El salto, de Pauline en la Playa

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DISCOS

«En el pop español no abundan tanto aquellos grupos de canciones íntimas, desenfadadas y naturales»

 

Pauline en la Playa
El salto
PAULINE EN LA PLAYA, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El dúo formado por las hermanas Mar y Alicia Álvarez vuelve seis años después con lo que es ya su sexto disco, El salto, y la referencia fundamental sigue siendo Vainica Doble. Algo, sin lugar a dudas, buscado y de lo que no se esconden. El título “Una gran ballena azul” es, más que un guiño, la voluntad de asentarse en unas ciertas coordenadas. Hay, por supuesto, más anclajes con el dúo madrileño por parte de las asturianas. Miren simplemente la canción que abre el disco, “Un bosque”, que comparte ese ecologismo mágico de las Vainica, una naturaleza de sueño, nombres evocadores… Siguen fieles a estas coordenadas, pero aquí las llevan al campo de lo experimental con sonidos obsesivos que hacen crujir su estructura.

Experimental es también “Pin, pan, pun”, que juega con las onomatopeyas y el mundo de la cocina, amos motivos tan vainiqueños como las labores del hogar reflejadas en “Tricotar”, con deliciosos coros que culminan cada estrofa. Y quizás se acerque también a su referente el aire oriental y de crepúsculo que aparece de forma leve en “Verano inmenso”. Otra coincidencia estriba en las pequeñas sorpresas escondidas, más que el bloque, lo que crea la verdadera magia de las canciones, así en la primeramente citada, una oda al pan, se cuela el mundo de los cuentos infantiles con unas miguitas que llevarán hasta el amado. Son las que mejor asumen aquello que tan bien dijo la letra de Carmen Santonja: “Trocar en mágico lo cotidiano”.

En esencia, es un disco de pop en español. La más efectiva en estos cauces es “Atardece por el este” y las más íntimas son “Auuu” con su sencillez imaginativa y “Bailo”, que podría formar parte perfectamente del repertorio de Nosoträsh.

Estratégicamente, justo en la mitad y el cierre del conjunto de diez canciones —se hace corto el disco—, hay dos gemas en las que componen como si les fuera la vida en ello, arreglan como si no hubiese más mundo y cantan con una especial ternura. La primera es “Catherine Destivelle”, dedicada a la alpinista. Ahí, las hermanas Álvarez saben llenar de melancolía todo el fondo con apenas dos frases, mientras unos coros espectrales van adquiriendo poco a poco consistencia, como la subida de un ocho mil.

La que cierra el disco es la ya citada “Una gran ballena azul”, otra de esas joyas íntimas, nostálgicas, llenas de fuerza en su dejadez musical. La ilusión de alguien que imagina el reencuentro con una amiga años después y el afecto que solo requiere una mirada para renacer. El acordeón y las cuerdas le dan empaque clásico y popular a la vez. Esperemos que no pasen otros seis años para la siguiente colección; en el pop español no abundan tanto aquellos grupos de canciones íntimas, desenfadadas y naturales.

Anterior crítica de discos: Office politics, de The Divine Comedy.

 

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