Iván Ferreiro, la cultura pop y sus trincheras vintage

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«El sonido se encargó de teletransportarnos jugando con matices, intensidad, suciedad y una oscuridad acorde con la puesta en escena»

 

Dentro de la programación del Inverfest, el sábado fue el desembarco de Iván Ferreiro en el WiZink Center de Madrid, donde disparó una veintena de canciones entre las que sobresalió su último disco, Trinchera pop. Allí estuvo Arancha Moreno.

 

Iván Ferreiro
WiZink Center, Madrid
13 de enero de 2024

 

Texto: ARANCHA MORENO.
Foto: DAVID MARTÍN CORRALES.

 

Me mordía el labio de rabia mientras, al otro lado de la puerta del WiZink, atronaba “Canciones para no escapar”, la canción que más me conmovió la noche que Iván me enseñó, con auriculares y casi del tirón, su disco Trincheras pop. La escuchaba desde Goya, con la poca prisa que me puedo dar estos meses, mientras me repetía, como un mantra, esos versos que cobijan con tanta calidez: «Tenemos las canciones para no correr, tenemos las canciones para no escapar». Minutos después ya estaba hipnotizada por otra jungla diferente a la del asfalto madrileño, una canción tribal y hechicera que levanta a los muertos, como un conjuro, cada vez que lanzan aquello de «a bailar, a bailar, a bailar, tú y yo a bailar». Trinchera pop iba a ser el esqueleto de una noche en la que el sonido nos teletransportó a otra dimensión jugando con matices, intensidad, suciedad y una oscuridad acorde con la puesta en escena.

Nada de tecnicolor, todo en blanco y negro y con aura vintage. Así se veía a Iván Ferreiro y su banda a través de las enormes pantallas de un WiZink que presentaba una pista rebosante y una grada del fondo repleta. Siete años después de presentar allí Casa, regresó con algunas variaciones en la banda y varios miles de adeptos más, con un total de 8.000 personas convocadas. A su lado, su inseparable hermano, Amaro Ferreiro, a quien abrazó en una conmovedora “Dejar Madrid”, cogiéndole del pecho como si quisiera cicatrizar esa vieja herida. Y ahí, un pelín encogidos, soltó el gas pirata de “Inerte”, elevándonos una vez con una de las frases que mejor definen su forma de afrontar el oficio y nuestro manual para los fieles: «Creo que aún mantengo un sentimiento dentro / que pudo ser el del comienzo». Después de eso, cómo no enternecerse una vez más con la marcha de “M”, aunque fuera en riguroso blanco y negro.

Valiente e imprevisible, como acostumbra, Ferreiro no se conformó con disparar hits y llamar a amigos mediáticos para levantar el palacio. La selección de invitados fue escueta y se permitió sus licencias. Entre ellas, la colaboración de Juancho Marqués, con quien cantó “El faro”, un tema que coescribió con el madrileño en el último disco de este, Paraíso 39. Después contraatacó con más oscuridad, la de “Gran columpio”, que suena aún más inquietante que en el disco y marcó la tónica de una noche con destellos sónicos ante la ausencia de luz. En ese punto lanzó el bélico “Pinball”, respaldado por ese ejército suyo que conforman, además de su hermano a la voz y las guitarras, Ricky Falkner (bajo), Emilio Saiz (guitarras), Xabi Molero (batería), Pablo Novoa (teclados) y Sergio Martínez (guitarras), casi todos a varios instrumentos o tareas a la vez.

«Valiente como acostumbra, Ferreiro no se conformó con disparar hits y llamar a amigos mediáticos para levantar el palacio»

 

«He cruzado el tiempo, he convencido al huracán», cantó en “La gran belleza y la juventud”, y ahí nos dimos cuenta de que hemos pasado ya unas cuantas décadas a su lado, aceptando sus reglas, divirtiéndonos mientras cazamos esos versos que anudan sus canciones. «El soñador de mundos / solo piensa en el sabor / del tiempo y la distancia», dice justo antes de encarar “Santadrenalina”, que siempre nos recuerda las últimas chispas de Piratas, mientras preparaba, como anticipó entonces, «Canciones para el tiempo y la distancia». Después, la vitamínica “El dormilón” y “Una inquietud persigue mi alma”, previo aviso a Novoa, por el micro y sin tapujos, de que le habían cambiado un tono a la canción, que a juego en equipo y naturalidad no le gana nadie. Luego, sentado al piano y con la única ayuda de las teclas, apuntó un “Años 80” que cantó toda la afición, hasta que la banda volvió a hacerse con ella, sin extenderse mucho. La lista de canciones es larga y quieren llegar a todas.

«¿Lo estáis pasando bien?», pregunta una y otra vez, pendiente del disfrute del público mientras dispara sus balas. En una de estas llegan Juno, Martín Perarnau y Zahara, para acompañarle en otra favorita de su repertorio, “El pensamiento circular”, y el supuesto bucle de esa canción, respetando la letra, es un transformador en el que viajamos por múltiples fases, de la intimidad a la aceleración, de la abstracción a la energía… La canción lo tiene todo y sus aliados se muestran cómplices en esa pequeña película en la que pasan mil cosas en una sola escena. «Me mareo de la emoción», confiesa Iván al despedir a Juno, antes de interpretar “Miss Saigon” y la colectiva “En el alambre”, canción necesaria para atravesar una mañana de lunes, un invierno y cualquier guerra. Tras ella llegará una versión mucho más íntima de “SPNB”, a guitarra y voz con Amaro, una ranchera en la que casi coquetea con el reggae. Y entonces aparece Santi Balmes.

La grada y la pista lo celebran como un gol, más aún cuando el vocalista de Love of Lesbian se sienta junto a Iván, al piano, para compartir “El equilibrio es imposible”. «Esta canción está hecha para dos», pienso al escucharles lanzarse estrofas, el uno al otro, «y está hecha en concreto para ellos dos», que saben cómo pasar de la contención a la explosión una vez y otra. Con tanta emoción disparada, Ferreiro se equivoca justo al arrancar la siguiente. «Perdón, me despisté», dice, y vuelve a iniciar “Extrema pobreza”, que tiene casi veinte años y sigue explotando con la misma vigencia que en Las siete y media. Pasa en la desbordante “El viaje de Chihiro”, antes de “Cómo conocí a vuestra madre», que también levanta al graderío. Y, cómo no, cuando empieza a cantar “Diecinueve” fundida con “Turnedo” y a agitar la mano como si quisiera despedirnos uno a uno con muchísima más energía que cualquier casa real saludando a la plebe.

El de esta noche ha sido, según sus palabras, «uno de los conciertos más emocionantes de mi vida», y acaba como debe de hacerlo, con el cierre de su nuevo disco, “En las trincheras de la cultura pop”. El pop es colorista y las trincheras son oscuras, y entre esos dos mundos se ha movido Ferreiro esta noche cargada de intensidad, arrastrándonos al epicentro de su fascinante imaginario.

«El pop es colorista y las trincheras son oscuras, y entre esos dos mundos se ha movido Ferreiro»

 

Repertorio WiZink:
Canciones para no escapar
La humanidad y la tierra
Dejar Madrid
Inerte
M
El faro (con Juancho Marqués)
Gran columpio
Pinball
La gran belleza y la juventud
Santadrenalina
El dormilón
Una inquietud persigue mi alma
Años 80
El pensamiento circular (con Juno)
Miss Saigon
En el alambre
El equilibrio es imposible (con Santi Balmes)
SPNB
Extrema pobreza
El viaje de Chihiro
Cómo conocí a vuestra madre
Turnedo
En las trincheras de la cultura pop

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