Discos: «Imperio», de Doctor Divago

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«Si hay un grupo que trate las guitarras con elegancia, las melodías con espíritu adictivo y las canciones con esa mezcla de burbujeo y ternura que se ha llamado pop español, esos son Doctor Divago»

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Doctor Divago
«Imperio»
BONAVENA

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Si hay un grupo en este país que trate las guitarras con elegancia, las melodías con espíritu adictivo y las canciones con esa mezcla de burbujeo y ternura que se ha llamado pop español –un compendio que simplemente tiene en común el tomar los vestigios de cada década más acordes al uso de guitarras y las letras en castellano–, esos son Doctor Divago. Valencianos, con veinticinco años y diez discos a su espalda han logrado con este “Imperio” afianzar un sonido que atraerá a cualquier oyente que busque precisamente esto, hermosas canciones actuales en envoltorio pulido y sin envolturas novedosas.

Así pues, bajo un esqueleto estructural coherente, se reparten temas para todos los gustos. Arrancamos con ‘Solo la mitad de la mitad de mí’ con un aire a Radio Futura en esa manera de cantar a punto del recitado y esas letras trabajadas intensamente para que resulten naturales, avanza poquito a poco con el estribillo impactante de ‘Debilidad’ y los puentes a la brincosis que comienzan en ‘Ni un poquito de tu amor’ y ya se derraman por todo el disco. Y de tanto en tanto gotas de otras tradiciones que se agradece descubrir, no solo es ese pop cósmico de ‘La deriva continental’, sino los ecos –por ejemplo– de La Frontera en la chulería de ’92 horas’ o esa ensoñadora dicción que remite a Los Ángeles en ‘Una vida plena’, la octava.

Y llega el oyente a las dos últimas y se encuentra con que Doctor Divago echan el resto. En ‘Un argumento tan malo’ vuelven a ese aire sesentero de Los Ángeles, se revelan ensoñadores y sacan perfecto partido de un disco que se hace corto en sus diez canciones; y en ‘Barney Ross’ aportan una nota de efectividad pop a un disco en el que no hay canciones de sobresaliente, pero que en su conjunto llega a un notable alto. Es quizás en esta última en la que se ve el crisol de personalidad de Doctor Divago o por lo menos de este disco, la alusión a personajes derrotados, como este boxeador, célebre por su heroísmo en la segunda Guerra Mundial y heroinómano en su desgraciada vida posterior; o Gracia Imperio, la vedette que a finales de los sesenta murió en el piso alquilado en esa Valencia donde iba a hacer algunas actuaciones. Tenía 35 años y un amante que la pretendía y que murió con ella, la espita de gas abierta. Hay un documental de Francesc Bertriu sobre el asunto y también una canción de Doctor Divago; ambos impresionantes.

Anterior crítica de disco: “Demasiado tonto en la corteza”, de El Drogas.

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