Igloo: «Lo importante es el camino, porque el capítulo final es una mierda para todos»

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«Estos planes para días grises estaban pensados para el momento en que saliéramos a la luz y volver a vivir todo con más intensidad»

 

La banda gallega se encuentra celebrando su dieciocho cumpleaños con un nuevo álbum, Planes para días grises, el octavo trabajo discográfico de su carrera. Un recorrido a prueba de fortaleza mental, don compositivo y actitud, sobre el que hoy nos habla Beni Ferreiro, su vocalista y guitarrista.

 

Texto: SARA MORALES.
Fotos: 100TOVOLANDO.

 

La satisfacción de cumplir la mayoría de edad con un bagaje a cuestas, con la experiencia del que se enfrenta a los nuevos retos y a las situaciones de la vida con cierta sabiduría, pero con la ilusión, el empuje y las ganas de la primera vez. Sin miedo a cometer errores, aunque con prudencia; sin la inseguridad del auto juicio constante, pero integrando lo aprendido; con pasión, con fuerza, saboreando cada paso porque, sin ser certero, lo que está claro es que conduce hacia adelante. En este punto se encuentra Igloo, la banda de Caldas de Reis que anda celebrando sus dieciocho años en la carretera a golpe de pop rock, pero con matices, siempre con matices. Muy lejos ya de la etiqueta indie bajo la que nacieron, pues ella misma ha mutado con el paso de los años, Beni Ferreiro (voz y guitarra), Juanma Fernández (guitarra), Julián Rodríguez (bajo) y Alberto Torres (batería) mantienen la esencia que los llevó a sorprender a la escena allá por 2005 con su álbum de debut homónimo, pero resplandecen ahora desde un lugar (físico y emocional) mucho más maduro, coherente y siempre leal a sí mismos y a su público. Y lo hacen con su nuevo elepé bajo el brazo, Planes para días grises, su octavo trabajo discográfico; ese con el que andan celebrando este cumpleaños tan simbólico y, ya de paso, poniendo palabras y melodías a nuestros estados de ánimo.

Este fue un disco concebido durante la pandemia, en aquel ocaso que tambaleó nuestras vidas y que ha marcado un antes y un después en la manera de comprender el mundo y asistir a él. Igloo, como tantas otras bandas, dedicaron aquel tiempo, además de a sobrevivir, a sentarse a componer. Un proceso creativo que nada ha tenido que ver con el de sus trabajos anteriores y, quizá, por eso mismo, este albergue un carácter especial para ellos y para todos nosotros. «Ha sido una manera de trabajar completamente opuesta a la que teníamos en los últimos discos. Solo en el primero tuvimos la sensación de tener todo el tiempo del mundo para sopesar, descartar temas y darles muchas vueltas antes de tomar una decisión. Con las giras y la dinámica de sacar álbumes para no dejar de tocar, se pierde esa tranquilidad creativa; y la pandemia nos ofreció la oportunidad de parar máquinas y volver a tener esa serenidad inicial. Para nosotros fue como un nuevo volver a empezar, creativamente hablando», explica Beni Ferreiro, voz y guitarra de Igloo.

 

«Si siempre ganas, no saboreas los triunfos»

 

Sin embargo, Planes para días grises ha visto la luz tres años después de aquella debacle mundial, aunque no por ello ha perdido vigencia, ni sentido; al contrario, quizá lo haya ganado ahora que, desde la distancia, tomamos la perspectiva necesaria para valorar mejor lo que ocurrió. «Creemos que para todo el mundo la pandemia es algo que se ha quedado en nuestras retinas grabado, las canciones son aplicables a cualquier otro momento de nuestras vidas. No olvidemos que estos planes para días grises, creados en la quietud del hogar, estaban pensados para el momento en que saliéramos a la luz y volver a vivir todo mejor que nunca, con más intensidad», matiza Beni. Exacto: este fue un álbum gestado con vistas a futuro, pensado para cuando llegara el momento de volver a ver la luz, y aquella quimera ya es presente. Planes para días grises somos todos nosotros hace tres años y ahora mismo; esa es la magia de la atemporalidad e Igloo han sabido cincelarla con una premisa clara y efectiva: «Hablar de sentimientos nunca caducará, porque todo el mundo siente durante toda su vida amor, desamor, esperanza, ganas de vivir, de reír, de compartir…», afirma Beni.

 

En algún lugar del trayecto

Las once canciones que han dado forma a estos planes soñados transitan por las sensaciones emocionales más sencillas, pero también por las cavilaciones más complejas del alma humana; desde el costumbrismo diario, hasta las reflexiones más voraces de nuestra intimidad mental. Y haber acertado a la hora de dotarlas del sonido preciso es un don. La oscuridad se presenta latente en todo el trabajo, un intimismo que atormenta (de ahí el carácter de las guitarras y el bajo), al mismo tiempo que engancha por su cariz inquietante y sugerente a golpe de detalles eléctricos que terminan iluminando el paisaje. Ahí tenemos “nstantes”, “Piedra angular” o “Nuestro big ban” como paradigma del túnel, pero también a “Serendipia” y “Los amantes mariposa” como esa luz que habita al final del mismo e incluso incita al baile. También hay arranques de furia en pasajes con gancho y garra, como la redonda “La distancia entre dos puntos” o “Cuarentena” que, aunque invita a la reflexión, se desata en un dinamismo instrumental que envuelve. Hay experimentalismo sintético (“Verano infinito”), hay ensoñación (“Aniversario”), hay atrevimiento como en “Yo nunca”, que termina explotando inesperadamente, y hasta encontramos guiños cinematográficos como “Moneypenny”. Todo una amalgama de estados de ánimo, ideas, pensamientos y actitudes que Beni explica así: «No debemos olvidar que ese túnel presenta su mayor oscuridad justo antes de comenzar a ver un punto de luz en el horizonte, que se irá intensificando a cada paso. Si hemos sido capaces de salir adelante en una pandemia mundial y seguir siendo felices, somos capaces de todo».

Sobre ese túnel metafórico, ese trayecto que se impone ante nosotros para recorrer el día a día que, a su vez, va armando la propia vida, continúa divagando el vocalista de Igloo porque, a decir verdad, está presente todo el tiempo, aunque multiforme, en el concepto del disco y en el suyo propio como banda: «La oscuridad te otorga la oportunidad de saborear mucho más los buenos momentos cuando llegan. Si siempre ganas, no saboreas los triunfos; pero si luchas contra viento y marea y, finalmente, consigues algo que te ha costado mucho, ese momento es lo mejor que le pasa a la gente. Llegar a la cima, conseguir tu oposición, ganar en el último suspiro, cortar el cable correcto en el último segundo, ya sabes». Y ahí andan ellos, caminando y haciendo camino. Y concluye: «Lo importante es el camino y disfrutarlo porque el capítulo final es una mierda para todos, e igual de trágico, sea cual sea tu condición o estatus», una conclusión a la que vuelve a llegar, tras hablar de la película o la serie perfecta para un plan de día gris: «Ver por enésima vez una maratón de Harry Potter, Star wars, Stranger things , La casa de papel, Juego de tronos… No acabaríamos nunca, pero también descubrir nuevas series que te vuelan la cabeza y comentarlas con tus amigos. Son tema de conversación si son buenas, y que una peli o serie consiga algo así es mágico. Aun recuerdo la época de Lost en la que todo el mundo hablaba largo y tendido, durante toda la semana siguiente, al ver un capítulo. Sí, el final no gustó, pero todo el camino anterior fue magistral». El camino, de nuevo; el túnel, ya sea iluminado o en penumbras, pero con la garantía de que solo recorrerlo ya merece la pena.

 

Los aciertos del recorrido

Grabado en los Metropol Studios de Madrid, Planes para días grises ha contado en su gestación con una figura esencial, Juanma Latorre. El guitarrista de Vetusta Morla ha sido el productor del disco y, a juzgar por las palabras de Beni, también un maestro: «Es el Obiwan Kenobi del sonido. La fuerza es muy poderosa en él. Es una persona sencilla y muy amable, que sabe qué decir en cada momento y que consigue que los músicos (siempre reacios a los cambios en general) estemos con la mente abierta a sus propuestas. Nos ha encantado trabajar con él. Lo adoptamos para siempre».

 

«La gente sigue desde el comienzo del proceso cada capítulo y se siente parte de este disco»

 

Una producción muy cuidada y detallista, sin duda, que suma fuerzas a unas letras tremendamente mimadas y a una idea inicial del sonido acorde y mimética. Sin embargo, y aunque la banda asegura que este es el álbum más trabajado de su carrera, prefieren dejar en manos de los demás el juicio de si es el mejor de su discografía o no: «Pertenece a los fans y al público decidir si este disco es nuestro mejor trabajo. Ya sabemos que es importante llegar a ese reposo de los temas. No es la primera vez que nos dicen que el nuevo disco no es igual de bueno que el anterior y, dos años después, nos confiesan haberse equivocado prejuzgando ese álbum. Nosotros estamos saboreando cada paso. No queremos perder detalle de cada cosa, porque la grabación fue maravillosa y queremos que así siga la dinámica obtenida desde el comienzo».

La pandemia, del mismo modo que le regaló tiempo a Igloo para crear y disfrutar de la creación, también les obligó a optar por otros métodos de gestión a la hora de dar vida al álbum. El parón que sufrieron todos los sectores, con daño propio a la escena musical, les llevó a plantearse una nueva alternativa, el crowfounding; así lo relata el propio Beni: «Yo era bastante reacio a pedir dinero a los seguidores porque me parecía abusar de ellos. Pero, con todo el giro argumental de la pandemia, si queríamos intentar hacer algo grande, estábamos condicionados económicamente.  Así que nos volcamos en preguntar a nuestros seguidores si estarían por la labor de apostar una vez más por nosotros pero, esta vez, adelantando el dinero. El efecto “Ikea” ha sido genial porque la gente, aparte de volcarse mucho más de lo que esperábamos, sigue desde el comienzo del proceso cada capítulo y se siente parte de este disco (que así es, por supuesto). Ellos saben que si este álbum suena como suena es también porque han apoyado este proceso en todo momento, además, a nosotros nos ha servido para exigirnos todavía más porque queríamos que quedasen satisfechos».

Y así ha cobrado vida este Planes para días grises, el mejor regalo para una banda que acaba de cumplir los dieciocho; un obsequio bidireccional, que ya está de vuelta en manos de su público. Y más estas semanas, que ya andan de gira presentándolo en directo; de hecho, su próxima parada, será este viernes en Vigo, la siguiente (en mayo) en Melide, en julio pasarán por Vilagarcía de Arousa y, así, hasta llegar a Madrid el próximo 23 de septiembre. «Seguimos viviendo todo con la misma ilusión, pero con la experiencia de no agobiarnos si no hacemos giras de setenta conciertos como ocurrió con el segundo disco. Preferimos hacer menos fechas que nos llenen pasándolo bien.  Estamos arrancando, sin demasiados agobios. Lo que tenga que venir, llegará», finaliza Beni antes de asegurarme que, llegado el caso, también tienen planes para días luminosos: «Como dice la canción “Los amantes mariposa”: volver a encontrarnos en días de fiestas y vino. Festivales de verano, bailando como si mañana no llegara nunca».

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