Discos: “Saturns pattern”, de Paul Weller

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“En ‘Saturns pattern’ el ‘modfather’ ha corregido el rumbo. Ha sabido mantener el equilibrio entre lo mejor su tradición compositiva basada en los clásicos del rock británico de los sesenta y los setenta y sus nuevas inquietudes”

 

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Paul Weller
“Saturns pattern”
PARLOPHONE

 

 

Texto: ÀLEX ORÓ.

 

 

“Saturns pattern” es el vigésimo cuarto álbum de Paul Weller desde que en 1977 iniciara su carrera discográfica con The Jam. Son casi cuarenta años de una trayectoria artística en la que Weller ha sabido mantener muy alto el listón creativo de sus canciones. Como casi todos los artistas, ha tenido momentos de altibajos y de dudas estilísticas. El más recordado es su divorcio de Polydor en 1989, cuando estaba al frente de The Style Council y tras el fracaso comercial de sus dos últimos discos –“The cost of loving (1987) y “Confessions of a pop group (1988)”–, decidió experimentar con los sonidos house que se bailaban en los clubes de Londres. El resultado fue “Modernism: a new decade”, un disco que Polydor rechazó publicar. Tras este tropiezo, Weller inició su trayectoria en solitario cargado de inseguridades y de miedo al fracaso.

Han pasado veinticinco años y el de Woking no solo superó ese mal momento, sino que ha mantenido intacta su ansia por evolucionar estilísticamente. Podría vivir de los royalties, haber reunido de nuevo a The Jam para una gira… Podría ser, en definitiva, un ídolo del rock de esos a los que les gusta caminar en pantuflas, tener una vida cómoda y no alejarse lo más mínimo de su zona de confort creativo, repitiendo los mismos esquemas musicales disco tras disco. Pero hete aquí que Paul Weller es un inconformista sonoro al que a estas alturas le da igual lo que piensen la crítica y los fans de toda la vida, a los que seguramente les gustaría más que su ídolo se moviera en las coordenadas de “Stanley road” (1995). Por eso, en 2008 inició un giro estilístico con “22 Dreams”, que se acentuó en “Wake up the nation” (2010) y que se concretó de manera definitiva en el irregular “Sonik kicks” (2012). “Saturns pattern” sigue por esta senda sonora basada en la exploración de las posibilidades que le puede aportar la psicodelia electrónica, el rock progresivo, el Kraut rock o incluso el jazz. Pero si en su anterior álbum, esta exploración se le fue de las manos y resultaba farragosa y plomiza, en “Saturns pattern” el “modfather” ha corregido el rumbo. Ha sabido mantener el equilibrio entre lo mejor su tradición compositiva basada en los clásicos del rock británico de los sesenta y los setenta, y sus nuevas inquietudes. Puede que a ello haya contribuido el relevo en las tareas de producción de Simon Dine por Stan Kybert, que mezcló “Sonik kicks” pero que también había colaborado en trabajos de la “etapa clásica” como “Ilumination” (2002) y “Studio 150” (2004).

“Saturns pattern” se abre con ‘White sky’, un canción cargada de guitarras chirriantes, distorsiones vocales y que coquetea con el hard rock psicodélico de los setenta. Le sigue el tema que da título al elepé que tiene un envoltorio más pop, aunque, poco a poco, avanza por terrenos lisérgicos que incluso enlaza con los Beatles de la época del álbum blanco. ‘Going my way’ está llamada a ser una de las canciones clásicas de su repertorio. Es un tema que mantiene el vínculo con el Weller de los años noventa e incluso planea sobre él la influencia de Paul McCartney. Parece una composición simple tras la primera escucha, pero poco a poco el oyente puede apreciar la complejidad de los detalles que adornan esta canción. En ‘Long time’ encontramos más guitarras chispeantes. Es la más rockera de las canciones de “Saturns pattern” y podría ser un futuro single pese a la simplicidad del mensaje que lanza la letra. El alma negra de Weller, la que le llevó a fundar Style Council, reaparece en ‘Pick it up’. Un tema que va creciendo a medida que avanza su audición. Influencias de Curtis Mayfield, riffs de guitarra que se van repitiendo y una letra que invita al oyente a ir hacia adelante y a reponerse de las adversidades son los mejores argumentos de uno de los cortes más potentes de este trabajo.

‘I’m where I should be’ es el primer tema de la segunda cara (esta reseña la escribimos oyendo la edición en vinilo). Es una de las canciones en las que la electrónica está más presente y contribuye a que toda ella tenga un sonido prístino. Es el mejor ejemplo de que en esta ocasión Weller ha sabido corregir los defectos y los excesos de “Sonik kicks”. Le siguen “Phoenix”, que se abre con unos coros que pueden recordar a los Beach Boys pero que es la canción más pop soul del disco, e ‘In the car’, que fusiona blues, electrónica y se convierte en una especie de “road movie” sonora. El viaje a Saturno de Weller se cierra con la cálida y extensa (casi ocho minutos y medio) ‘These city streets’, en la que la intensidad del disco decae. “Saturn Patterns” supone un paso y medio adelante respecto a su antecesor y consolida el giro estilístico iniciado por Weller en el siglo XXI. Es un álbum excelente que solo tiene un problema: el cancionero de Weller está lleno de tantos momentos memorables, que le cuesta muchísimo superarse a sí mismo pese a su encomiable, respetable y valiosa voluntad de renovación para no convertirse en un pensionista más del rock.

Anterior crítica de discos: “I’d rather be dead”, de Blas Picón & Junk Express

 

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