planteamos mucho más. Quizá, después del BBK Live, en 2014, nos llamó más la atención y nos impactó que hubiera tanta gente en la carpa a pesar de que estaba tocando MGMT. Pero ha ido todo, más o menos, paso a paso. Piensa que son casi nueve años, muchos conciertos con poca gente… ¡Como todos los grupos! Pero nosotros tenemos la suerte de haber llegado a un público mayoritario, por las razones que sean.

 

Algunas de las razones pueden ser el tipo de sonido, los instrumentos (banjo, mandolina o acordeón)… ¿Pero también ha influido el idioma?
Yo creo que sí. Si hubiéramos seguido cantando en inglés no habríamos tenido la misma trayectoria. Eso está claro, porque la gente no te entiende, mayoritariamente, y tú mismo tienes limitaciones a la hora de expresarte en ese idioma. Pero al hacerlo en nuestra lengua se abren otras posibilidades. También te expones más, pero creo que también conectas más con el público, como ha sido en nuestro caso.

 

«La idea es intentar grabar el próximo disco el año que viene y que se pueda editar a finales de año»

 

¿Qué sensaciones tuvisteis el año pasado, con vuestro primer concierto en Colombia, dentro del festival Rock al Parque? Coincidisteis con Pennywise…
El primero y el único que hemos hecho en Colombia. Fue una experiencia muy guapa. Cuando llegamos al hotel nos encontramos a los de Pennywise y nos sacamos una fotillo con ellos. Estábamos flipando. Era como un hotel gigante donde estaban todos los grupos, y el concierto nos sorprendió mucho; había bastante gente y eso que eran como las tres y media o las cuatro de la tarde. Veíamos gente con las camisetas que se habían hecho ellos, porque nosotros realmente no habíamos llevado ninguna camiseta. También había gente con banderas). Como te digo, flipábamos. La gente se sabía las letras, y también lo recuerdo porque nos cansamos muchísimo. No sé si fue por la actitud o porque no habíamos dormido más que dos horas, pero acabamos el concierto reventados. Lo recuerdo como uno de los conciertos que más me ha costado acabar, porque por un lado estábamos gozando, viendo la reacción del público. Al principio había trescientas personas, pero al terminar había tres mil o cuatro mil. También recuerdo que me ahogaba en las últimas canciones al cantar, y eso que tocamos cuarenta minutos.

 

Tú conoces el sentimiento que hay detrás de una canción, porque has hecho la letra, pero cada persona siente la canción de una manera diferente. ¿Notas ese momento mágico en el que hay una conexión con el público pese a no interiorizar la canción de la misma forma que tú?
Pues no lo sé, porque no sé qué están pensando. Pero eso es lo mejor, ¿sabes? Yo no me imagino nada más; disfruto cuando la gente canta, y no me paro a imaginar qué es lo que están pensando en ese momento, de esa manera, o por qué se le cae una lágrima a alguien. No lo pienso, porque estoy disfrutando de ese momento. Y puede que tengan una interpretación que se parezca… o puede que no. Tampoco me lo he planteado mucho, la verdad.

 

Ya que hablamos de sentimientos, y respecto a la canción “Una canción para no decir te quiero”, ¿crees que decir «te quiero» está sobrevalorado?
¿Tú qué opinas?

 

Que sí, que se dice mucho, pero se siente muy poco.
¿Pero con respecto a qué época?

 

A la actual, porque es todo muy urgente, inmediato. Mucha información en muy poco tiempo. Como que no disfrutamos las cosas.
Sí, estoy de acuerdo. También me pregunto si en otras épocas se pensaba lo mismo, ¿sabes? Si en los años cincuenta había gente que decía que no era como en los años veinte. Eso no lo sabremos, pero siempre me lo he preguntado. Pero sí, estoy de acuerdo con que ahora casi todo es, como tú dices, demasiado inmediato.

 

Pienso que, en el sentido sonoro, no sois mediterráneos, por así decirlo; os desmarcáis de los grupos «festivaleros». ¿Esto es por el clima de Burgos, la experiencia de Dublín…?
Estoy de acuerdo y me siento identificado con lo de no sentirte mediterráneo. Y no por respecto a Irlanda, sino porque somos de Burgos y nuestro clima no tiene mucho que ver con el Mediterráneo. En el fondo, cuando escucho otro tipo de sonidos más cálidos o vamos a tocar a ciertos sitios y veo cómo vive la gente allí, cuántas horas de sol tienen o cuántos días están en la calle, lo entiendo muy bien. Es muy interesante para mí la relación entre la música que hace uno y el clima del lugar en el que se vive. Yo creo que tampoco hace falta ser un experto para ver la música que ha surgido, por ejemplo, en los países escandinavos o las propuestas intimistas que puede haber en los países del norte. Influye mucho.

 

Habéis tocado en la calle. ¿Se vería raro si lo siguierais haciendo?
Lo hemos hecho este año, hace unos seis meses, hicimos cuatro conciertos por los pueblos de Burgos para reivindicar que la cultura pueda llegar a todos los lugares, no solo a las ciudades, y para poner un poco el foco en eso que se ha llamado «la España vacía». Nos hemos sentido muy cómodos, como tocar en el WiZink. Los siete te podemos decir seguro que disfrutamos muchísimo. Lo vimos muy auténtico, porque así fue como empezamos a tocar nosotros.

 

¿Qué te ha cambiado la vida últimamente, además de Dublín?
Sobre todo fue lo de Dublín, pero no hemos notado que nos haya cambiado la vida en ningún momento, ni antes ni ahora. Realmente tampoco nos ha cambiado tanto. Seguimos viviendo en la misma ciudad y más o menos seguimos ensayando en el mismo sitio. Hemos tenido muchísima suerte de poder dedicarnos a esto ahora mismo, y eso no se nos olvida. Es la bomba y, en ese sentido, nos ha tocado la lotería. Pero no hemos tenido un día en el que haya venido alguien que nos llevara a tocar a un estudio en los Estados Unidos, no. Todo ha sido picar piedra y estar casi todos los días en el local, encargarnos de buscar quién nos hacía la portada, preocuparnos por los diseños, por la edición del vinilo o por hacer las camisetas en tal sitio.

 

En 2021 se espera un nuevo disco. No sé si esto es algo que se planea o sale según las circunstancias, pero me pregunto qué método de trabajo tenéis.
Pues en cada disco así ha sido más o menos diferente. En algunos hemos ido componiendo en cuanto sacamos el anterior, otro ha sido un poco más durante gira… Y ya, con el tercero [Salvavidas (de las balas perdidas)], estuvimos casi ocho o siete meses dedicándonos a ello y componiendo más o menos desde cero. Con este último ya lo explicaremos cuando lo saquemos. La idea es intentar componerlo el año que viene y ya veremos si sale el año que viene o no. Vamos a intentar componerlo y grabarlo… y ver qué nos va pidiendo el cuerpo. La idea es intentar grabarlo el año que viene y que se pueda editar a finales de año.

 

¿Primero la letra y luego la música?
Siempre ha sido la música, con una melodía en un idioma inventado que luego se cambia por las letras, cuando ya está todo ensayado. Pero en este nuevo trabajo creo que ha habido por primera vez más canciones que han salido aún más directamente, como en su día pasó con “Campo amarillo” o con “Colectivo nostalgia”. Las cosas han ido más rápidas, más directamente, con la letra en castellano y la música. Puede que sea una novedad con respecto a las anteriores canciones, lo que pasa es que estamos todavía en un período muy inicial.

 

«Artísticamente, sí tenemos toda la libertad de con quién queremos colaborar, con quién nos apetece hacer una canción o qué tipo de música nos apetece hacer»

 

¿Tu poemario Nubes negras tuvo que ver con eso? Letras que no han tenido música o en su momento la tuvieron y sirvieron también como poemas.
No. Realmente tiene un poco de las dos cosas, de hecho. En el libro hay cosas que he escrito sin estar en ninguna canción, y luego hay otras que ya había publicado como canciones pero quería que tuvieran una representación en el libro, aunque fuesen dos frases o cuatro… o dos párrafos o dos estrofas. Ha salido de una manera muy natural. Hay cosas que no veo que sean para una canción y hay cosas que me salen en otros momentos y dejo un poco apartadas, ni siquiera intento que sean luego para una canción.

 

¿Se os quedan muchas canciones en el cajón que luego volvéis a retomar?
Sí, bastantes más letras que músicas. Con la música, normalmente, no solemos ser como otros grupos que igual son más prolíficos y tienen veinte, treinta o cuarenta y cinco demos. A nosotros nos salen más a cuentagotas las canciones en cuanto a la música, pero con las letras, como vamos probando y tachando muchas cosas o apartando ideas, sí que hay material por ahí. Pero muchas veces se acaban quedando en eso: en pruebas, bocetos…

 

A estas alturas, ¿hay algo que os duela? Os habéis hecho fuertes en todo este camino…
Sí que hay cosas que todavía nos sorprenden. Por ejemplo, los que tú crees que lo hacen muy guay y no entiendes cómo funcionan en unos sitios y en otros menos. Hay cosas que desconciertan un poco, pero creo que está muy bien eso, que no sea todo marcado y sea dos más dos. Pero quizá duele un poco lo que hay en los supermercados. El otro día, haciendo la compra, pensaba en la música que ponían en el supermercado, que es lo mismo que una radiofórmula enlatada. Un poco como lo que ponen por la noche en televisión, lo que ha pasado con La Rueda y lo que han estado estafando. ¿Quién controla eso? ¿Son las discográficas las que llegan a un acuerdo con los supermercados y les ponen la música suya a un precio, sabiendo que luego la SGAE va a recaudar parte de ese dinero y les va a retornar? ¿Qué contratos tienen las discográficas con los artistas? ¿Cuánto dinero le dan a los artistas y cuánto se quedan las discográficas? Por eso presionan a las radiofórmulas y presionan a las cadenas, porque es donde va toda la gente todos los días. Imagínate un centro comercial de una ciudad grande de cualquier parte de España. ¿Cuánta gente va a lo largo del día? Está en todos los lados y eso sí que me mosquea. Pero hay mil cosas más que son injustas, ya no solo en la música, por supuesto.

 

¿Piensas que por sonar más en un supermercado vas a vender más?
El problema no es solo que a la gente le limites la capacidad de acceso a otras ofertas culturales o a ampliar su abanico de gustos, es que, aparte de hacerlo todo el rato, lo hacen porque ellos pillan dinero de ahí. Para los que están sonando detrás, va a venir la SGAE y va a recaudar una parte del dinero del sitio que la ponga, y ellos vuelven a recuperar ese dinero. Ya no necesitan vender discos las grandes discográficas, porque ahora se ahorran tener que fabricarlo y tener que hacer plástico y tener que almacenarlo y luego tener que destruirlo, como ha pasado muchas veces cuando se cerraban los contratos. Ahora ya tienen lo que recaudan por la música digital y ofrecen a los artistas contratos muy chungos, normalmente, en los que pillan una parte del digital, de las reproducciones de Spotify y demás plataformas. ¿Cuánto le llega a un artista de un disco entero de iTunes? Búscalo y verás, porque puede ser menos de un diez por ciento. Esto no ha cambiado. Parece que se iba a morir la industria musical y las grandes discográficas por el cambio digital, pero no; se han afianzado y están mejor que nunca. Yo creo que es importante también poner la vista ahí. Están los grandísimos Beyoncé y demás que se han hecho multimillonarios por el digital, pero los artistas, normalmente, tienen unos contratos un poco desiguales, porque esta gente controla que luego suenes ahí o en la radio.

 

Ahora mismo, ¿qué necesitaría La Maravillosa Orquesta del Alcohol?
Nos gustaría tener un mayor altavoz en Latinoamérica. Que pudieran estar nuestros discos ahí, que pudiéramos ir a tocar más fácilmente, que nos pueda conocer más gente… Creemos que es un público muy agradecido, da gusto ir a tocar allí, y la sensación con la que te vuelves en el cuerpo. Supongo que la única manera es esperar y confiar en el boca a boca y no tener prisa, pero si hay otra manera, sería tener que pasar por una discográfica multinacional de las que te hablaba en la anterior respuesta, pero no queremos sentirnos obligados a tener que pasar por ahí. Entonces preferimos esperar igual, ser un poco más pacientes y que pase lo que tenga que pasar. También quiero decirte que no me parece mal que alguien esté en una multinacional. Quiero dejar claro que cada uno puede hacer lo que quiera, es muy lícito. Y entiendo que haya grupos que tengan que estar en una multinacional, porque les han ofrecido un buen trato, pero hay otros tratos que son malos y grupos a los que no les queda más remedio, porque es el sueño de su vida y es la única oportunidad que van a tener y lo aceptan. Pero yo creo que estas cosas, los contratos, tendrían que estar un poco más controladas y reguladas.

 

Por lo tanto, ¿vosotros sentís que tenéis libertad?
Pues dentro de lo influido que está el ser humano en general y dentro de lo que nos influye el grupo (el rebaño), yo creo que estamos, como todos, un poco coartados o un poco manipulados. Pero también encontramos que, por lo menos artísticamente, sí tenemos toda la libertad de con quién podemos o queremos colaborar, con quién nos apetece hacer algo, a quién queremos invitar a un concierto nuestro, con quién nos apetece hacer una canción o qué tipo de música nos apetece hacer a nosotros, cuándo sacarla y cómo sacarla. No podemos pedir más. Estamos muy contentos así.

 

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