Cómo enamorarse de la vida en diez canciones de Kiko Veneno

Autor:

Protagonista del número 24 de Cuadernos Efe Eme, Kiko Veneno es patrimonio musical de unas cuantas generaciones. David Pérez Marín bucea entre su obra para escoger diez buenas razones en forma de canción.

 

Selección y texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

El latido real y el soniquete del barrio, el pegamento que nos conecta en las pequeñas cosas y el mejor antídoto para las tristezas del día a día. Kiko Veneno ha sabido filtrar como nadie ese amor y costumbrismo insobornable a lo largo de casi cinco décadas (mudando la piel a menudo, pero no el alma) en unos de los cancioneros más ricos, genuinos y brillantes de la música popular española. Aquí una pequeña dosis, diez temas (más uno) que rezuman de esa poética de lo cotidiano intransferible. Veneno del bueno.

 

1. “Dice la gente” (Dice la gente, Warner, 2010)

Clásico instantáneo. Perteneciente al disco del mismo nombre Dice la gente (Warner, 2010), uno de sus trabajos más redondos de los últimos años, donde encontramos una docena de composiciones ricas en sonoridades y arreglos preciosistas, pistas donde brillan sitares, percusiones, coros y una resplandeciente acústica. Paisajes sonoros tejidos con ritmos del mundo, tratados con tanto mimo y cariño que parecen surgir de la propia tierra tras los primeros rayos de sol.

Dejar de lado los decires y las preocupaciones futuras… Morir cada día por la gente que se quiere y las cosas importantes: «Dice la gente / que de algo hay que vivir, / que solo se muere una vez… / yo creo que eso no es así. / Se muere muchas veces, / yo siempre muero por ti».

2. “Echo de menos” (Échate un cantecito, BMG Ariola, 1992)

Imposible cantar con tanta alegría y verdad a la tristeza de lo que dejó de ser. Echar de menos hasta «el crujir de sus tostadas».

Se le pasó por la cabeza tirar la toalla, pero decidió darse una última oportunidad, coger carrerilla y dar un salto más… Y el salto dejó de serlo para convertirse en un volar en toda regla: se saca de su chistera Échate un cantecito (BMG Ariola, 1992) y le llega la merecida recompensa de vivir de la música. Firma uno de los discos imprescindibles de la historia del pop rock español. Un álbum atemporal para escuchar en bucle, rebosante de melodías y letras que se quedan marcadas a fuego en el imaginario popular: «Si tú no te das cuenta de lo que vale, / el mundo es una tontería, / si vas dejando que se escape / lo que más querías».

3. “Vidas paralelas” (Sombrero roto, Elemúsica/Altafonte, 2019)

«Qué pena, / qué lástima, / nunca se van a encontrar». A Kiko no le tiembla el pulso, toma riesgos y vuelve a ganar la partida con un Sombrero roto (Elemúsica/Altafonte, 2019) cargado de pasado, presente y futuro, firmando uno de los discos más atractivos y sorprendentes de su trayectoria. Historias conectadas que narran la incomunicación de la sociedad de consumo sin conciencia, en la que por muy virtualmente unidos que estemos, si no dejamos que transpire y nos guie el amor, siempre habrá vidas paralelas como las de Eloy y Andrea que, aunque se busquen, jamás se encontrarán.

4. “Bilonguis” (El hombre invisible, Elemúsica, 2005)

Amor a fuego lento que se apaga, pero que sigue quemando… Melancolía luminosa marca de la casa en cada verso, con un estribillo que duele y sana: «Solo te pido por favor / llévatelo todo, no me dejes “tus personal Bilonguis”, / ni recibos de compasión. / No me metas en la maleta / trocitos de corazón, / ni alitas de cucaracha secas / en los bolsillos del pantalón». Masterpiece de puro Veneno.

Personal belongings que se pegan como salitre al pecho y que aparecieron con el duende y energías renovadas de El hombre invisible (Elemúsica, 2005), trabajo en el que se reencuentra con la inspiración y se rodea de amigos como Raimundo Amador, Jorge Drexler o Jackson Browne, con un extra de aroma a su querido Dylan y amados Beatles en cada pista.

5. “Palabras para Julia” (El pueblo guapeao, Twins, 1989)

Palabras que el poeta José Agustín Goytisolo le escribió a su hija (y en honor a su madre, también Julia), como soplo para afrontar la vida con valentía y nunca decaer: «Tú no puedes volver atrás / porque la vida ya te empuja / como un aullido interminable. / Hija mía es mejor vivir / con la alegría de los hombres / que llorar ante el muro ciego…».

Esta canción fue la elegida por Kiko para abrir El pueblo guapeao (Twins, 1989), de nuevo hombro con hombro con Raimundo Amador (tras el epé Si tú, si yo de 1984) y bajo el nombre de la banda madre, Veneno. Lástima que la producción no le hiciera justicia al tema y al álbum en su conjunto. «La vida es bella, ya verás / como a pesar de los pesares / tendrás amigos, tendrás amor…».

6. “La casa cuartel” (Está muy bien eso del cariño, BMG, 1995)

“La casa cuartel”, esa donde vivía con sus padres. «Y solo quiere / irse muy lejos, / cogerla de la mano / y salir corriendo», escribe en esta pieza de recuerdos y amor sincero a corazón abierto, transmitidos con una sensibilidad que cala, poco a poco, hasta los huesos.

Kiko Veneno había encontrado la fórmula del éxito creativo tras Échate un cantecito (BMG/Ariola, 1992) y vuelve a dejar que brote la magia en Está muy bien eso del cariño (BMG, 1995), donde su poética de lo cotidiano no baja de las cumbres que ya consiguió en su trabajo anterior.

 

7. “Coge la guitarra” (La familia pollo, BMG, 2000)
«Hermano mío, / coge la guitarra que hace mucho frío». Sigue calentando el sol y espantando nubarrones al son de ritmos caribeños y duende por los cuatro costaos en La familia pollo (BMG, 2000). «Dime tus palabras cariño mío, / que sin tus palabras me encuentro perdío, / que sin tus palabras soy un pescaíto / que no tiene río…». Imposible no dejarse atrapar por la cadencia envolvente y el rumbo que marca cada fraseo: «Borra el humo de tu frente, / deja que salga lo bonito».

8. “Namasté” (Sensación térmica, DRO/Warner, 2013),

En palabras del propio Kiko, “Namasté” «es el saludo indio, como una palabra que define toda una civilización y una forma de ver la vida. Una palabra de ritual que viene a significar salud, que Dios te guarde, pero con mucha más complejidad. Namasté es lo mejor de ti, la iluminación y tu templo interior. No alude a nada trascendente o al alma, sino a que tú, lo que tienes, es muy valioso. Un chorro de luz con el que te comunicas con los demás». Chorro de luz que, con Silvia Pérez Cruz a los coros, deja para siempre la sombra vencida: «Na más te pido que siempre seas tú, / que en el pasillo de tu casa no se apague nunca la luz». Juegos de palabras con un plus de experimentación y renovación sónica en Sensación térmica (DRO/Warner, 2013), con Raül Refree a la preciosista producción.

 

9. “Hay gente” (single, 2020)

“Hay gente” «que te da la vida / y no hace falta que venga nadie expresamente / y se lo pida». Kiko Veneno se une al agradecimiento infinito y colectivo a las sanitarias, sanitarios y demás trabajadores esenciales que han estado en primera línea de batalla contra el covid-19, y lo hace como mejor sabe, con una canción que late por sí sola: «Y a esa gente / quiero decirle cuanto los quiero, / y como de lentas se pasan las horas / sin su cariño y sin sus desvelos».

En tiempos de pandemia y confinamiento, la música como vacuna de liberación y alegría.

10. “No pido mucho” (Veneno, CBS, 1977)

«No pido mucho, / poder hablar sin cambiar la voz caminar sin muletas / hacer el amor sin que haya que pedir permiso, / escribir en un papel sin rayas. / O bien si parece demasiado…». Versos inspirados en “No demano gran cosa”, poema de libertad y amor a la vida de Miquel Marti i Pol, con el que juega y desordena sus versos en cada estrofa. Kiko lo hace suyo, inyectándole una dosis de Veneno del bueno junto a los hermanos Amador, cerrando el icónico disco homónimo del tridente, Veneno (CBS, 1977). Obra única e irrepetible que marcaría el rumbo de todos los que formaron parte de ella, además del curso que tomaría la fusión del flamenco y el rock en las siguientes décadas.

«…O bien si parece demasiado, / hacer el amor sin que haya que cambiar la voz, / escribir sin muletas, / caminar sin que haya que pedir permiso, / hablar sin rayas. / O bien si parece demasiado…».

Bonus track: “Volando voy” (La leyenda del tiempo, PolyGram, 1979)

«Volando vengo, vengo, / por el camino yo me entretengo…». Cuentan que el productor Ricardo Pachón estaba dándole vueltas al proyecto La leyenda del tiempo (PolyGram, 1979) y Kiko Veneno le dijo: «¿Por qué no cogemos estrofas de Lorca, aunque sean de diferentes poemas, y le damos a su poesía la música flamenca que está pidiendo a gritos?». Una vez encontrada esa conexión y punto de partida, Kiko trabajó mano a mano con Camarón, musicando varias letras y hasta cantándole los tonos y ritmos para que el cantaor los hiciera suyos. Así, Kiko Veneno, aparte de ser el autor del eterno “Volando voy”, también participó en la creación de otros temas del revolucionario disco en el que, rodeado de un elenco estelar, Camarón se cortó la coleta «de la Isla» y, siguiendo los aires transgresores de Smash, Veneno, Lole y Manuel o Triana, hizo temblar los cimientos del flamenco y le dio alas para siempre. Versos indestructibles: «Enamorado de la vida, / que a veces duele, / si tengo frio, / busco candela».

Artículos relacionados