La inesperada resurrección de Negativo

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Negativo en directo.

«En el año 78 y 79, en Donosti, Negativo éramos unos extraterrestres»

 

Las circunstancias de la época, el contexto y la propia naturaleza de la banda, impidieron que sus canciones vieran la luz. Ahora, cuarenta años después, se publican en un recopilatorio muy especial que recuerda por qué fueron los más gamberros del punk y también los más olvidados. Sobre su historia y los motivos de este rescate, habla su fundador y guitarrista, Ángel Altolaguirre, con Sara Morales.

 

Texto: SARA MORALES.
Fotos: KIND OF STUDIOS (foto 2). ARCHIVO PERSONAL DE NEGATIVO (resto de fotos).

 

El 2022 comenzaba con una bonita sorpresa para los oriundos del punk y para los nostálgicos de los ochenta, para los románticos de las hordas subversivas de nuestra música y también para los devotos del coleccionismo. Negativo, aquella banda donostiarra que muchos no olvidan, pero que pocos rescatan del pasado porque apenas hay material para hacerlo, atravesaba de lleno la actualidad con la publicación de algunas de sus canciones en un recopilatorio, NEGATIVO 1977-1980. Los trallazos irreverentes y urgentes, a medio camino entre la insurrección, el caos y una ávida acidez conceptual y letrista, que un día de 1978 comenzaron a levantar Pablo Gascue (voz), sustituido tras su muerte por Borja Zulueta, Ángel Altolaguirre (guitarra y voces), Rafa Balmaseda (bajo) y Luis Ruiz (batería), han vuelto a sonar más alto e infecciosos que nunca. Recobrando su fuerza, aplastando al tiempo.

Más de cuarenta años después, sí. Cuando parecía que ya nunca sería posible desenterrar de entre los recuerdos y el cromo aquellas canciones disidentes y kamikazes. Cuando los cinco gamberros del norte habitaban inertes, desde hace décadas, en las melancolías de una época; conformados ellos, y también nosotros, a persistir en la memoria que a veces es traicionera. Cuando nadie lo esperaba, cuando nadie contaba con ello, va y ocurre. «Si te soy sincero, yo no tenía ninguna intención de hacer esto. Ni se me hubiese ocurrido, la verdad. Para mí es una etapa pasada de mi vida que conservo en el corazón con muy buenos recuerdos, pero nunca se me habría ocurrido traerlo al presente». Afirma Ángel Altolaguirre, padre fundador, guitarrista, segundas voces de Negativo y productor, cuando le asalto para charlar y aplaudir esta resurrección.

Hoy, convertido en profesor de Yoga y Reiki, y en reputado compositor de música para estas disciplinas (habiendo triunfado en Japón con una de sus composiciones), Ángel ha seguido presente todos estos años en la escena, y en nuestras cabezas, por su inolvidable e intachable trabajo como productor de bandas como los Pegamoides, los Desechables, Nacha Pop… Siempre detrás de los focos, recluido en su estudio a los mandos de la mesa de sonido; engrandeciendo el lenguaje de otros y dejando en un segundo plano las ilusiones de su propia banda (Negativo), cuando asumió que ya no era posible continuar. Después él, como sabemos, siguió volcado durante años en el sonido profesional y siguió publicando música de meditación (hasta ocho discos tiene subidos a Bandcamp). Ahora continúa con todo ello e incluso anda preparando un disco bajo el nombre de Ángel and Arrows, llamado Bow and arrows, que también editará Subterfuge posiblemente en primavera, y que él mismo define como su «vuelta al rock and roll».

Por su parte, Rafa Balmaseda se sumó a las filas de Parálisis Permanente y continuó buscándose la vida en la música donde todavía hoy continúa; Luis Ruiz desapareció de ella; mientras que Pablo y Borja, las voces de aquella banda sinvergüenza, en la etapa que le correspondió a cada uno, se apagaron tristemente hace ya unos años. Pero volvamos sobre todo ellos, volvamos sobre Negativo.

 

Ángel Altolaguirre en la actualidad.

«Éramos los únicos que teníamos una proyección más aperturista y flexible. Era un shock vernos y oírnos»

 

La génesis de una resurrección

La idea de traer al presente parte del catálogo de Negativo, el que corresponde a los años entre 1977 y 1980, con Borja Zulueta al frente del micrófono, nació de Carlos Galán, capo de Subterfuge y uno de los más admirados gurús musicales de nuestra escena. Cuenta Ángel, que Carlos les puso sobre la mesa esta propuesta hace ya varios años pero, entre la inercia de las agendas y el azote del Covid, todo se ha ido retrasando hasta ahora: «A mí me sorprendió cuando me propuso rescatar nuestras canciones, pero él tenía muy claro que debía hacerse y ha puesto toda la carne en el asador». Sin embargo, todo empezó a cobrar sentido de verdad cuando, hace dos años, falleció Borja y el resto de miembros volvieron a reunirse para homenajearle con un concierto: «Ensayamos durante una mañana en el local de ensayo de mi sobrino, que también es músico, y por la tarde noche fue el concierto. Como no teníamos cantante, y a mi sobrino le hacía mucha ilusión tocar con nosotros esas canciones, fue quien se encargó de poner la voz. Así que allí salimos al escenario, nosotros tres y mi sobrino, a homenajear a Borja recordando la obra de Negativo. Me hizo ilusión ver el proyecto en marcha de nuevo, volver a sentirlo en directo; fue como darme cuenta de que aquello volvía a tomar la dimensión necesaria». Al preguntarle sobre si a Borja le habrá gustado el tributo, allá donde esté, Ángel es rotundo: «Sí, le habría encantado, se habría vuelto loco. Aunque también es cierto que Borja, ya al final, estaba un poco tocadito; así que de haberlo tenido que hacer estando vivo, nos habría tocado tirar bastante de él. Pero yo lo habría hecho, aunque fuera sacándole de las orejas al escenario con todo mi amor, e incluso en brazos, si hubiera hecho falta».

 

El ADN de Negativo

Ya puestos a prueba a sí mismos, contando con una nueva voz (la de Iñaki Altolaguirre, sobrino de Ángel) y la propuesta de Carlos Galán acerca de rescatar su repertorio en un disco, todo empezó a cobrar sentido de verdad. En su día, nos les fue posible dejar registradas sus canciones en ningún formato; por eso este disco hoy tiene tanto valor, el valor de que sencillamente, hasta ahora, no había podido ser, no existía. Los motivos los resume Ángel, entre risas y nostalgia, con una sola frase: «En el año 78 y 79, en Donosti, Negativo éramos unos extraterrestres».

Asentados en el sonido punk que azotaba Occidente en aquellos años de eclosión del género, Negativo supieron revestir su propuesta de cierta mirada al pasado tirando de raíces proto punk, como los Stooges o el guitarreo a lo MC5; pero también rescatando la cara más irreverente, y al mismo tiempo sofisticada, del glam (Bowie, Marc Bolan, Slade..). «Me crié en una bolera, cuya planta de arriba era una iglesia en la que hacía de monaguillo. Recuerdo que me pagaban unas tres pesetas por misa y yo bajaba corriendo con ellas para echarlas en la máquina de música de la bolera, en la que sonaban todos estos músicos», relata Ángel.

Los referentes de la banda eran variados, dentro de que Rafa y Ángel compartían admiración por tótems como Wire, los Clash, los Ramones… Sin embargo, Ángel confiesa especial devoción, antes y ahora, por el manejo a las cuerdas del guitarrista Chris Spedding: «Es un maestro, me sigue encantando. Escucho sus discos y me eleva muchísimo».

A nivel creativo y conceptual, el imaginario de Negativo partía de la fascinación del propio Ángel y Pablo Gascue (primer cantante de la banda) por los cómics. Esa manera de comprender el mundo a través de la viñetas, ese gusto por la ilustración narrativa a todo color, se trasladaría casi de un modo inconsciente a la forma de componer sus canciones, a base de letras que narran historietas surrealistas a partir de hechos y vivencias reales. Ángel recuerda con cariño dos temas en especial que, no entran dentro de este recopilatorio que acaba de ver la luz, NEGATIVO 1977-1980, pero sí pueden escucharse en Spotify y, además, verán la luz en una segunda compilación prevista para dentro de un tiempo: «Con la letra de “Orgasmos”, escrita por Pablo, te partes de risa. Y luego hay otra muy bonita, “Pánico en Alderdi Eder Park”, que refleja lo que vivíamos aquel entonces en Donosti, desde la visión de un niño». Cuenta que, en aquellos años, Alderdi Eder, ese bonito parque de la capital donostiarra, era el centro neurálgico de las manifestaciones y guerrillas político-sociales; y esta canción relata esas experiencias combativas que sucedían a diario desde una mirada infantil, desde la inocencia: «Ya sabes, esa forma que tenían los maderos, los grises, de entrar dando hostias a todos, ya fueran adultos, niños, abuelos… Recuerdo que las mamás debían salir corriendo para no recibir, con sus hijos encima llorando y pataleando porque se habían quedado sin su merienda y sin su rato de parque. Eso era lo que vivíamos allí cada día». Una obra, la de Negativo, hija de su tiempo porque pese al tono sedicioso, irónico e insurrecto de su contenido, supieron mimetizar a través de ella el contexto y el ambiente de una época; la que le tocó vivir a esta banda y a la que aprendieron a describir a partir de su propio lenguaje.

Luego Pablo dejaría la banda y enseguida entraría Borja a sustituirle. Ángel lo recuerda así: «A Borja ya le conocía por ser el cantante de Brakaman, él era mayor que nosotros y éramos muy fans de él y, a su vez, él era muy fan nuestro, venía a todos nuestros conciertos. Por eso, con la llegada de Borja entró la madurez al grupo y el saber estar, hasta entonces éramos unos locos de la vida».

 

¿Por qué ahora y no antes?

Cuesta comprender qué tendría de marciana la música y las letras de Negativo para que no encajaran en ningún lugar aquellos años. Pero Ángel asocia las dificultades que encontraron a dos hechos circunstanciales. Por un lado, aquellos años en que Negativo estaba viva, Ángel tenía cerca a Santi Ugarte, uno de los primeros promotores potentes que hubo en el norte, con su propia tienda de discos y quien, además, era el mánager de La Orquesta Mondragón, con los que el propio Ángel también trabajaba. Ugarte creó una iniciativa llamada Donosti town, con la que daba cobijo a bandas como UHF, Puskarra…, pero en la que, al parecer, Negativo tampoco tenían su sitio. «Ahí no encajábamos nosotros tampoco porque éramos los chungos, los malotes, nos iban las drogas, ya sabes, éramos más subversivos». Y por el otro lado, estaba el abertzalismo incipiente, donde encajaban menos todavía: «Estábamos como mal vistos dentro de esta facción, no entendían nada de nosotros. En aquella época yo tenía una novia peluquera y me cambiaba el pelo de color cada semana. A ellos les parecía un bicho raro».

 

Ángel Altolaguirre y Rafa Balmaseda en El Huerto.

«No fuimos un grupo de grandes canciones, hacíamos temas como una metralleta. Cuanto más cortos y rápidos, mejor; cuanto más ruido y guitarreo, mejor»

 

Les costaba encontrar su lugar en los diferentes escenarios que les ofrecía la época, jamás dieron con su sitio; sin embargo, estaban en todas partes, Negativo eran más que conocidos en la escena. «El propio Santi Ugarte, que tenía mucha visión de las cosas, cada vez que montaba un concierto, ya fuera en el Velódromo de Anoeta o en el polideportivo, nos llamaba para que fuéramos los teloneros. Negativo hemos teloneado a todo quisqui allí. Nosotros éramos los únicos que teníamos una proyección más aperturista y flexible; éramos tan extraterrestres que lo mismo podíamos telonear a un grupo heavy, que a un grupo pop o a lo que fuera. Era un shock vernos y oírnos porque éramos una banda muy potente y con unas pintas de trueno».

 

El recopilatorio, NEGATIVO 1977-1980

En este disco que acaba de ver la luz, de la mano de Subterfuge, no están todas las canciones que componen el catálogo de Negativo porque, este recopilatorio, es solo la primera parte de todo lo que tienen pensado publicar. NEGATIVO 1977-1980, recoge los temas que están cantados por Borja Zulueta (el segundo vocalista de la banda), pero hay otro disco, que ya puede escucharse en Spotify y que más adelante saldrá en vinilo, con el repertorio de la época en que Pablo Gascue era el frontman, y que reúne canciones como las que mencionábamos antes, “Orgasmos” y “Pánico en Alderdi Eder Park”. «En este segundo recopilatorio el sonido es todavía mucho más crudo, más punkarra, en comparación con el que acabamos de publicar», matiza Ángel.

Lo que encontramos en este NEGATIVO 1977-1980, también es puro Negativo, puro nervio y pura corrosión. Un disco que arranca por todo lo alto con “Sor Teresa la pervesa” y que a Ángel le invita a reflexionar lo siguiente: «Tú imagínate que un grupo sacara una canción como esa ahora. Se llevaría palos por un tubo». Este tema, uno de los más significativos de la carrera de la banda, demuestra también su carácter innovador en el sonido, yendo incluso por delante del punk coetáneo con detalles experimentales que los llevaron, como decíamos antes, a englobar una visión más aperturista que el resto de grupos en la época. Quizá fuera esto mismo lo que les llevara a no encajar del todo en la escena del momento en Donosti.

Recuerda Ángel, sin embargo, que una de las ventajas de vivir allí era la cercanía con Francia porque, a tan solo diez minutos de distancia, podían hacerse con música, discos e ideas que todavía no se estilaban en nuestro país: «Era maravilloso porque había discos internacionales, como por ejemplo el God save the queen, de los Pistols, que conseguíamos tener en nuestras manos un mes antes de que llegaran a Madrid. Íbamos por delante con respecto a los nuevos sonidos y las novedades musicales». Pero ahí no quedaba la cosa: «También usábamos Francia para traernos, de extranjis, guitarras Gibson y amplis Marshall que llegaban de Londres. Teníamos un contacto pirata allí, a través del cual hacíamos contrabando de todo eso. Ahora ya se puede decir», confiesa Ángel entre risas.

De los catorce temas que levantan NEGATIVO 1977-1980, cabe mencionar el que se erigió en su día como emblema de la banda, y así continúa, “El mono de Alicia”. Una canción que, el propio Ángel, asegura ser la que mejor ha soportado el paso del tiempo: «Es un cañón. Habla de una experiencia que todos vivimos de cerca en el País Vasco: nuestra relación con la heroína, el dolor que causó su presencia allí, igual que en todas partes, y el daño que hizo aquellos años en los que no había información sobre ella y su consumo». Cantarla en el 77 debió ser un acto de valentía, en un ejercicio de realismo ante el que, como explica Ángel, «la gente no terminaba de tener claro de qué estábamos hablando, si la letra hacía referencia a una visita al zoo, a unas vacaciones en la selva…». Quizá por todo ello, por su trasfondo, sus intenciones y su osadía revestida, continúe siendo hoy uno de los símbolos de Negativo y de la realidad de aquella época.
También “Ansiedad”, venerada entre el público de la banda; “La espada y la pared”, con un riff de guitarra muy efectivo y muy similar al de “Sor Teresa la perversa”; y “Pis”, «un tema cortísimo, como un pis, con el que Rafa y yo todavía no seguimos volviendo locos», describe Ángel. «Creo que Negativo no fuimos un grupo de grandes canciones, fuimos un grupo punk que hacíamos temas como una metralleta. Cuanto más cortas y rápidas, mejor; cuanto más ruido y guitarreo, mejor…», cuenta enfatizando la idea de que le apetece mucho llevar estas canciones otra vez al directo. Así que sí, parece que habrá conciertos de Negativo en el siglo veintiuno.

Mención especial merece también la portada que ilustra NEGATIVO 1977-1980. Se trata de un cartel que les hizo Iván Zulueta, en su día, para publicitar unos bolos que iban a dar por Valencia. Zulueta, artífice de buena parte de la iconografía de la banda y hermano de Borja, el que fuera voz de Negativo en esta segunda etapa que andan rescatando, siempre les apoyó. Así lo recuerda Ángel: «Iván siempre andaba por ahí con nosotros, venía a vernos a los ensayos, era un amigo más… Era todo muy natural y, en su momento, no le dábamos más importancia. Pero mira, al final, que en la canción central de Arrebato (película de Iván Zulueta, 1980) suene Negativo es porque Iván era superfan nuestro. Un tío muy generoso y amoroso. Así que tiene todo el sentido del mundo que la portada de este disco sea suya».

 

Negativo en directo.

«Tras una noche de concierto en el Rock Ola se acabó todo»

 

Devolviendo casetes al presente

Quizá la parte más emotiva y valiosa de este recopilatorio resida en el hecho de que las canciones rescatadas sean exactamente las mismas que la banda dejó grabadas, en casetes, hace más de cuarenta años. Un toque de romanticismo y de desafío al tiempo en el que fueron concebidas, pero también al espíritu que todavía habita en ellas por haber sabido mantener el latido del punk primigenio, a la vez que siguen sonando totalmente vigentes. He aquí la gracia de la tecnología: «Ahora es fácil acceder a un estudio, yo mismo tengo uno montado en mi casa y lo grabo prácticamente todo aquí; pero entonces no teníamos estas facilidades y no había multipistas o costaban un dineral. Así que lo que hacíamos era grabar en el local con una pletina de casete. En esa pletina yo colocaba los dos canales (L y R), los ponía en una mesa antigua de válvulas y luego ponía un micro a la batería, otro al bajo, otro a la guitarra, otros a la voz y dos micros de coro. Así nos poníamos a tocar, grabábamos un trocito y ya todo era cuestión de “prueba y error” porque no podías mezclar. Yo iba moviendo los micros en función de lo que oía que se había grabado. Antes se hacía así, no había otro remedio. Y si lo querías hacer con gusto te tirabas un buen rato». He aquí, ahora, la magia de la artesanía.

Y esto es lo que suena en Negativo 1977-1980. Las canciones se han mantenido fieles a sí mismas, ni se han regrabado, ni se ha sobregrabado nada en ellas. La dificultad de este rescate en el tiempo, sin embargo, ha sido recuperar esas cintas, que en su mayoría conservaba Luis, el batería, y pasarlas a digital. Una labor para la que Ángel y el resto del grupo prefirieron contar con un amigo, Miguel Ángel Caballero, que tiene un estudio aquí en Madrid, AudioPost, y que podía dedicarse a ello a tiempo completo siempre bajo la supervisión de Ángel: «Estuve en contacto con él durante todo el proceso. Encontramos la dificultad de que como el cromo de las cintas de casete se degrada con el paso del tiempo, y se pierde, había fragmentos de canciones que faltaban. Eran minúsculos, pero faltaban. Este trabajo lo hizo Miguel Ángel maravillosamente bien, pero sí, todos los planos que se escuchan en el disco son los originales».

 

El final que nadie habría querido

Según cuenta Ángel, el ocaso de Negativo y su desintegración vino dado porque, además de que no terminaban de tener proyección en su tierra, él tenía su trabajo aparte en la tienda Discos Ugarte y como técnico de sonido de La Orquesta Mondragón. Negativo, al fin y al cabo, era una inversión, un añadido jugoso, vehemente y apetecible, pero que nunca pudo establecerse como proyecto único y solvente para sus miembros.

Sin embargo, el detonante del adiós vino motivado por un hecho muy concreto, fruto del contexto en el que nació y vivió la banda, que nadie como el propio Ángel puede relatar mejor: «Teníamos un centro de reunión que era un bar, El Huerto, donde se hacían conciertos y donde nos juntábamos todos los amigos y conocidos a pasar el rato. Era como nuestra casa, nuestro segundo hogar. Rafa pinchaba allí, nosotros tocábamos a menudo, allí también tuvo lugar el comienzo de Derribos Arias y montábamos unos fiestas de puta madre; de hecho, los Clash, cuando vinieron a Donosti a tocar, también pararon por El Huerto a tomar algo en una fiesta a puerta cerrada. Era un sitio especial. Pero una noche, después de estar en la discoteca Ku, teníamos ganas de continuar la fiesta y, como yo tenía llaves de El Huerto, nos fuimos para allá a seguir. Estando allí, las siete u ocho personas que éramos, explotó un pepinazo. Nos habían puesto un petardo. Pero un petardo que si nos llega a pillar a alguien en el baño, que es donde lo habían puesto, hubiese sido fatal. No sé si fue medio kilo o un kilo de goma 2, pero destrozó medio bar. En aquella época yo trabajaba como técnico de sonido de La Orquesta Mondragón, pero también curraba para otros conciertos y cubría muchos de cantautores, que era la música que más sonaba en aquel momento. Fue a través de esta escena, y sus contactos, por la que llegué a conocer a gente de ETA. Un día estuve trabajando de técnico en un concierto de uno de estos cantautores, del cual prefiero no decir su nombre, y como allí en el País Vasco existe la costumbre de las sociedades gastronómicas, en las que se juntan los socios a disfrutar de la comida y uno de ellos es el que cocina, después de aquel concierto me invitaron a cenar. Cuando llegamos allí, mientras yo me quitaba mi chupa de cuero para dejarla en la silla, vi como algunos se quitaban sus chaquetas también pero, además, las cartucheras. Así, con toda la naturalidad del mundo. A mí aquello me impactó muchísimo. El caso es que esta historia, me sirve para explicar que, a través de esta gente, y contactos de sus contactos, pude preguntar por qué nos habían puesto la bomba en El Huerto y si éramos objetivo de la organización por ser como éramos. Me aseguraron que no y que quien había puesto el petardo era alguien que conocía la localización de un zulo. Un tío de Donosti al que yo además conocía y que, al parecer, había ido al zulo, había cogido la carga, la puso en el baño con su temporizador y provocó lo que provocó. Así que un día, unos cuantos amigos, el dueño de El Huerto y yo nos plantamos en la sociedad a la que él solía ir a tomar el café y jugar a las cartas. Cuando entramos, la tensión se podía cortar con un cuchillo. Pedimos unos carajillos y, en alto y señalándole con el dedo, dije: “El responsable es aquel” . Dije su nombre y su apellido y se quedaron todos alucinados, sin saber muy bien qué podía pasar. Ellos no sabían a qué habíamos ido allí, si íbamos con intención de reventarles el bar, con intención de bronca… Así que la tensión era tremenda. Le mantuvimos la mirada fijamente al tipo durante unos segundos, nos dimos media vuelta y nos fuimos; sin pagar los carajillos, claro».

Ángel lo relata ciertamente sobrecogido y con el tono serio. Aquello pudo haber sido una tragedia, fue una de esas experiencias que no se olvidan, que se llevan ya encima para siempre y que, además en este caso, supuso un antes y un después en su propia vida y, a consecuencia, en la vida de Negativo. «Después de aquello estuve como seis días sin poder ir a mi casa, no podía dormir, oía cualquier ruido y me sobresaltaba, me temblaban hasta las pestañas. Estuve en shock una semana. Después, un amigo me dejó una moto y estuve durante un tiempo haciendo carretera, sin salir del País Vasco, pero sin parar. A poder ser en sitios de montaña, donde no hubiera pueblos ni civilización. No podía parar, Sara, te lo juro. Paraba a echar gasolina, oía el ruido de una cafetera, y salía corriendo». Ángel no tiene reparo en reconocer que todo aquello le supuso un trauma. Cómo no. Lo extraño hubiera sido que no hubiera hecho mella en él. Aquel suceso pudo haberles costado la vida en aquel momento o, por venganza e intimidación, más adelante. Este fue precisamente el punto de inflexión en la historia de su vida. Cuando logró recuperarse del todo y dejar atrás lo ocurrido, ciertamente superado ya, decidió que no quería estar más allí, que ese temor no era lo que quería para su día a día; así que cogió sus bártulos y se fue a Madrid.

 

Un nueva vida

Cuando llegó a la capital a principios de los ochenta, él traía los deberes hechos; no venía a ciegas. Había contactado con Santiago Cano, al frente de Roll -importante oficina de management de la época- para trabajar en ella, en un tiempo en que en su cartera de artistas ya figuraban nombres como Mamá, Alaska y los Pegamoides y Nacha Pop. Afortunadamente, y gracias a la experiencia y al currículum que avalaban la profesionalidad de Ángel, enseguida encontró su sitio como técnico de sonido de esas tres bandas. «Llegué y besé el santo, como suele decirse», confiesa Ángel.
Y luego vendrían otras tantas, y más trabajo, comenzando así una nueva vida para él; una nueva etapa por la que hoy sigue siendo recordado y reconocido en la escena, como uno de los más admirados productores de la música española. Además, nunca le dio demasiado tiempo a echar de menos los escenarios porque, a pesar de que a partir de aquel momento se iba a posicionar al otro lado de la música como técnico de sonido, en realidad Ángel nunca dejó de tocar: «Como hacía colaboraciones con una banda, con otra, con unos amigos y con otros, nunca sentí que me desprendiera de ese lado de la música».

¿Pero qué pasó con Negativo? Le pregunto. «Hubo un intento de recuperarlo y mantenerlo con vida. Rafa, Borja y Luis se vinieron a Madrid al poco tiempo, para ver si existía la posibilidad de seguir con la banda aunque fuera desde aquí, pero no fue posible. Recuerdo que tocamos una noche en el Rock Ola, concierto para el que contamos con Toti Árboles a la batería, y ahí se acabó todo».

Aquel día se cortó la historia de Negativo. Una pausa, una ausencia, que se alargaron hasta este presente en el que nadie esperaba, ni siquiera ellos mismos, que la resurrección sí fuera posible. Solo ha hecho falta esperar algo más de cuatro décadas, contar con la aparición de otro ángel llamado Carlos Galán, rescatar unas casetes y volver a hacer sonar unas canciones que le pusieron taquicardia a una época y a un lugar que pertenecen a la historia de nuestra música. Unas canciones que nunca encontraron su sitio, pero que ahora habitan en uno privilegiado llamado NEGATIVO 1977-1980, y en otro imperecedero: la memoria colectiva.

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