El milagro, de Viva Suecia

Autor:

DISCOS

«Un disco plagado de energía, en el que la potencia sostiene a las canciones con músculo, con peso»

 

Viva Suecia
El milagro
SUBTERFUGE, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Dos cosas se pueden decir de este tercer disco de Viva Suecia. La primera es que es un disco plagado de energía, en el que la potencia sostiene a las canciones con músculo, con peso. No solamente es que el sonido esté especialmente cuidado y su productor —Carlos Hernández, el factotum en la mesa de mezclas de Los Planetas— haya conseguido una densidad clara en cada pasaje, sino que la fuerza con que se transmiten las sensaciones es férrea; así, “La fuerza mayor”, que es una canción en esencia melancólica y de guitarras oníricas, extrae su energía de la pasión del sentimiento. Igual de melancólica es “Creo que aprendí a decir que no”, pero en este caso con trazos más oscuros.

La segunda es que ha conseguido en el diseño de las canciones un equilibrio adecuado entre tonos épicos y delicadeza lírica, a la que ayuda muchas veces el tono evanescente de las letras. El trasvase es perfecto  en “Necesitarnos tanto”, que se modela en ambos tonos con un trasvase perfecto de sonidos, ligados quizás por unos estupendos coros que no abundan en el disco, pero que siempre resultan redondos cuando aparecen. El grupo murciano ha sabido coger el calado del pop desde presupuestos undreground y lo ha sabido llevar a terrenos cercanos al gran público. “Qué querías ser de mayor” está construida con materiales sencillos, campanas en el estribillo, pero es perfectamente disfrutable por cualquier oyente al que le guste cualquier estilo de música.

La energía citada parece derramarse desde todos los ámbitos: esa excitación contenida sin llegar a la explosión de “Lo que te mereces” o los crescendos que van invadiendo la estremecedora «Días amables», que empieza a lo Coldplay y concluye con una sección de violines que recuerda el Soidemersol de La Buena Vida, o la inicialmente contenida “El milagro”, que después se desborda en cascadas orquestales equilibrando los dos ejes. También en los guiños funky disco y el groove de “Algunos tenemos fe”, bailable hasta extenuarse, e incluso en las letras que abarcan las telas del corazón en forma de rebeldía y odio en «Te prometo», y  que abarcan otras telas con la tajantemente directa “Fóllame”, que goza de los sintetizadores de Joe Crepúsculo.

A pesar de la melancolía citada y de las referencias religiosas en el diseño de la carátula, no es un disco pesimista, sino atento a las ilusiones, a superar cualquier adversidad en las letras y, en las músicas, con un cuidado en las melodías que no las hace atractivas de primeras, pero que poco a poco van calando y goteando una golosa jugosidad.

Anterior crítica de discos: Pilar, de Ángel Petisme. 

 

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