El intercambio, de Rebecca Fleet

Autor:

LIBROS

«Una narración ágil, emocionante y con giros medidos e inesperados»

 

Rebecca Fleet
El intercambio
SUMA DE LETRAS, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El verano es buena época para los thrillers: atenta a la trama y sin tener que interpretar nada más allá de los afilados giros de guion, la mente se ajusta a la sencillez de la prosa para sorprenderse, intrigarse y emocionarse. Si la novela encaja bien en las fórmulas y clichés que sitúan el género, y tiene las dosis de originalidad suficiente para que por lo menos alguna sorpresa nos deje asombrados, el objetivo está conseguido. No busque el lector un trabajo sobre el lenguaje, los personajes o la simbología, busque la adicción. Si se consigue. El texto habrá resultado.

Bastante de ello hay en El intercambio. El lector perspicaz podrá llevarse algún sobresalto, otros los adivinará —el escritor ha de ofrecer datos poco a poco y en alguno desvela golpes posteriores— y bastantes lo dejarán conmocionado. Aunque no toda la trama se resuelve en estupor: hay una línea de novela sentimental también clara, y en ella la congoja es emocional.

El matrimonio de Caroline y Francis —aun a pesar de tener un hijo muy pequeño— hace aguas: él es adicto a los tranquilizantes, ella tiene una aventura con un compañero de trabajo… Deciden darse una última oportunidad y, en un impulso, Caroline responde a un anuncio de intercambio de vivienda, una de esas estrategias de moda para pasar unas vacaciones sin gastar en el alojamiento. Es una casa con jardín en el extrarradio de Londres que al entrar parece no estar habitada. No hay apenas nada de lo que se necesita para una vida cotidiana. Sin embargo, Caroline empieza a notar ciertos detalles inquietantes: cierto jarrón con flores, el póster de un lugar querido para ella, una pila de cedés que resultan ser de sus grupos favoritos…

Si acaso, lo más interesante de la novela es su cambio de foco narrativo. Hay fragmentos narrados por Caroline, otros por Francis y aún se suma una tercera voz que resulta ser la persona con la que han intercambiado el apartamento. Así los personajes quedan marcados por la ambigüedad: ¿Caroline es realmente sensible, o una egocéntrica? ¿Realmente Francis es tan ajeno a la situación?

Con presencia importante del pasado —necesario para ofrecer pistas—, El intercambio resuelve con creces el objetivo de todo thriller: el suspense por lo que pasará y por cómo acabará la historia en una narración ágil, emocionante y con giros medidos e inesperados. Estas expectativas las cumple a la perfección.

Anterior crítica de libros: Los europeos, de Rafael Azcona.

 

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