Cine: “Horns”, de Alexandre Aja

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“El momento en el que la película intenta ser demasiado épica e incluso moral al nivel tradicional es cuando parece perder el buen ritmo de lo surrealista y sardónico”

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“Horns”
Alexandre Aja, 2013

 

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

 

Ig, interpretado por Daniel Radcliffe, es el único y principal sospechoso del brutal asesinado de Merrin (Juno Temple), su novia desde la infancia. El protagonista de “Horns” persigue la exoneración de su aparente culpabilidad mientras lucha contra la pena de haber perdido a su amada. Pero pronto el infierno interior que sufre Ig empieza a desplazarse al exterior y se verá obligado a buscar las diferentes pistas que van surgiendo mientras parece convertirse en un demonio. Pero no un demonio metafórico, sino real. Así, el personaje se levanta una mañana con resaca y unos incipientes cuernos que además hacen que todas las personas con las que se encuentra confiesen e incluso realicen sus deseos más ocultos y perversos ante un sorprendido Ig.

Este punto de partida resulta ingenioso, intrigante y divertido, y produce unos momentos de sordidez y humor negro que se convierten instantáneamente en las mejores secuencias del filme: toda esa cantidad de personajes olvidando las normas sociales y asumiendo a viva voz las contradicciones, mentiras, ansias y sueños rotos que normalmente tratan de contener. Quizás el planteamiento más interesante de “Horns” sea precisamente que el asumido binarismo bien-mal es una clasificación ridícula, por cuanto en ocasiones lo malvado y perverso es en realidad instinto y deseo, y, por tanto, una parte fundamental de la naturaleza humana.

Con esto se consigue dar una nueva vuelta de tuerca a las historias de redención de un falso culpable y la sucesiva venganza que tantas veces hemos visto, combinando lo sobrenatural, el gore estetizado, la comedia negra y el misterio para crear un tono tenso y oscuro que también se refleja a nivel visual (de un modo similar a otros filmes de Alexandre Aja como “Las colinas tienen ojos”, de 2006) pero que lamentablemente termina por desaparecer. El momento en el que la película intenta ser demasiado épica e incluso moral al nivel tradicional es cuando parece perder el buen ritmo de lo surrealista y sardónico y abandona todo aquello que atrae e interesa del planteamiento inicial, creando incluso una cierta incomodidad en el espectador, que no tiene muy claro cómo enfrentarse al acto final de la historia.

Habitual en el género es que la solución a un misterio siempre sea decepcionante. La búsqueda de respuestas y el camino a seguir suele ser mucho más interesante que la solución definitiva del puzle, y “Horns”, con una apertura muy potente y un flojo cierre que no cumple esas expectativas, no es una excepción.

Anterior crítica de cine: “El camino más largo para volver a casa”, de Sergi Pérez.

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