“En acústico” (2002), de Elefantes

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ACÚSTICOS

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“Es posible que en el aspecto sonoro se encuentre la parte más lineal del disco. Obviamente, un trabajo acústico debe mantener un estado poco eléctrico y aferrarse a la madera”

 

Esta semana detenemos la mirada en el disco “En acústico” de Elefantes. Un trabajo que contenía las mismas canciones de “Azul”, pero alejado de la electricidad original. Lo analiza Carlos H. Vázquez.

 

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Elefantes
“En acústico”
HISPAVOX, 2002

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.

 

Toda persona que haya ido a un concierto de Elefantes sabrá que el grupo hace muy partícipe al público en el show. En este “En acústico” (EMI, 2002), el grupo lleva el directo a un estudio, pero sin las alturas que da el escenario. Aquí se trataría de estar en el suelo, sentados. Todo lo contrario a “Azul” (EMI, 2000), el disco hermano, que es más una fiesta. Ambientes diferentes.

Elefantes venían de publicar un primer trabajo de cinco cortes titulado “Elefantes” (La Col, 1996) y un primer largo, “El hombre pez” (AZ, 1997). Con él empezaron a darse a conocer, lo suficiente para llamar la atención con una apuesta arriesgada que se salía del circuito comercial de pop—rock en castellano. Una de las personas interesadas en Shuarma, Julio, Hugo y Jordi fue Enrique Bunbury (aconsejado por Morti, de El Fantástico Hombre Bala), quien les produjo el siguiente álbum: “Azul”, el salto definitivo.

“En acústico” no tiene más aditivos: Shuarma (voz y guitarra), Julio (bajo), Hugo (guitarra acústica y coros), Jordi (cajón), y los teclados y el acordeón de Jaime de Burgos (atención a ‘Se me va’). Además del aporte de Luismi Romero, percusionista del —por entonces— Huracán Ambulante de Bunbury.

Las canciones que componen este álbum desenchufado son las mismas que las de “Azul”, aunque con el orden cambiado, algo que no influye en realidad, pues el orden de los factores no altera el producto. Las sesiones fueron grabadas y mezcladas por Joan Trayter en Musiclan (Avinyonet de Puigventos, Girona) entre marzo de 2001 y enero de 2002.

Es posible que en el aspecto sonoro se encuentre la parte más lineal del disco. Obviamente, un trabajo acústico debe mantener un estado poco eléctrico y aferrarse a la madera. Abre ‘Me he vuelto a equivocar’ y le sigue ‘Si/No’, ambas con la característica sonora comentada. ‘Azul’, por ser la agraciada (comercialmente hablando), destaca por su curiosidad, pues aún siendo desenchufada no pierde fuerza. Se defiende sola.

Después de ‘Azul’, ‘Cuéntame’ y ‘Si no te siento’ hacen el recorrido hasta la mitad del tracklist. Preceden a ‘Se me escapa el tiempo’, un tema que, al escucharlo, ya se sabe que es de Elefantes: muy zíngaros y muy flamencos ellos, como demuestran también en ‘Se me va’, compuesta por Manuel Alejandro y Ana Magdalena. Un preámbulo de luces apagadas y días de lluvia.

‘Me gustaría poder hacerte feliz’ es un tema precioso en su versión más conocida, la de “Azul”, pero en “En acústico” se le quedan cortos los piropos. El piano de Jaime de Burgos, más reposado, abre la canción. Después le sigue la voz de Shuarma, sin nada más que las cuerdas vocales y una bonita letra: “No hay parking en el cielo ni hay ascensor. Solo queda un deseo y un solo error. En algún lugar debe haber algo para ti que no tengas ya, como aprender a entender…”. Entonces, la letra se pierde con el bajo de Julio y la percusión de Jordi cuando hacen su entrada a la par, para acompañar a Shuarma, que continúa cantando otra vez: “Ven a ver la calle grande. Mira a los niños jugar. El diablo come aparte en su plato de cristal”. Es la antesala del clímax, que va llegando de manera gradual hasta que explota en un aullido.

Y así, en un soplo, los paquidermos se sacuden el polvo de la melancolía para ir despidiéndose; primero con ‘Desde aquí’, más luminosa, gracias al piano y a la pandereta: “Para brillar… será mejor así”. Shuarma lo clava. Hace fácil lo difícil y ayuda a quien quiere hacerle los coros en los conciertos. Visto de otro modo, enseña a respirar las canciones. Y después está ‘Piedad (Lobby hotel)’, una despedida que bien podría ser una bola extra de haberse incluido en “Azul”. No hay más: voz y piano tanguero bailando sobre una melodía divertida.

Dicen que una buena canción es esa que se defiende cuando está desnuda. Todo ser vivo que ha sentido algo por primera vez en un concierto sabe que la música tiene cosas que no se pueden encontrar más allá del recinto donde se está celebrando el espectáculo. Incluso dentro, también se esfumará. Será por eso que ya no hay mecheros sino pantallas encendidas de teléfono.

Anterior entrega de Acústicos: “In concert/ MTV plugged” (1993), de Bruce Springsteen.

 

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