“EX”, de Joaquín Pascual

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DISCOS

“No hay nada más revolucionario que tallar esta clase de gemas libérrimas, fuera de tiempo y de lugar”

 

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Joaquín Pascual
“EX”
EL RITMO DE LOS ACONTECIMIENTOS, 2018

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

Es cierto que la apuesta de Joaquín Pascual con este “EX” (que no deja de ser consecuencia directa de “Una nueva psicodelia”, de 2015: es como su versión depurada al extremo) puede resultar algo exigente. Pero solo lo es si reparamos en que vivimos tan acogotados por un presente que nos devora, tan esclavizados por un día a día que convierte (en menos que canta un gallo) la sensación de hoy en la insignificante bagatela de mañana, que apenas nos damos tiempo a escuchar álbumes que obedezcan a una secuencia propia, a un estado de ánimo intransferible y a una dinámica que obliga a que sus casi cincuenta minutos (es el caso) se consuman de una tacada.

Así que, sin rodeos, háganse el favor y dense el infrecuente lujo de endilgarse este disco como si el mundo que les rodea no existiera. Porque es ahí, lejos del ruido e incluso de unas servidumbres protoindustriales que al albaceteño ya no le apetece frecuentar (de ahí la autoedición, la prácticamente nula promoción, la ausencia de presentaciones al uso), donde encontrarán ocho preciosas composiciones que solo habitan en su propia dimensión, que transcurren en calma y arrulladas por la serenidad del piano y esos teclados Korg en cuya engañosa frialdad ya parece estar camino de doctorarse. Sin guitarras, sin percusión, sin arreglos redundantes. Comandadas por el arrastrado susurro de esa voz frágil a la que extrae el máximo partido expresivo.

Una suerte de minimalismo preñado de una embriagadora melancolía, que le sirve al ex Surfin’ Bichos y Mercromina para incidir en algunas de sus tradicionales claves líricas. Con la sabiduría de aquel que, muy lejos de los charlatanes de feria que copan nuestras parrillas de televisión y los parlanchines de la épica de tres al cuarto que pueblan muchos de nuestros escenarios, siente la necesidad de dudar, interrogarse, cavilar. Desde la asunción de quien solo sabe que en esencia no sabe nada. No hay nada más revolucionario hoy en día que tallar esta clase de gemas libérrimas, fuera de tiempo y de lugar, ni aspiración artística más noble para un músico que orquestar mundos imaginarios más bellos y gratificantes que este lodazal en el que nos rebozamos día a día. Joaquín Pascual cumple con ambos propósitos.

 

 

Anterior crítica de discos: “Tarque”, de Tarque.

 

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