En el arcén: Airam Etxaniz, de regreso a su planeta

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«Me considero tan cantautora como Lenny Kravitz, como Bruce Springsteen, como cualquiera que cante sus propias historias. Creo que el término no define un estilo sino una necesidad de expresión»

En esta nueva entrega de la serie en la que Carmen Moreno pasa revista a lo mejor de la nueva canción de autor, le llega el turno a la navarra Airam Etxaniz, con su música de raíz negra.

 

 

 

Una sección de CARMEN MORENO.

 
«De vuelta a mi planeta» es el regreso de Airam Etxaniz a los escenarios, tras dos años de ausencia. Esta navarra consigue romperse la voz para montar un disco en el que la música negra no abandona el aire en ningún momento. Con un diseño de lujo, Airam nos regala un primer trabajo lleno de armonías norteamericanas, de sensualidad y de la precisión del orfebre.

Has estado algún tiempo en silencio, sin dar conciertos, sin querer saber demasiado de los escenarios, ¿qué ha marcado este impás?
La necesidad de discriminar frecuencias [ríe]. He necesitado tiempo para aislar el ruido y bajarle el volumen. He necesitado escuchar, sentir, aprender a romper lunas y a tomarle el gusto a los collages. He estallado contra la pared el cubo de Rubik para volver a montar las piezas y conseguir las caras de un solo color. Con todo un poco más organizado dentro, he podido mirar hacia fuera para descubrir que otra vez tenía ganas de cantar.

¿Cuál es tu planeta?
Ese pequeñito que está al lado de lo que llamáis la Luna. Ese planeta que todos compartimos en el que la emoción es escrita, esculpida y respirada. Donde no hay miedo a reír ni a llorar y no da miedo sentir ni expresar.

En el disco ofreces once canciones que aúnan rhythm & blues, soul, funky… ¿qué tiene de negro un músico navarro?
Me gusta la música viva. Orgánica. ¿Qué diferencia hay entre una soleá y un tema de gospel? Si te los imaginas cantados a capella, la esencia es que salen de las tripas. Creo que la afinidad está en la manera de percibir y expresar. En mi casa siempre hemos sido morenitos, no sé si eso ayuda.

Has compuesto canciones para Chenoa, Malú, Ana Torroja… ¿qué queda de esa Airam cuando compone sus temas?
Soy la misma persona. A veces me gusta disfrazarme y jugar al “Vale que ahora soy…”. El juego me inspira lugares y maneras diferentes. Me permite hacer lo que me apetezca, y escribo canciones que seguramente nunca tocaré en un repertorio de mis conciertos, pero que pasan por mi piel igual que las que me quedo para mí.

El disco comienza con un tema de lo más sugestivo, tratando la piel con ese ‘Dame de tu boca’ y acabas hablando del corazón en ‘No sé cómo hacer’, ¿hay algo que se quede confiado al azar?
La verdad es que en el disco lo único que ha quedado al azar es la acogida que pueda tener por parte de la gente que lo escuche. El otro día, revisando agendas antiguas, me di cuenta de que cada minúscula decisión fue tomada con mucha meticulosidad. Así que, para bien o para mal, ¡somos conscientes de lo que hay!

Aunque “De vuelta a mi planeta” es un disco ágil y básicamente alegre, en él hay alguna canción que rompe la tónica, ¿verdad?
Sí, creo que es un reflejo de mi bipolaridad. Y, por lo que me va contando la gente que lo ha escuchado y que se identifica con lo que cuento, esto de la bipolaridad es algo bastante extendido… Otra cosa es que nos dejemos diagnosticar por extraños [risas].

¿Te autodenominarías cantautora? ¿Por qué?
Escribo las canciones que canto. Me considero tan cantautora como Lenny Kravitz, como Bruce Springsteen, como cualquiera que cante sus propias historias. Creo que el término no define un estilo sino una necesidad de expresión.

¿Desde que comienzas a componer un disco hasta que lo presentas, qué tiempo suele pasar?
Asombrosamente, solo tengo un disco. No por falta de canciones, sino porque me ha parecido que este era el momento de sacarlo. Cada cosa tiene su momento. No tengo un plazo que cumplir. El siguiente disco saldrá cuando el cuerpo me lo pida. Por suerte o por desgracia no tengo a nadie detrás con un contrato que me obligue a nada.

¿Qué etapa disfrutas más?
Tengo que decir que me encantan todas. Desde la introspección de la composición al aprendizaje de la puesta en común con los músicos y la producción. La concentración de la grabación. La etapa creativa del diseño del arte. La emoción del momento de tener el disco en las manos por primera vez. La desnudez y la vulnerabilidad de enseñarlo. Todas son sensaciones adictivas!

En el escenario eres pura energía, ¿el público inyecta adrenalina?
Claro. El directo es un intercambio brutal de energía. Si se consigue que toda la sala se funda y se deje llevar por las palabras, por las melodías que tú cuentas, se crea una magia poderosísima. Hay momentos en los que hay un silencio tangible y denso, y notas que las canciones ya no te pertenecen. Cada uno de la sala está reviviendo sus propias experiencias conectadas a las tuyas.

Algo que me llama la atención no solo de tu disco, sino de muchos de los más jóvenes, es el diseño, estáis dándolo todo en ese sentido, ¿por qué?
En mi afán de cuidar todos los detalles, yo quería que la piel del proyecto fuera como un juguete de niños. Que cerrase el ciclo bien. Yo creo que los discos son muy especiales para los artistas. Nuestros niños mimados. Lo bueno de la autoproducción es que puedes estar encima de todos los detalles. Yo no podía sacar en un plástico algo tan importante para mí.

Dime tres cosas que te gustaría que pasaran con este disco.
Me gustaría que mi música llegase, poco a poco, cada vez a más gente. Me gustaría que la gente se sintiera identificada con mis canciones y me gustaría que quien escuche mi disco o mis directos se sintiera vivo durante ese rato.

Desde aquí puedes acceder a la web de Airam Etxaniz.

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