El camino, de Adiós Amores

Autor:

DISCOS

«Hacen lo que hubieran hecho Picnic en el siglo veintiuno»

 

Adiós Amores
El camino
SONIDO MUCHACHO, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Nacieron una tarde en que les dio por tararear y hacer coros en un bar y, desde ese momento, recogen toda la esencia de lo que ha sido la música en nuestro país. Son Imán Amar y Ana Valladares, andaluzas, de Granada y Sevilla respectivamente, pero también trotamundos.

Su mundo es un mundo que se sostiene en cosas antiguas, pero que resulta sorprendentemente actual. Puros setenta. Escuchen la melodía y el fraseo de “Ave rapaz”, una indagación sobre la masculinidad tóxica, pero también los arreglos. Sonido Torrelaguna y esas orquestas que llevaban la canción hasta su límite. Los arreglos también son maravillosos en “Caras nuevas”: hay fondos que respiran entre lo infantil y el terror, una alfombra mágica, el colchón perfecto para las voces, y unas trompetas fronterizas. Hay también melodías yeyé y el eco de Jeanette, nunca muy marcado pero siempre presente. Hacen lo que hubieran hecho Picnic en el siglo veintiuno.

Una Jeanette a la que se muestran cercanas en “El camino”, aunque la ambientación sea de western, y unas Vainica Doble de las que parecen adoptar su parte más lírica y menos vitriólica en “La sirena”, con esos coros que ocupan toda la canción. Relacionada con ella está “Humo negro”, con un piano de aire lúgubre y coros femeninos que toman el canto gregoriano por bandera. Su letra roza tanto lo místico como lo oscuro para hablar magistralmente de la depresión. Los arreglos también son delicados, con ese salto final hacía un crash de batería a la manera de “Porque te vas”.

Pero de golpe, cambian las tornas. “La culpa” tiene innegables dejes rumberos y andalusíes, guitarrazos y trompetas urbanas de suburbio. Son otros años setenta y otras Adiós Amores, pero igualmente hermosas. Son Morena y Clara y Las Deblas, el precedente del gypsy rock. Y en “Cumbia de la serpiente”, cumbia sui géneris, es cierto, puesto que se trata de una fábula animal más andina que colombiana, viajan hasta otros cielos. También “Soleada” tiene algo de tropical y crea decenas de sensaciones, así como unas Elia y Elisabeth modernas.

Y al llegar al final, una impecable “Canción de despedida”. La despedida de un amor y de una manera de hacer. Hay cambios de ritmo continuos, crescendo que se resuelven en otro leitmotiv, parajes bajo la escuela de La Casa Azul. Alía melodías adictivas con cambios de timón. La canción que se inicia y la que acaba no tienen más que ver que estar en el mismo corte.

Tras los cuatro adelantos que se habían publicado del disco, el dúo no solo ha estado a la altura, sino que se ha superado al hacer que ese espíritu ingenuo que las caracterizaba se expanda con una variedad de registros y unos arreglos excepcionales. Los de “Ese lugar” destacan entre nueve canciones de sobresaliente, con ese fondo orquestal, hasta incluyen castañuelas, trompetas que alzan la canción y voces que acarician. Destacan, igual que ellas han destacado este año, con un disco que apenas tiene competencia en nuestro pop más actual y con un futuro que se adivina esplendoroso.

Anterior crítica de discos: I des, de King Creosote.

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