El disco del día: Franco Battiato

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«Apriti sesamo’ despeja dudas y nos entrega a un Battiato defendiendo con la misma maestría de siempre nuevo y brillante repertorio. Sí. Lo hemos recuperado»

Franco Battiato
«Apriti sesamo»
UNIVERSAL

 

Texto: JOSEMI VALLE.

 

El comentario que más se oye estos días entre los iniciados que seguimos la discografía fugitiva de Battiato es que lo hemos recuperado. «Apriti sesamo» nos devuelve a un Battiato reconocible e inspirado. Nada que ver con esos discos de los últimos años en los que releía de un modo estandarizado e insulso cancionero melódico («Fleurs 2»), entregaba reducidas dosis de repertorio nuevo mezclado con regrabaciones y rarezas ya publicadas fuera de lugar («Inneres auge») o componía una ópera clásica («Telesio») que solo dejaba plenamente satisfechos a los amantes del género. Todo invitaba a pensar con horror en una parálisis creativa del Battiato genial, una peligrosa instrumentalización de su talento en discos destinados a hacer caja para sufragar las facturas de sus veleidades cinematográficas. «Apriti sesamo» despeja esas dudas y nos entrega a un Battiato defendiendo con la misma maestría de siempre nuevo y brillante repertorio. Sí. Lo hemos recuperado.

Resulta muy difícil catalogar la música que compone el hombre no homologado (en una entrevista le pregunté qué encontraríamos debajo de su nombre en un diccionario de sinónimos y contestó un pensativo y muy oportuno «no homologado»). Musicalmente el nuevo álbum mezcla desprejuiciadamente música clásica del barroco con electrónica, pop y rock. Allí se citan arreglos de piano y cuerdas con electricidad guitarrera, cultura mediterránea frente a esa anglofilia que lo invade todo, textos de profunda raigambre filosófica con collages mundanos («me gustaba todo de mi vida mortal, me gustaba el olor de los espárragos»). Son las hibridaciones a las que nos tiene acostumbrado Battiato, solo que en esta ocasión se privilegia la tranquilidad y los remansos de paz más que en otras entregas. Hay que recordar que los textos los firma una vez más el filósofo ya casi nonagenario Manlio Sgalambro (las mejores letras desde que forma dupla con el nómada), que Battiato frisa los setenta años, y que el single que tutela el álbum es una canción del siglo XVII popularizada por el monje Stefano Landi, convertida ahora en adhesiva, grata y hasta bailable. Esta canción, ‘Passacaglia de la vita’, desmiente al propio Battiato cuando en ocasiones ha afirmado ufano que él ya no compone canciones para que la gente las tararee en la ducha.

El resto del álbum es solemnidad, belleza, alusiones al paso del tiempo («viva la juventud, que afortunadamente pasa»), expurgo del yo para asearlo de las tribulaciones mundanas («la oscuridad es hostil al que ama la luz»), reflexiones sobre la existencia («somos basura, despojos humanos arrastrados por un río a punto de desbordarse que no conoce ni parada ni destino»), nostalgia de la preexistencia («quisiera volver atrás, a mi lugar de origen, donde vivía antes de venir a la tierra»). No todo es mística. Battiato también sabe qué ocurre en las calles y no pierde de vista la gran estafa financiera que se divulga como crisis («el dinero se arrastra como una serpiente en las ciudades de Occidente, pero en alguna parte un hombre nuevo está naciendo»). El título del álbum no es gratuito y sospecho que alude a estos tiempos de desvergüenza institucionalizada con un símil maravilloso. «Apriti sesamo» eran las palabras mágicas que pronunciaban los cuarenta ladrones del cuento de «Las mil y una noche» para acceder a la cueva en la que atesoraban el oro de sus latrocinios. Alí Babá descubrió la jugada y abrió un día esa cueva y se encontró con lo mismo con lo que nos estamos encontrando nosotros todos los días en los telediarios. He ahí el símil del título. Nosotros somos ese Alí Babá boquiabierto e indignado después de pronunciar las palabras mágicas. Battiato, genio y figura.

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