José Luis Pardo: Dándole unas vacaciones al blues

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“El blues ahora mismo está en un buen momento artístico, pero económicamente está pasando por un momento muy malo, y si la gente no se puede dedicar a eso completamente también se va a estancar el crecimiento. Para que el blues se establezca bien la gente tiene que poder vivir de ello”

 

El músico argentino, director de la Escuela del Blues de Madrid y habitual en giras mundiales de Michael Burks y Willie Buck se desmarca por primera vez de la formación The Mojo Workers para presentar su trabajo “Trece formas de limpiar una sartén”. María Martín Consuegra habla con él.

 

 

Texto: MARÍA MARTÍN CONSUEGRA.

 

 

Cuenta José Luis Pardo (Buenos Aires, 1981) que es la primera vez que en uno de sus discos las canciones resaltan más que los instrumentos. Lo cuenta extrañado, emocionado y casi con ganas de quitarse el apellido “blues” que casi siempre le acompaña allá por donde va. No es de extrañar que nos empeñemos en relacionarlo con este género. Además de ser el director de la Escuela de Blues de Madrid y de haber acompañado en giras mundiales a músicos como Michael Burks, Willie Buck o Jimmy Burns, José Luis Pardo lleva a sus espaldas una década de blues rock, rhythm & blues, jazz añejo… con la formación The Mojo Workers.

No obstante, en “Trece formas de limpiar una sartén”, el primer disco del argentino al margen de The Mojo Workers, la cosa cambia. Hay blues, tiene que haberlo, pero en esta ocasión se utiliza como herramienta a través de la que llegar al pop, al soul, al rock and roll o incluso a la canción popular. Aunque el sonido es “añejo, viejuno”, la tecnología ha sido una pieza clave en el proceso de grabación, ya que el trabajo ha sido producido entre Argentina, EE.UU. y Buenos Aires. El inglés y el castellano, lejos de servir de elemento distanciador entre las canciones, dan empaque a unos temas que hablan de viajes, comienzos y despedidas. Muy acertados para afrontar una nueva etapa, como la que afronta ahora José Luis Pardo.

 

“Trece formas de limpiar una sartén” supone tu quinto disco como solista, pero el primero al margen de The Mojo Workers, tu otro proyecto musical. ¿Por qué ahora?

Fue una necesidad artística personal. Me dediqué muy de lleno al blues durante muchos años y tuve la suerte de poder recorrer el mundo, eso da lugar a muchos viajes y experiencias. Necesitas frenar porque las canciones se van acumulando aunque sin forma definida. Hace dos años me decidí a darles forma. Hay mucha gente que me ha dicho: “Pero bueno, si te está yendo bien con el blues, ¿por qué decides hacer esto, que es como empezar de cero, crear una nueva base de gente que te vaya a ver? A los bluseros de pura cepa a lo mejor no les va a gustar…”. Pero para que el arte se mueva tiene que haber gente que haga versiones muy bien, eso está muy bien, pero también tiene que haber gente que apueste por cosas nuevas. Yo tomé ese desafío. Me puede salir bien o mal. Estoy contento con en el resultado.

Hace dos años que decidiste parar y reordenar esas canciones, pero, ¿cuánto tiempo han estado guardadas en un cajón? ¿En cuánto tiempo se ha gestado este disco?

Algunas tienen hasta diez años. Las canciones se van acumulando, sabes que están ahí pero no les haces mucho caso. Lo que me pasó también es que cuando empecé a trabajar sobre ellas y me puse en modo composición nacieron muchas más. Muchas nacieron al final.

 

¿Cómo fue el proceso de grabación?

El disco lo hice con un amigo mío, Gabriel Cabaglia, que es quién toca la batería, y vive en Argentina. Estuvo muy interesante porque las bases las grabamos en Argentina, en el estudio Moma. Muchas cosas las grabamos en España, algunas cosas en EE.UU…. Aunque la producción suena muy simple y viejuna en algún punto, la tecnología fue fundamental para mandar archivos todo el tiempo, compartir ideas, escuchar…

 

¿Cómo das con Alana Sinkey y cómo acaba cantando en tu disco?

Alana Sinkey se dedica mucho más al soul, pero hice una canción que se llama ‘Olvidarme de vos’ y se me ocurrió hacerla en portugués. Ella es de una colonia portuguesa y me pareció que era la voz indicada. La conozco de las jams de Madrid y también de Madrid Blues Ghetto, el grupo de blues que tenemos los profesores de la escuela de Blues de Madrid en el que ella también canta.

En algunos conciertos has llegado a reunir a diez músicos en el escenario. ¿Te planteas llevar este formato a todas las ciudades?

Lo bueno y lo malo del disco es que tiene muchos pesos pesados y es muy difícil juntarlos, pero cuando eso sucede es increíble. Es un formato complicado de sacar fuera de Madrid, pero no por eso deja de ser posible. Yo me lo planteo, hay que ver si se lo plantean los que nos contratan (risas). Estoy muy contento artísticamente, pero este disco ha coincidido con un momento un poco complicado para la música. Lo bueno es que también está planteado para un formato más pequeño. Al ser canciones que no tienen un formato tan blues las puedo tocar yo solo, a dúo, a cuarteto… y cada cosa tiene su rollo. Creo que por primera vez resaltan más las canciones que los instrumentos en mis discos.

 

En un momento en el que muchos músicos españoles se lanzan a “hacer las Américas”, ¿qué te motivó a ti hace ocho años para cambiar Argentina por España?

Aparte de mis razones personales influyó que vine de gira en el verano de 2006 y 2007 y conocí cosas que en Argentina no había, como festivales de verano con buena organización, cosa que allí era muy difícil por la crisis económica que estábamos viviendo. Llevaba más de diez años tocando en el mismo sitio y me aburrí un poco, necesitaba cambiar de aire. Madrid me pareció un buen lugar y no me equivoqué.

 

¿Ha cambiado mucho la situación del blues en España desde aquellos veranos de 2006 y 2007 en los que entraste en contacto directo con él?

El blues ahora mismo está en un buen momento artístico. Hay muy buenos músicos, algunas sociedades y escuelas que hacen muchas actividades y jam sessions. Pero económicamente está pasando por un momento muy malo y si la gente no se puede dedicar a eso completamente también se va a estancar el crecimiento. Hay gente muy buena, pero uno no puede ser oficinista hasta las 21:00 horas y luego tocar, aunque lo hagas muy bien. Para que el blues se establezca bien la gente tiene que poder vivir de ello.

 

Como director de de la Escuela de Blues de Madrid, ¿cómo ves el panorama?

Con un IVA cultural del 21% no hay mucho que hablar… aunque ahora como vienen las elecciones dicen que lo van a bajar al 10%. Una sociedad sin arte y sin cultura no va a ningún lado. La música es un ejercicio mental, de coordinación… La gente que hace música tiene menos posibilidad de tener alzheimer, por ejemplo.

 

Vamos a detenernos un poco en el disco. Hay una canción, ‘What they feel’, en la que el inicio está cantado como al aire, casi de improviso, ¿cómo fue eso?

¡Qué bueno, te has dado cuenta! Sí, ‘What they feel’ está grabado con un i-Phone. Estábamos viendo como lo hacíamos, le mandé al productor las notas de voz para enseñarle la idea que tenía y ahí quedó. Hay cosas grabadas en mi casa también, pero bueno, hemos contado con muy buenos estudios también (risas).

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¿De dónde surge la necesidad de incluir dos versiones tan distintas de la misma canción, ‘Caso mental’? Una de ellas, además, con esos guiños a Jimi Hendrix.

Es curioso, porque hay muchas canciones que han quedado fuera de este disco aunque nos gustaban, y de una canción como ‘Caso mental’ metemos dos versiones. Pero bueno, tenía ganas de meter esa versión medio Hendrix, y además una letra que habla de la locura tenía más que ver con ese ritmo que con la original, la primera que aparece en el disco.

 

Una de las personas que más lamentó el fallecimiento de Hendrix en los 70 fue Eric Clapton. Se te ha relacionado con él y con su formar de tocar en alguna ocasión, en cierto modo tiene sentido, pero ¿hasta qué punto ha influido Clapton en tu manera de ver el blues?

Cuando empecé a tocar blues lo primero a lo que metí mano fue al “Unplugged” de Clapton. Eran los 90 y ya estaba tocando bastante blues en ese disco. Yo lo respeto mucho, pero no es uno de mis favoritos. Aún así la comparación tiene mucho sentido, él es un guitarrista que toca canciones influenciadas por el blues pero con la cabeza más abierta, para un público más grande. Tiene sentido que se nos pueda comparar.

 

Hay guiños también a la canción popular en temas como ‘Lavalle (Mis días en Buenos Aires)’.

Sí. Es un disco muy natural porque todo lo que se me fue ocurriendo tenía sentido de honestidad musical, fue sobreviviendo los castings. Al fin y al cabo es un disco que habla de la música que me caló incluso sin saberlo. Algunas de esas músicas ni siquiera las conozco en profundidad. El reggae, el rock… En Argentina se escucha mucho reggae y yo tuve un grupo de reggae, pero bueno, no son géneros que domine.

 

¿Por qué abres el disco con ‘Voy a intentar seguir sin vos’?

Creo que esa canción muestra rápidamente el cambio tan radical en relación a mis proyectos musicales anteriores. Era español, la fórmula de canción cambiaba, también me gustaba el mensaje… ¿qué género de canción dirías que es?

 

A mí esa canción me recuerda mucho a ‘Pájaros mojados’, de Quique González. Supongo que ambas beben del soul, son soul, ¿no?

Exacto. Para mi es una canción de soul. Si la cantara en inglés dirías radicalmente que es soul, pero al ser cantada en español parece que encaja mejor como pop, ¿verdad? No conozco la trayectoria de Quique González, pero justo el otro día escuché esa canción en una jam y me gustó.

 

¿De dónde surge el título del disco y a qué hace referencia?

El título nació un poco antes. No tenía mucho sentido, pero cada canción es una manera: un rock and roll, un soul, canción popular… Mi vida trata de eso, de la música, de las diferentes músicas que escucho y de la manera que éstas me purgan, me limpian y me ayudan a seguir adelante.

 

¿Y la portada?

En una gira por Rusia había unos perritos jugando a 40 grados bajo cero, me encantó la imagen. Intentamos recrearla, pero al final sólo dejamos un perrito, las fotos son mías también, lo cual hace que el trabajo ya sea demasiado personal (risas).

Además de tu trabajo en la Escuela de Blues de Madrid y de este proyecto en solitario, ¿vas a seguir involucrado en más proyectos musicales?

De momento me centraré en esto y en Madrid Blues Ghetto, que es un proyecto muy interesante en el que nos hemos juntado los mejores del blues de Madrid o de España y salimos a tocar y hacer blues. Es un espectáculo muy bueno y seguramente estaremos en festivales de verano. De momento, con esos dos proyectos musicales me alcanza (risas).

 

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