La deriva sentimental, de Parade

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DISCOS

«La deriva sentimental es enormemente disfrutable, con sus cambios de ambientación y su aire siempre clásico»

 

Parade
La deriva sentimental
JABALINA MÚSICA, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Recuerdo aún la sensación que me atacó al escuchar el primer disco de Parade, allá por finales de los 90. Canciones como “Cielo”, “Serpentina” o “La casa azul” creaban un universo especial y unas maneras pop desacostumbradas, a la vez clásicas y de misteriosa belleza. Por aquellos años, viajaban junto a Antonio Galvañ unos cuantos compañeros de generación que después han seguido haciendo discos, pero sin el reconocimiento popular que merecían. Fue uno de los periodos más fructíferos de nuestro pop, pero ha resultado injustamente olvidado. Quizás porque las canciones que germinaron fueron espléndidas, pero destacaban por la intimidad y el tono menor.

Parade también ha seguido haciendo discos, y en La deriva sentimental ha reclutado a algunos de esos compañeros de generación —también los hay de otras—, que son al mismo tiempo sus artistas favoritos, para que colaboren con él. Así que, más que nunca, este es un disco de canciones, de artefactos que se construyen sin atender a un hilo conductor, planetas de un sistema propio, cada uno en su órbita. Frente a otros discos de Parade en que se notaba una cierta ambientación común, aquí destaca sobre todo la construcción de los temas.

Y entre ellos, el que ha sido escogido como single, “Esa música”, en el que la guitarra de Jaime Cristóbal borda una delicada melodía sobre las canciones de la adolescencia, esos temas despreciados por sentimentaloides que nos despertaron ensueños y sentimientos. Música que está cargada de cursilería, “pero cómo nos tocó”, dice la letra. En el fondo es lo que seguimos buscando. Y como Parade lo fagocita todo, pues tras esta elegancia en las guitarras, se acerca incluso al soul con “Por un sol si do re fa”, con Las Kasettes en los coros dándole fuerza al ánimo negro de la batería.

Si acaso algún tono aparece, aunque no de forma completa, sino en alguna canción, es el de la balada italiana de los 70. “Josephine”, una versión de Magnetic Fields, se inicia con un piano desgarrado y melodramático, y parece que va a entrar Richard Cocciante cantando “Bella sin alma”. Quien entra realmente es Alondra Bentley y la dulzura de su voz. También tiene el piano y la divagación en la letra de la canción italiana la colaboración de Alberto Montero en “Contigo en un incendio”.

Hay, además, un par de perlas pop. La primera, “Camino”, con la voz grave y esplendorosa de Kiki d’Aki en un cruce entre el tecno pop de los 80 y el festival de los 70. Y todavía más festivalera es la sorprendente “Yo me enteré”, con las voces de Doble Pletina, para una historia ligera de infidelidades ye-yé que parece esperar a que Palito Ortega coja el micrófono.

Sea como sea, La deriva sentimental es enormemente disfrutable, con sus cambios de ambientación y su aire siempre clásico que ya desde la apertura con “Letras, canciones, literatura” queda marcado en la voz de Teresa Iturrioz. Y no solo las músicas, en los invitados, sino también las letras que, como siempre en Parade, le dan la vuelta al calcetín de la realidad — “Manzanas para dos” es un cuento de terror al revés— para convertirla en el espejo de Alicia.

Anterior crítica de discos: No home record, de Kim Gordon.

 

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