El disco del día: Javier de Torres

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«De Torres ha escrito una decena de boleros contemporáneos, en los que trata de aproximarse al género con respeto pero sin pretender emular a los clásicos: el canta como canta y su visión compositora es y será pop»

Javier de Torres y El Trío Sentimiento
«Dow Jones no es un cantante»
POP PRODUCCIONES/BOA

 

 

Texto: JUAN PUCHADES.

 

 

El de Javier de Torres es uno de los casos más singulares del pop español: en su día intentó profesionalizarse en la música (o simplemente dedicarse a lo que le apetecía) con el grupo El Compromiso, pero, como tantos otros, tuvo que plegar velas y buscarse la vida en algo más seguro: en un renombrado despacho de abogados madrileño. Ese podría haber sido el final de su carrera artística. El pop español está plagado de centenares de vivencias similares. Pero él, tozudo, decidió seguir componiendo canciones, grabando discos. Además, refractario a los escenarios, las grabaciones son su sistema de comunicación ideal (y mal lo tiene en estos tiempos en los que a la gente los discos parecen importarle bien poco). Ya lleva siete álbumes, a su aire. A su puta bola, podríamos decir, pues en ellos hace, exactamente, lo que le viene en gana. ¿Que no? Solo centrándonos en los tres últimos, ha grabado con una orquesta del este de Europa («Las grandes ambiciones», 2010), ha dedicado uno a versiones de sus temas pop internacionales favoritos («Inspiración vuelve», 2011) y se ha marcado uno enterito de boleros en acústico… Sí, de boleros, pero de boleros propios. Como lo oyen. De eso va este «Dow Jones no es un cantante», título que ya nos hace intuir que lo que esconde en su interior no serán boleros como los que escribían Manzanero, Grever o Lara y cantaban Los Panchos o Gatica, para nada. De Torres ha escrito una decena de boleros contemporáneos, en los que trata de aproximarse al género con respeto pero sin pretender emular a los clásicos: el canta como canta y su visión compositora es y será pop. Además de irónica, con un humor elaborado, más de sonrisa que de carcajada, más próximo, por entendernos, a «Fraiser» que a «Aída».

Así, a ritmo de bolero, y acompañado de El Trío Sentimiento, Javier de Torres nos hace saber que no quiere morir en un avión (‘Las cajas negras’: «Gritos de horror se graban en las cajas negras / Las azafatas muestran al fin su ropa interior / Una erección gravitatoria desafiando al vértigo»), rememora los días de oro de un «triunfador» (‘Gabana’: «Jugábamos al pádel, la veía sudar / Hacíamos el amor en los años de Aznar / Los años han pasado, la vida se me ha vuelto gris / Encuentro gran consuelo en el mal común / Redacto por encargo informes de la FAES») y cómo la crisis ha escocido a los que surcaban las olas (‘Delilah es una gran canción’: «Los bancos cerraron las líneas de crédito / Pasaron a la historia los desayunos en el Ritz / Las chicas del Bar San Jorge, los buenos tiempos […] Dow Jones no es un cantante, Delilah es una gran canción»). Pero, afortunadamente, también hay lugar para los boleros de amor, como en el hermoso ‘Nadie como tú’: «Ya hemos vivido bastante por su cuenta cada cual / ya hemos penado bastante separados».

«Dow Jones no es un cantante» es un disco valiente, como todos los de De Torres, interesante por ese aproximarse a un género que parece en vías de extinción y que se alimenta casi exclusivamente de los grandes clásicos del pasado, y se agradece enormemente que alguien se atreva con él, le dé nuevos bríos (ojalá hubiera más gente que se lanzara a aventuras similares, recuperando formas propias del cancionero hispanoamericano), otra cosa es si el humor del que hace gala (y esto es recurrente en la obra de Javier) es suficiente para remover las fibras sensibles del oyente y que este sea un disco que permanezca en la memoria y el recuerdo. Y me temo que no. De Torres tiene mucho talento, una pluma elaboradísima, una gran capacidad de análisis y fabulación pero el humor es un género musical poco agradecido, al que le sucede como a los chistes: ¿quién quiere escuchar dos o tres veces uno que ya conoce? Yo no, desde luego.

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