Jane Birkin: «Una llega a estar harta de que las mujeres tengamos que lograr ser mejores»

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«En un principio decidimos dar solamente dos noches seguidas. Lo extraordinario es que se haya convertido en una gira que ya dura tres años»

 

El mito Jane Birkin visita España con Birkin Gainsbourg, The Symhonic. Un espectáculo —que ya pasó por el festival Noches del Botánico— en el que interpreta las canciones de Serge Gainsbourg con el pianista y compositor japonés Nobukuyi Nakajima. Este miércoles 31 de julio actuará en el Auditorio Parque Almansa de San Javier, en Murcia, pero antes, Miguel Tébar A. habla con ella.

 

Texto: MIGUEL TÉBAR A.
Fotos: NOCHES DEL BOTÁNICO.

 

La señora Jane Birkin tiene 72 años y nacionalidad anglo-francesa, es actriz, intérprete, compositora, guionista y directora de cine. Desde que se divorció a los 21 años del compositor inglés de bandas sonoras John Barry, e inmediatamente se trasladó a Francia para trabajar como actriz con su primera hija en brazos, su nombre y apellido nunca se han disociado de Serge Gainsbourg, segundo marido. Ni siquiera tras romper con el genio en 1980 e iniciar su vida junto al también parisino Jacques Doillon.

Tras dos plantones para realizar esta entrevista e inmersos ya en el festival La Mar de Músicas, y después de volver a escuchar parte de la discografía de todos los miembros de la familia y repasar el álbum familiar que fotografió Andrew Birkin (el hermano afín), por fin se escucha al otro lado de la línea telefónica un cercano y bilingüe saludo «Allô! / Hi!». Jane Birkin parece estar dispuesta a ser entrevistada desde su casa de París y no se advierten restricciones de interlocutores: «Aquí me encuentro, rodeada de naturaleza y muy feliz cuando vienen a verme los nietos, pero ahora estamos a 42 grados y todo el mundo está encerrado en sus casas».

El último día de este mes de julio, el miércoles 31, Birkin estará actuando en la inauguración del 50º Festival Internacional de Teatro, Música y Danza de San Javier, en lo que se presenta como una parada más de la gira Gainsbourg Symphonique con diferentes orquestas locales. Hace solo dos semanas que actuó en el festival Noches del Botánico, en la que fue su primera experiencia con una gran formación exclusiva de mujeres, según ha relatado: «Pienso que nos salió muy bien y realmente no aprecié si estaban tocando hombres o mujeres, excepto por la imagen que proyectaba “un precioso cuadro de madonas”, debido al calor que también hacía allí, muchas de las músicas vestían con largas faldas y al verlas meciendo entre las piernas sus respectivos instrumentos, daban una sensación muy maternal».

En la que será su segunda visita a España en 2019, cantará dirigida por otra mujer, Virginia Martínez, al frente de la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. «¿La conoces?», pregunta. «Yo lo haré el día de antes. Será divertido como siempre. ¿Nos vemos el próximo miércoles allí?». Estará escudada, como en todas las fechas hasta el momento, por el japonés Nobuyuki Nakajima: «Nobu siempre está conmigo y yo estaría perdida sin él. Desde que comenzamos hemos creado un código de miradas que me ayuda a no perderme cuando a algún director de orquesta se le olvida darme la entrada. Es un fantástico arreglista y un gran pianista». Ofrecerá un repertorio que prácticamente no ha variado desde junio de 2016 en el Maison Symphonique de Montreal, con dirección artística de Philippe Lerichomme, sobre el personal repertorio que Serge Gainsbourg le escribió después de su separación. «En un principio decidimos dar solamente dos noches seguidas, lo extraordinario es que se haya convertido en una gira que ya dura tres años. En aquella primera actuación no me sentí muy segura, había tenido que pasar por el hospital y no estaba bien de la voz. Lo recuerdo como un momento desagradable pero sorprendente, porque aunque no me encontrara en forma o no pudiese cantar correctamente, la orquestación era preciosa en sí misma, así que merecía la pena hacer una segunda noche. Iba a ser una sensación extraordinaria que la gente fuera a verlo de nuevo. Pude ver la emoción en sus caras y me di cuenta de que habíamos hecho algo maravilloso, incluso sin estar yo a la altura».

 

«Ya no sería buena para hacer cine»

 

De momento, al exitoso proyecto le ha salido una readaptación: Le Symphonique Intime. «Se trata de la partitura para ser tocada por ocho músicos que ya conocemos. Incluye exactamente las mismas canciones para que yo no me confunda. Lo hicimos por primera vez hace poco y salió fenomenal. Es algo distinto, pero prácticamente con la misma esencia», revela. También recientemente ha participado en el Festival Du Journal Intime (recontre littéraire avec Claire Chazal) con la primera parte de sus memorias, Munkey diaries, a las que parece dará continuidad en cuanto pueda, consciente del género en que navega. «No es realmente un trabajo literario, es mi dietario desde 1957 a 1982. Antes de esto hice una obra de teatro titulada Oh! pardon tu dormais…, la representé durante mucho tiempo», cuenta, y finalmente la adaptaron para televisión. Después escribió «el guion de Boxes», su última y autobiográfica película para la gran pantalla, en la que dirigió «a Geraldine Chaplin, Michel Piccoli, John Hurt y otros muchos excelentes actores, y al año siguiente hice un álbum», enumera, refiriéndose al penúltimo editado y primero como letrista. «Escribí algunas cosas antes, por ello pienso que esto es totalmente diferente, ya que no pretende ser literatura sino simplemente un diario», explica Birkin.

En cuanto a la interpretación, la artista despeja algunas dudas: «Ya no sería buena para hacer cine. Cuando estuve muy enferma, después de lo de mi hija mayor, no podía prácticamente trabajar, pero acepté hacer un papel algo extraño en el cortometraje La Femme et le TGV (Timo von Gunten, 2016). Pienso que mi interpretación no fue muy buena y no he querido continuar haciéndolo, pero la película fue nominada a los Oscar y creo que tuvo buena acogida». Sí que tiene planes para un próximo disco: «La verdad es que en este momento estoy escribiendo junto al cantante Étienne Daho y lo publicaremos el próximo año sobre estas fechas». Será por tanto la continuación de Enfants d’hiver (Capitol/EMI, 2008), su último trabajo como autora hasta la fecha.

 

Una saga de la canción

El pasado año Birkin compartió cartel con la mediana de sus tres hijas en el Primavera Sound de Barcelona, un hecho que los programadores parecen buscar como gancho. «Charlotte (Gainsbourg) acaba de terminar la increíble gira de Rest, un álbum excepcional, en el que habla de la muerte su padre y del suicidio de su medio hermana Kate (Barry), así como de sus hijos. Por fin está escribiendo sus propias letras y son muy buenas. Lou (Doillon) es una buena entretenedora, tiene una voz muy profunda y no puedo entender cómo esperó hasta los treinta para hacer su primer disco. ¡Hay que verla en vivo! Está hecha para ello, es completamente lo suyo. Yo lo haré enseguida, porque actúa después de mí en el gran festival suizo». La semana pasada, Jane y su hija pequeña cantaron en el Paléo Festival Nyon de Suiza, el mismo escenario que pisó Charlotte unos días antes.

No es de extrañar que para una madre sus hijos sean lo mejor en lo suyo, por lo que, tras un momento de perplejidad, no duda en ponerlas como representación de artistas feministas contemporáneas. «Estoy intentando pensar… porque ciertamente una llega a estar harta de que las mujeres tengamos que lograr ser mejores. Hay buenos músicos y músicas, directores y directoras de orquesta, escritores y escritoras, y si resultan ser mujeres, pues es estupendo. Aunque no creo que el hecho de que Lou y Charlotte sean mis hijas sea determinante para gustar al público. Pienso que mi pequeña es la más independiente, piensa por sí misma y me advierte continuamente: «Lo que tienes que hacer es pensar más en ti misma y que no todo sea Gainsbourg, en aquella época también existías tú, por lo que deberías sacar tus proyectos personales». Ella es la ejemplificación de la emancipación».

 

«En este momento estoy escribiendo junto al cantante Étienne Daho y lo publicaremos el próximo año sobre estas fechas»

 

Volviendo la vista atrás y analizando superficialmente el papel de Jane & Serge dentro de la sociedad franco—británica, no es difícil pensar en la pareja como un modelo a seguir en alguna época de su vida. Pero la propia Jane desvía la atención hacia el oficio evitando el arquetipo. «Eso es lo que la gente dice, pero personalmente no lo creo. Particularmente quizás sí me haya sentido una modelo de la moda. Llegué desde Inglaterra con mi acento cockney», cuenta, tan distante al marcadamente afrancesado que conserva en la actualidad, «de un país que ha sido revolucionario en diversos aspectos: la canción, el cine, la moda. La influencia de mi primer marido, el fotógrafo David Bailey o el carismático Michael Cain. Las chicas comprando ropa en King Road por una o cinco libras, veinteañeras vistiendo minifaldas que podían crear su propio estilo muy económicamente. Aquí estaban las francesas de treinta y pico a las que sus maridos compraban la moda cara de entonces. Era una revolución constante que me tocó vivir y supongo que cuando dejé mi país para venirme a este, la gente se sorprendió con mi manera de vestir, hablar y caminar libremente, solamente porque provenía de una ciudad como Londres en la que todos estos aspectos estaban mucho más avanzados. No era un movimiento feminista, simplemente era un movimiento juvenil para cambiarlo todo».

Es evidente la intención de Birkin por mantener viva la memoria y obra de su ex Gainsbourg, demostrando que hay mucho de bueno más allá del conflicto en una fructífera relación. «Ojalá todo el mundo lo consiguiera, yo tuve esta suerte con Serge, pero no con el resto. Solamente con él fue posible ser lo que nunca antes habíamos sido: amigos. Fuimos amantes pero no amigos, y lo extraordinario es que quisiera seguir viéndome más allá del hecho de yo dejarlo, que continuase siendo alguien presente en su día a día. Yo no estaba con nadie, pero admiraba mucho al escritor Olivier Rolin y nos veíamos frecuentemente. Poder continuar con la amistad de alguien con quien has tenido una relación es lo mejor que puede ocurrir. Todos tus recuerdos de diez o quince años se esfuman si no los compartes. Pero han ocurrido. Cuando sucede que no se logra recuperar la amistad es triste, y son muy afortunados quienes llegan a conseguir tener otro tipo de relación diferente a la previa».