Conversaciones con José Ignacio Lapido, de Arancha Moreno

Autor:

LIBROS

«La absoluta complicidad y confianza entre ambos dan con la clave»

 

Arancha Moreno
Conversaciones con José Ignacio Lapido
EFE EME, 2021

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

José Ignacio Lapido cumple cuarenta años de carrera musical en 2021. En 1981 se publicó el único testimonio discográfico de Al-Dar (del árabe, El hogar), el single “Somos nuevos”. En aquel momento, el músico granadino apenas superaba la mayoría de edad y ya compartía banda con el batería Tacho González, también estudiante de COU. Era la semilla de lo que poco más tarde derivaría en 091, una gran familia en el sentido pleno. A pesar de su efímero legado, Al-Dar puso las bases de la escena de la ciudad que perdura hoy. Fueron pioneros en aspectos como la imagen, manejarse con un equipo mastodóntico de sonido o meter guitarras eléctricas antes que nadie en el Auditorio Manuel de Falla (curioso: Lapido volvió allí en 2014 para marcar otro hito con Quique González en la gira Soltad a los perros). Llama la atención el apadrinamiento que ejerció sobre aquellos jóvenes nuevaoleros Agustín Rodríguez, guitarrista de Los Ángeles: quien picó piedra en los años sesenta ayudó a poner los cimientos en los ochenta.

Son episodios, intrahistorias, sobre los que se arroja luz en el libro Conversaciones con José Ignacio Lapido; más de 250 páginas de memoria y confesiones en las que la periodista Arancha Moreno extrae con sutileza el testimonio de uno de los compositores más prestigiosos del rock español. Bien es sabido en el gremio que Lapido, aunque a veces tenga que atender entrevistas como quien afronta el trabajo mecánico en una cadena de montaje, siempre responde de manera audaz, inteligente, con una fina causticidad marca de la casa. Sus lugares comunes, como él mismo apunta, están en su universo literario. Tiene fama de ser hombre de pocas palabras. Sin embargo, la entrevistadora logra colarse por grietas que parecían impenetrables y accede a una faceta íntima del músico y de su entorno. Desde ahí, desde esos ángulos cómplices, recorren su biografía y su obra, encajando una a una las piezas del puzle. La absoluta complicidad y confianza entre ambos dan con la clave.

Arancha Moreno sabe meter el bisturí, como demostró en anteriores volúmenes dedicados a Iván Ferreiro y Coque Malla. La autora pregunta con limpieza, sin ínfulas, y Lapido entra al trapo con honestidad, rebajando la imagen solemne del rockero erudito y aplicando incluso cierto sentido del humor para hablar de sí mismo. Advertimos que aquí no hay ajustes de cuentas ni resentimientos, a pesar de que al lector le inunde la sensación de que 091 tenían el cielo ganado.

Las charlas mantenidas para dar forma al libro se han desarrollado en paralelo a la evolución de la pandemia. El plan inicial era empezar en marzo de 2020. Así que las trastadas de la covid-19 también ocupan un espacio, a veces por videoconferencia. Además de las sinceras palabras de Quique González y Raúl Bernal en el prólogo y en el epílogo, Arancha Moreno introduce con esmero cada uno de los 28 capítulos, varios de ellos casi a modo de crónica pandémica o descripción urbana de una exploradora por Granada que se dirige hacia el hogar del artista, donde halla el oro de las canciones.

Ay, las canciones. Estas se revelan como el principal horizonte de la periodista, empeñada en infiltrarse con ahínco en los mecanismos de composición y escritura de Lapido. Y vaya si lo consigue. Queda claro que lo poético de su música y lo prosaico de las añoradas columnas en prensa son dos caras de una misma moneda. José Ignacio se reconoce demasiado exigente con su creación, en contraste con un público y una crítica especializada que se lo ponen fácil. La madurez, qué paradoja, le lleva a cuestionarse más que nunca. Se trata de un tipo que asume que la vida da luz y sombra, y que finalmente se reivindica a través de las canciones frente al vaivén de tendencias y supuestos serafines de la innovación. Algunas de sus piezas cobran estos días un nuevo sentido: bromea con el rol de profeta eléctrico. Otro acierto es, en efecto, comenzar reflexionando sobre la mascarada de los recuerdos.

Son ya unos cuantos los libros y películas documentales que recapitulan la historia del pop rock en Granada y que dan voz a sus protagonistas en los últimos años. En este sentido, el artefacto de Arancha Moreno pasa a ser también una referencia obligatoria. Este es el libro que mucha gente llevaba lustros deseando leer. Y aquí está.

Anterior crítica de libros: Mi viaje a la Edad Media, de Javier Tenías.

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