Editors, arrastrados hacia su carisma infinito

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Los momentos mágicos de pura eclosión y descarga generalizada vinieron de la mano de la infalible ‘The racing rats’, la histórica ‘Munich’ y la delirante ‘Papillon’ que iluminó hasta resplandecer en el bis”

 

El grupo de Birmingham liderado por Tom Smith recaló en Madrid para presentar su quinto trabajo discográfico, titulado “In dream”. En el concierto estuvo Sara Morales.

 

Editors
La Riviera, Madrid
17 de Noviembre de 2015

 

 

 

Texto y fotos: SARA MORALES.

 

 

Poco o nada acabó importando que el nuevo disco de Editors, «In dream», publicado en octubre y motivo de su paso por España, despistara a los monaguillos más devotos de su religión con su giro hacia rumbos experimentales. Creadores de algunos de los hits alternativos más representativos del nuevo milenio, nos desconcertaban a muchos con esta quinta entrega onírica, pausada y compartida a las voces con Rachel Goswell, en un trabajo que hiela desde el estudio, si lo comparamos con el calor visceral y fulminante de sus entregas anteriores.

La noche prometía de igual modo. Y aunque la mirada estaba enfocada para verles desenvolverse con estas nuevas canciones casi a modo de examen, son ya tantos los himnos coleccionados por los de Birmingham que un directo suyo basta para sanarnos. Y como era de esperar volvieron a hacerlo. Arrastrados por el magnetismo y carisma de un imparable y frenético Tom Smith, fuimos embaucados con cada uno de los veintiún temas que traían preparados para su cita con Madrid. Y no solo porque hicieran levantar las almas presentes, y desataran la locura de una Riviera abarrotada con los cañonazos asegurados y ya perpetuos como son ‘An end has a start’, ‘All Sparks’, ‘Blood’ o ‘Bones’; sino porque en el fragor del directo, y ante el poder de atracción inherente en su frontman, resultó que los nuevos temas de Editors son sus nuevos métodos para la conquista.

 

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Así quedó claro desde el instante en que irrumpieron a oscuras en la sala con la interpretación de una cuasi mística ‘No harm’, entre sintes y luces parpadeantes enarboladas de electrónica minimal, una forma de darnos la bienvenida a su nueva era y erradicarnos todas las inseguridades que estaba suscitando «In dream» desde su publicación. Este, como era de esperar, sería el epicentro de la velada, pero en el devastador arraigo post punk de la banda, y ese desenfreno guitarrero que nos abduce desde hace ya más de quince años, demuestran que saben equilibrar su puesta en escena. Por eso, una vez más, los momentos mágicos de pura eclosión y descarga generalizada vinieron de la mano de la infalible ‘The racing rats’, la histórica ‘Munich’ y la delirante ‘Papillon’ que iluminó hasta resplandecer en el bis.

Su instinto y empatía los hace conocedores de las necesidades de un ambiente que comparten y los convierte en cómplices. Comunicativos desde allí arriba –cabe destacar la ovación popular hacia el batería Ed Lay y el empuje de Russell Leetch al bajo– revisten los bailes y contorneos del líder que, a su vez, contagia con devoción a toda la sala. Saben qué regalar a cada paso, abarcando elegantemente todo el abanico temático e instrumental de su obra. De la sofisticación última en temas como ‘Salvation’, ‘Life is a fear’ o ‘Forgiveness’ hasta la magistral interpretación en acústico de Tom Smith con ‘Smokers outside the hospital doors’, una de sus insignias que, años atrás, acostumbraba a ofrecernos sentado al piano. Compañero ineludible en las citas con Editors, gobernando como siempre el escenario, y dando forma a algunos de los momentos más íntimos en fragmentos de ‘Nothing’.

A pesar de la hora y media larga de concierto, hubo tiempo para ausencias como las de ‘Orange crush’ o ‘Fall’, pero el ímpetu del quinteto volvió a coparlo todo en una noche en que muchos no tuvimos más remedio que rendirnos a la reconciliación. Aceptando su evolución como parte del fluir natural y agradeciéndoles hasta el infinito la demostración de que también hay esperanza en los nuevos tiempos y calor de hogar en el progreso. Y para cuando ya habíamos logrado comulgar con todo ello, comenzó la hipnótica despedida a manos de ‘Marching orders’. Mientras, ahí fuera, el otoño por fin había llegado a Madrid.

 

 

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