Garbage: «Si no evolucionas, estás muerto»

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«Por supuesto que es un disco cabreado. No hay más que ver lo que ocurre a diario»

 

Casi tres décadas después de irrumpir en la industria musical, Garbage mantienen la forma con su último disco, el recién publicado No gods no masters. Aprovechando el nuevo lanzamiento, Carlos Pérez de Ziriza habla con su vocalista, la cantante escocesa Shirley Manson.

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.
Fotos: ARCHIVO BMG.

 

Ni ellos ni quienes les siguen desde 1995 podían imaginar que Garbage continuarían en activo y con discos repletos de molla en 2021. No gods no masters (Stunvolume/Infectious Music) es uno de los trabajos más sustanciosos de entre los que han entregado en lo que llevamos de siglo. Un disco furioso, vitaminado, a veces incluso iracundo, que brinda sonidos contundentes y ganchos melódicos que nos recuerdan a aquella banda que fue todo un revulsivo para el rock alternativo en el segundo tramo de los noventa, y que tiene como ejes temáticos las revueltas sociales de Chile, el movimiento Black Lives Matter, el feminismo, el populismo, la perniciosa influencia de la jerarquía eclesiástica, el abuso de poder de los gobernantes y los demonios interiores que a todos nos rondan por la cabeza, nuestros miedos, paranoias e inseguridades. Casi nada. Todo un baño de realidad social. La responsable de todo esto (de los textos, vaya, porque el productor Butch Vig siempre ha sido el máximo responsable de sus contornos sonoros) es la escocesa Shirley Manson, su carismática frontwoman, quien nos atiende por zoom desde su casa en Escocia.

 

El disco suena enfadado, a veces incluso claustrofóbico y opresivo.
Es curioso que lo describas así, creo que si no estás cabreado ahora mismo… Como humanos, o no estás prestando atención a lo que ocurre, más allá de ti mismo, o, si lo haces, no te queda más remedio que estarlo. Por supuesto que es un disco cabreado. No hay más que ver lo que ocurre a diario. En las redes sociales, en las noticias… es difícil escapar de la enorme cantidad de información que recibimos diariamente, la humanidad nunca se ha visto sometida a tal absorción de malas noticias en la historia del mundo. Estamos alerta. Yo me preocupo por el resto de seres humanos. Y por el mundo que vamos a dejarles a quienes vienen detrás. Son problemas que me inquietan. No creo que el disco sea opresivo, de ninguna manera. Creo que es realista. Y a veces, idealista. Pero más allá de eso, lo veo como una súplica por un mundo mejor para todos nosotros. Por muy ingenuo e idealista que eso pueda sonar.

 

Estáis recibiendo vuestras mejores críticas en décadas. ¿No te produce sentimientos contradictorios que sea precisamente ahora, como fruto de un tiempo de revueltas sociales, nuevos populismos y una pandemia, cuando encontráis vuestra mejor fuente de inspiración en mucho tiempo? Quizá si viviéramos tiempos más sosegados, el disco no tendría ese nervio.
No lo sé. Tampoco creo que la dificultad tenga que ser necesariamente inspiradora. Las cosas buenas que nos ocurren también pueden serlo. Lo que ocurre es que nadie habla sobre los asuntos de lo que yo hablo en este disco. Y alguien tiene que decirlo. Alguien tiene que señalarlo con el dedo y decir: «Mira, esto no va bien». ¿Cuánto tiempo más hemos de nutrir a la música pop de ideas como pasarlo bien, bailar en una discoteca, sentirte atraído por una chica sexy o sobre el hombre que queremos tener entre nuestras piernas? Estas son las cosas que me frustran, y que me gustaría que cambiaran en nuestra cultura. No sé si son realmente inspiradoras, pero necesito hablar de ellas. Estar en mi mediana edad me hace tener una perspectiva muy diferente a la de las estrellas pop de hoy en día. No quiero decir con esto que ellas debieran cantar sobre los asuntos que trato. Pero soy quien soy, tengo experiencia en el mundo de la música desde que era una adolescente, y quiero tratar temas que no he tratado antes. Para lo bueno y para lo malo [risas].

 

Entrando en las canciones: ¿es verdad que “The creeps” nació del momento de frustración después de que vuestro anterior sello, Interscope, os enseñara la puerta de salida, en 2009?
Así fue. Estaba conduciendo, sola, y me topé con un póster de Garbage que alguien vendía por dos dólares. Como regalarlo, vaya. Me sentí profundamente avergonzada y triste, y sentía que mi vida estaba acabada. Estaba a punto de cumplir los cuarenta. Pensaba que se me había pasado el arroz, ya sabes lo que la sociedad nos enseña sobre las mujeres, que a partir de cierta edad no sirven para determinados trabajos en la industria. Me fui a casa, me puse a llorar y me di cuenta de que nadie debía impedir que siguiera siendo artista, independientemente de la edad o del género. Una vez lo acepté, sentí una gran libertad. Que podía liberarme de lo que la gente pensara o esperara de mí. O de lo que mi banda o el negocio de la música esperaran. Me di cuenta de que solo tenía que centrarme en mi trabajo. Y me liberé, de alguna forma.

 

¿Crees que hay unos Garbage distintos desde ese momento, desde que os autopublicáis en vuestro propio sello?
Me haría muy infeliz que fuéramos los mismos de 1995. Sé que a muchos fans y críticos les gustaría, pero sería muy triste para nosotros. No como seres humanos, sino como entidad creativa. Si no aprendes, no evolucionas y no cambias, estás muerto, en mi opinión. ¿Quiero ser siempre la versión joven de mí misma? No. Mucha gente lo quiere, pero yo no. Quiero experimentar, y que nadie me diga que no puedo. Y sentir lo que es ser una mujer de 54 años en la industria de la música. Son cosas de las que se habla poco, parece como si hubiera un estigma sobre ellas. No quiero quedarme como una mariposa muerta, pinchada en un alfiler y expuesta en un tablón.

 

«¿Quiero ser siempre la versión joven de mí misma? No»

 

En cualquier caso, ¿pensabais durante aquellos años noventa que tendríais una carrera de casi tres décadas?
No, por Dios. Aún estoy sorprendida por la respuesta que está teniendo este disco. No suele ocurrir con bandas que llevan más de veinticinco años, menos aún si tienen una mujer al frente. Estadísticamente, es raro. Es una rayada. Pero estoy encantada. Ayer nos llamaron para decirnos que el disco está en el número uno de la lista de rock alternativo en Norteamérica, y pensé: «¿Nos estáis tomando el pelo?». Es de locos.

 

El título del disco y el de una de las canciones, No gods no masters, ¿fue inspirado por lo que viste en Santiago de Chile en octubre de 2019?
Me impactó aquello. Vi el abuso de poder, y el abuso sobre la gente. Me conmovió. Nadie debería estar por encima de la gente. Nadie debería ser más importante que el resto. Sé que suena naíf idealista, de nuevo, pero soy una artista, así que, ¿qué vas a esperar de mí? [Risas] Me gustaría que el poder dejara de abusar de la gente, y estoy segura de que millones de personas en el mundo piensan lo mismo. Los gobiernos deberían trabajar para nosotros, no al revés. Estamos aplastados por una especie de gran corporación capitalista, y el coste es la gente. Y nadie parece querer arreglarlo. A los gobernantes les importa una mierda. Me deja perpleja. Y la religión organizada también, cuando se supone que no está para oprimir a la gente. Pero así estamos, con la mayoría de los líderes religiosos diciéndole al resto del mundo cómo deberían o cómo no deberían vivir. No estoy en desacuerdo con los inquilinos de la fe, respeto al máximo a cualquiera que tenga fe. Pero utilizarla para aplastar a la gente no es religión. Lo siento. Por eso estoy en contra de la hipocresía de la religión jerárquica.

 

De hecho, ya que sacas el tema de la religión, la palabra «Dios» está en tres de los títulos del disco.
Lo sé, ni siquiera me di cuenta hasta que tuvimos el disco terminado [risas]. Crecí en un entorno muy religioso, ¿sabes? Mi padre era maestro de escuela. Tuve una relación muy estrecha con Jesús mientras crecí, era una fervorosa creyente, de verdad. Pero luego empecé a ver la hipocresía de la gente en la iglesia, que decían una cosa pero hacían otra. Crees que su posición les legitima ante la sociedad, hasta que empiezas a ver que se comportan de una forma moralmente corrupta, como bestias. Empecé a darme cuenta de que era un comportamiento tan corrupto y tan cruel que nunca volví a pisar la iglesia. Si de verdad eres creyente, y eres puro de corazón, ¿por qué estás tan enfadado con todo y con todos?

 

¿Ha habido alguna influencia externa en cuanto al sonido? He leído que en “Anonymous XXX” tratabais de sonar a Roxy Music, y de hecho el saxo recuerda al de Andy Mackay.
Sí, hasta el punto de que le pedimos al propio Andy Mackay si podía tocar en la canción, y por culpa del COVID-19 no pudimos contar en él, desgraciadamente. No son una influencia nueva, Roxy Music nos han marcado desde el primer momento. Incluso Butch [Vig] fue presidente de un club de fans suyos [risas]. Sus discos aún suenan modernistas, increíbles. Oscuros y sórdidos. Pero también melódicamente brillantes. No sé si en el resto del disco se notan otras influencias. Supongo que todas las bandas con las que hemos crecido. Cosas de Gary Numan puede que también haya en el disco. O de The Cure, Siouxsie and the Banshees, Echo and the Bunnymen, Talking Heads… son todas bandas que nos han gustado siempre y a las que hemos citado como referencias, porque fueron las que contribuyeron a forjar nuestra identidad musical.

 

“Flipping the bird”, por ejemplo, que tengo entendido que surge tras una charla que tuviste con Liz Phair, me recuerda mucho a New Order.
Mucha gente me lo ha dicho, puede que tengas razón. Entrevisté a Liz Phair durante un par de horas para un podcast que trataba sobre artistas hablando de sus canciones, y cuando llegué al estudio la banda estaba trabajando en esta canción. Líricamente está inspirada en un libro de Rebecca Solnit, Los hombres me explican cosas (Capitán Swing, 2017), pero vocalmente trato de emular a Liz Phair, intento llevarla al registro de sus primeros discos. Pero es solo una canción irónica sobre el manspreading [risas].

 

«Cada país tiene su personalidad, pero en España siempre fue ruidoso, sudoroso, divertido»

 

La canción más diferente al resto es “This city will kill you”, el corte que cierra el disco. Cinemática, ralentizada, etérea casi. ¿Es como la luz al final del túnel?
No eres el primero que me lo dice y me gusta mucho esa idea, me gusta que se capte así porque su trasfondo es que no importa lo duras que sean las circunstancias en la vida de alguien, siempre habrá una oportunidad para la supervivencia, o para empezar de nuevo. Empezó siendo como una canción de amor hacia Los Ángeles pero luego se ensombreció por el camino [risas]. Y acabó siendo algo completamente diferente. Es sobre escapar, sobre liberación y sobre los adioses.

 

Me contabas antes que la pandemia impidió que Andy Mackay, de Roxy Music, pudiera colaborar. ¿Hubo más efectos colaterales a causa del virus?
No afectó demasiado porque el disco ya estaba casi terminado cuando llegó, excepto por mi pista vocal en “Waiting for God”, que la tuve que grabar por mi cuenta con mi marido [el productor Billy Bush], porque el resto del grupo no podía juntarse en el estudio. Ha sido la única vez que me he visto obligada a terminar un disco por mi cuenta, fue muy extraño. Afectó más a todo lo que viene después de la grabación: la grabación de los videoclips, por ejemplo, ha requerido más disciplina de la habitual.

 

Supongo que, tras el parón, estaréis con muchas ganas de volver a la carretera.
Sí, en dos semanas nos ponemos en marcha, por Norteamérica, con Alanis Morissette y Liz Phair, y luego por el Reino Unido con Blondie. Tenemos un buen año de conciertos por delante, creo que somos afortunados, para serte sincera. Seguramente será muy diferente a como era antes, en algunos hoteles no habrá servicio de habitaciones ni restaurante, se hará extraño, pero así es la vida: adaptarse o morir. Y con ganas de ir a España más adelante, claro. Sueño con España. En los noventa especialmente, el público español se volvía jodidamente loco en nuestros conciertos. Espero que el año que viene podamos ir a dar algunos conciertos allí. Para ser justos, cada país tiene su personalidad, pero en España siempre fue ruidoso, sudoroso, divertido… ¡Qué ganas de viajar! No poder hacerlo es como una tortura.

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