Cine: «Atrapada en la oscuridad», de Joseph Ruben

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«Hay películas que nacen ya con una sinopsis, un desarrollo y un final preconcebidos. Incluso, con un tono muy definido y unos personajes que reconocemos al instante»

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«Atrapada en la oscuridad»
(«Penthouse north», Joseph Ruben, 2013)

 

 

Texto: JORDI REVERT.

 

 

Hay películas que nacen ya con una sinopsis, un desarrollo y un final preconcebidos. Incluso, con un tono muy definido y unos personajes que reconocemos al instante. En la tradición de thrillers con protagonista ciega a merced de intrusos criminales, no siempre fue lo previsible la norma ni una rutinaria mediocridad el sino de un subgénero que, con el tiempo, ha desembocado en una retahíla de subproductos de dudosa idoneidad para la gran pantalla. Baste rememorar las estimables «Sola en la oscuridad» (Terence Young, 1967) y «Terror ciego» (Richard Fleischer, 1972) y enfrentarse luego a «Atrapada en la oscuridad», en la que lo único fascinante es preguntarse cómo un proyecto con alma de morralla de parrilla televisiva ha podido abrirse hueco en los despachos de Hollywood.

Quizá haya sido la mano de los hermanos Weinstein –expertos vendedores de humo– o el capricho de Michael Keaton, todos ellos productores ejecutivos y, el último, además, olvidable villano de la función. Sea cual sea su origen, lo que queda pronto de manifiesto en la cinta de Joseph Ruben es un total desinterés por salirse de esquemas preestablecidos. Ni los modelos clásicos de Young y Fleischer ni la más contemporánea «La habitación del pánico» (David Fincher, 2002) parecen haber enseñado nada a Ruben, que en todo momento se demuestra como un director formulaico e incapaz de arriesgar. Su única apuesta, quizá, se resume en el cadáver que se cuela en la imagen mientras la cámara acompaña en un travelling a una invidente Michelle Monaghan. La idea, que podía apuntar hacia el atrevimiento y la sutileza gramatical en la construcción de una atmósfera de terror doméstico, pronto da paso a la vulgaridad de un zoom sobre el muerto, acompañado por una subida de decibelios que pone las cartas sobre la mesa: no, esta no es la película llamada a sobrescribir sobre los lugares comunes de ese relato ya conocido.

Antes al contrario, «Atrapada en la oscuridad» ni siquiera es capaz de seguir los pasos esperados con cierta fluidez. El guionista David Loughery, que ya escribiera el guion para la muy prescindible «Protegidos por su enemigo» (Neil LaBute, 2008), arma una trama en la que abundan las incoherencias –el agudizado sentido del olfato de su protagonista, solo lo es según exija la ocasión–, los giros poco sofisticados –la risible escena del gato en la terraza– y los personajes completamente vaciados de historia y carisma. Su escasa hora y veinte de duración no deja que la desesperación haga mella en el espectador, pero sí que este pueda llegar a lamentar el tiempo y dinero perdidos en una película que se olvida al instante.

Anterior crítica de cine: “Cruce de caminos”, de Derek Cianfrance.

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