En el arcén: María José Hernández, señales de humo para el alma

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«Nos dejamos arrastrar por una espiral de necesidades creadas, huyendo del compromiso, sin tiempo para sentir, amar y disfrutar de la vida, como autómatas, y no se puede esconder la basura debajo de la alfombra, porque tarde o temprano tropezarás con ella»

En esta nueva entrega de «En el arcén», Carmen Moreno nos presenta a la cantautora de Zaragoza María José Hernández, que acaba de publicar su ya cuarto álbum “Señales de humo”.

 

 

Una sección de CARMEN MORENO.

 

 

Desde que en los años 80, de la mano de La Movida, se pusiera de moda la posmodernidad empezó a estar mal visto que a uno le dijeran que hacía “música melódica”. Los cantautores, a excepción de aquellos de La Mandrágora (Joaquín Sabina, Javier Krahe y Alberto Pérez), pasaban a un segundo plano porque parecía que ya no nos quedaba por reivindicar nada. Después de un principio de los 90 que no tenían grandes azares, a mitad de década comenzaron a surgir los nuevos músicos que no dudaban en llamarse de nuevo cantautores. Estos, olvidaron la política para hablar del YO. En la corriente de lo melódico, con aires de Rosa León o María del Mar Bonet (al menos en la modulación vocal) encontramos a una zaragozana que apuesta por las letras trabajadas, con una base poética visible, una melodía que se mueve en los parámetros del buen gusto. “Señales de humo” es un disco para ser escuchado en la calma de la tarde, sin prisas, con los sentidos bien abiertos. Apto para todos los públicos siempre y cuando no se tenga prisa.

¿Qué mueve a María José Hernández?
La necesidad de seguir caminando para sentirme viva.

¿Qué cuenta en sus canciones?
No pretendo contar nada en concreto. Mis canciones son más bien pensamientos en voz alta, la manera de expresarse de una mujer tímida que en la adolescencia descubrió que era más fácil decir según que cosas cantando que hablando. Yo creo mucho en el poder balsámico de las canciones.

Compones a piano, ¿verdad? ¿Cómo cuadras música y letra? ¿Qué es antes?
Hago la música y la letra a la vez de una forma natural. Normalmente las canciones viene a mí sin que yo las busque, a veces en las situaciones más inoportunas, con lo cual trabajo mucho mentalmente y apuntando los versos en el primer papel que pillo.  Es después cuando me siento al piano o con la guitarra para desarrollar la armonía que ya sonaba en mi cabeza. Tengo estudios profesionales de música, pero mi técnica de composición es absolutamente “de oído”.

“Señales de humo” suena a llamada desesperada, ¿a quién/es va dirigida esas señales?
Este disco, es un viaje emocional, un conjunto  de canciones que fueron naciendo como necesidad personal de contar el presentimiento de un naufragio. Ha sido la manera de rebelarme contra la incomunicación que se fragua en los hornos de la costumbre y de reconstruirme en cierta forma. Cada canción es una señal de humo, un mensaje en una botella de alguien que siente que se acerca el diluvio y no sabe nadar.

Tu disco suena a melancolía, ¿es necesaria para crear?
Normalmente proclamamos la alegría a los cuatro vientos, pero nos escondemos cuando nos abate la tristeza, y creo que no son más que las dos caras de una misma moneda, como el  amor y el desamor, que están tan interconectados que a veces no sabemos dónde termina uno y empieza el otro. La tristeza y el dolor empujan a la humanidad a crear mucho más que la alegría, y yo no voy a negar que algunas de mis mejores canciones las he compuesto en momentos duros, pero también escribo canciones de amor y gratitud vital. Al fin y al cabo, el papel de la canción es describir momentos, evocar sensaciones, emocionar, despertar conciencias, sanar heridas….

¿Qué te resulta más difícil, componer, escribir, producir…?
Para mí componer y escribir es casi la misma cosa, porque como ya he dicho, hago la letra y la música a la vez. La sensación de hacer una canción nueva  es siempre un subidón maravilloso. Cuando tengo las canciones lo que más me cuesta es, sin duda, plantear la grabación de un nuevo disco, no por los aspectos artísticos en sí, sino por todo lo demás que nada tiene que ver con la música. Cuando se trabaja desde la autogestión a veces es difícil mantener un equipo de trabajo, y al final acabas haciéndolo todo tú, no porque quieras controlarlo todo, sino porque no hay más remedio.

En los tiempos que corren, unos tiempos en los que no estamos dispuestos a pasar tiempo con nosotros mismos, en los que la prisa es nuestra consejera, ¿es inteligente hacer un disco de corte introspectivo?
Supongo que no, pero eso no me preocupa, porque he hecho el disco que quería y necesitaba. Creo que precisamente ahora se hace más necesario que nunca reflexionar sobre muchas cosas. Nos dejamos arrastrar por una espiral de necesidades creadas, huyendo del compromiso, sin tiempo para sentir, amar y disfrutar de la vida, como autómatas, y no se puede esconder la basura debajo de la alfombra, porque tarde o temprano tropezarás con ella. De vez en cuando hay que quedarse a solas con uno mismo, hacer limpieza general y ventilarse el alma.

¿Qué hace que alguien que hace más de diez años se dedica a la música, se plantee abandonar?
Supongo que el cansancio , o la sensación de lucha constante contra los elementos. Apostar  por la música y la poesía siempre ha sido arriesgado, y ahora más que nunca corren malos tiempos para la lírica. En este país desgraciadamente para ser artista, y llegar a fin de mes hay que tener un trabajo, aunque eso sea algo que no se diga, porque el pluriempleo no mola. En mi caso dudo que pueda abandonar alguna vez, porque para mí cantar es como respirar pero probablemente tenga que plantearme otras alternativas.

Este disco es un punto de inflexión para ti, ¿hacia dónde caminas ahora?
Ahora mismo no me planteo pasos a largo plazo. “Señales de Humo” ha sido un disco emocionalmente muy costoso, del que he salido reconstruida, y  me siento en un buen momento, así que quiero disfrutar de mi vida y de mi gente. Además estoy creativa, por lo que ahora mi siguiente paso va a ser empezar a grabar canciones nuevas. Después… ya veremos.

¿Encendemos la hoguera para hacer señales de humo? ¿Con qué encendemos el fuego?
La hoguera la encendemos para quemarnos en el fuego de la pasión… pero irremediablemente  la llama nos va consumiendo sin darnos cuenta.  A veces, si  somos capaces de leer el humo a tiempo, conseguimos mantener las brasas y  reavivar el incendio. Otras, simplemente nos convertimos en cenizas. Entonces  hay que dejar que el viento nos arrastre buscando una chispa que nos encienda de nuevo.

Desde aquí puedes acceder a la web de María José Hernández.

Anterior entrega de En el arcén: Adrián Usero, el cantautor que no quiere serlo.

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