Johnny archives live, de Johnny Hallyday

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DISCOS

«Johnny archives live y ofrece varios conciertos hasta ahora esquivos a su publicación oficial»

 

Johnny Hallyday & Les Blackburds
Fréjus 30 julliet 1966
Grenoble 10 février 1968
Johnny Circus eté 1972
MERCURY, 2022

 

Texto: FELIPE CABRERIZO.

 

Empezar, todo empezó el otoño de 2018, cuando Warner publicó Mon pays c’est l’amour, el álbum que Johnny Hallyday había dejado concluido poco antes de fallecer. El que los seguidores del cantante sean tradicionales compradores de discos —Johnny lidera invariablemente desde hace décadas las listas de ventas de vinilos en Francia— y el inevitable efecto llamada de su reciente muerte hacían intuir un saldo extraordinario, pero lo sucedido superaría cualquier previsión imaginable: los trescientos mil ejemplares despachados el mismo día de su publicación dispararían Mon pays c’est l’amour hasta concluir el año como quinto álbum más vendido del planeta, solo superado por el grupo de K-pop BTS y las bandas sonoras de El gran showman y Ha nacido una estrella.

La veta quedaba abierta y situaba cualquier material de Johnny en primera línea de frente. Las grabaciones en directo, las reediciones de discos clásicos y no tanto, las cajas antológicas y hasta las espeluznantes revisiones sinfónicas de sus temas más populares se fueron sucediendo hasta conformar una avalancha informe que parece no calmar la voracidad del público: baste indicar que los álbumes de Johnny están siendo reeditados en vinilo para su venta exclusiva en kioscos, para hacernos una idea de cómo en Francia las cosas funcionan, definitivamente, de manera muy distinta a como las conocemos por aquí.

Intentando poner orden en esta barahúnda, la discográfica Mercury, propietaria del catálogo clásico del cantante, ha decidido diferenciar dos series pensadas para el sector fan más diehard. Una es la conformada por boxsets que ofrecen ediciones remasterizadas y anotadas de sus discos históricos con el añadido de todo tipo de materiales inéditos; tras su estela acaba de surgir otra que se presenta, en una decisión que no hace sino reflejar lo inabarcable de la carrera del cantante, ni más ni menos que con una triple entrega. Viene bajo el sello Johnny archives live y ofrece varios conciertos hasta ahora esquivos a su publicación oficial. Ediciones en digipack con libreto generoso en fotografías raras o inéditas, remasterizaciones con el cuidado suficiente como para no abrillantar en exceso el sonido y mantener su apariencia de rough take. Johnny tampoco necesita más: lo excelente de las bandas que lo acompañaron y lo volcánico de sus actuaciones hacen prescindible cualquier operación de maquillaje.

El primero de los discos recoge el concierto celebrado en Fréjus, plena Costa Azul francesa, en julio de 1966. Uno de los momentos más confusos de la vida de Hallyday: devorado por el consumo de drogas, incapaz de gestionar el desastre de su matrimonio con Sylvie Vartan y aterrorizado ante el inmediato nacimiento de su primer hijo, Johnny se mueve a ciegas en un cenagal que traslada a su producción musical. A medio camino entre el rock’n’roll que había estructurado su carrera hasta entonces —ahí queda esa traca final con versiones de Little Richard, Ray Charles o Chuck Berry— y el tanteo de la música que estaba revolucionando la década —otras tantas de Beatles, Animals o Dylan—, el conjunto parece agrupar varios conciertos diferentes en uno. Nadie se alarme por esta indefinición: el resultado demuestra cómo Johnny era capaz de sacar adelante cualquier propuesta gracias a su fuerza escénica y a la compañía de los Blackburds, banda de apoyo organizada en torno al batería Tommy Brown y el futuro líder de Foreigner, Mick Jones, aquí todavía en sus primeros intentos antes de conducir a Hallyday a su auténtica edad de oro.

Los titubeos desaparecen en la segunda entrega de la serie, un concierto celebrado en Grenoble el 10 de febrero de 1968, poco antes de embarcarse con Sylvie en una monstruosa gira por Sudamérica. Johnny ha centrado el tiro y los Blackburds, rodadísimos, suenan como una auténtica locomotora. El cantante mantiene una cover de Little Richard como fin de fiesta, pero el cuerpo central alterna unos temas originales que conforman lo mejor de su repertorio con versiones ajenas consideradas ya propias —de Tim Hardin y Georgie Fame a Ben E. King o Los Bravos— y el conjunto se erige como una perfecta aleación de hard rock y power soul al tiempo que exhibe esa capacidad de vampirización de todo aquello que se movía a su alrededor que fue siempre clave en la carrera del artista.

El volumen final, con la grabación de uno de los conciertos que en 1972 conformaron la gira Johnny Circus, es ya una historia bien diferente. Incapaz de asumir su ruptura con Vartan, Hallyday decide huir hacia adelante organizando una gira en torno a una auténtica ciudad ambulante en compañía de Nanette Workman, antigua corista de los Stones con la que se adentra en el consumo masivo de drogas. Todo viraría rápidamente hacia lo apocalíptico, con conciertos iniciados con horas de retraso, un cantante capaz de lo mejor y de lo peor y noches de ruleta rusa entre montañas de cocaína. Nada de todo ello afecta a la grabación, posiblemente la más necesitada de una remasterización en condiciones pero equilibrada por un repertorio colosal que Hallyday defiende con su músculo habitual. Johnny Circus supuso el fin de la colaboración con los Blackburds y el de toda una etapa: asustado por su propio nivel de degradación, al concluir el tour Hallyday decidiría poner tierra de por medio en dirección a Nashville para alejarse de su entorno y empaparse de un country que marcará a fuego sus siguientes años. A sus espaldas quedaba uno de los recorridos más legendarios y arrolladores del rock europeo de los sesenta del que aquí tenemos tres pequeñas muestras.

Anterior crítica de discos: Karaoke, de Suu.

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