Casi tierra, de Vicente Navarro

Autor:

DISCOS

«Todo parece fluir de manera natural, como si las canciones hubieran sido compuestas ayer mismo»

 

Vicente Navarro
Casi tierra
AUTOEDITADO, 2019

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Aunque este es su primer disco en solitario, Vicente Navarro lleva años en el entorno de la música.  Con estudios de conservatorio, finalista en algunos concursos de jóvenes creadores y parte del dúo Pájaro —que en 2010 editó “Tiempo versus dinero”, su único epé—, no ha dejado nunca de acoger en la mano canciones e instrumentos. De hecho, este Casi tierra le ha llevado cuatro años de preparación, y aunque las canciones estén trabajadas hasta el detalle, todo parece fluir de manera natural, como si hubieran sido compuestas ayer mismo.

Como esos poetas que para conseguir la naturalidad, trabajan sus textos hasta la extenuación, las canciones de Vicente Navarro parecen instalarse en la sencillez, pero se adivina un inmenso trabajo de fondo para conseguirlo. No es más que una estética que la música española acoge en los últimos años, con propuestas tan interesantes como las de Lorena Álvarez, Carmen Boza, los hermanos Cubero o Jacobo Serra, cada uno en su estilo y con sus particularidades, claro. La de Vicente Navarro es la búsqueda de una impoluta pureza, que la canción cuente con los mínimos elementos y la máxima efectividad. El ejemplo más patente es «En el río”, modelada con una guitarra acústica que te envuelve y pocos arreglos, los esenciales para emocionar.

Otra de sus particularidades es el espectro de influencias. Vicente Navarro bebe tanto de los cantautores que en los 70 intentaban cuidar un poco más sus producciones, como de los sudamericanos que enfocaban su música más atentos a la percusión y el ritmo, percusiones que aparecen claramente en “Un llanto”. Incluso es capaz de utilizar una melodía tanguera en “Una orquesta”, que poco a poco los coros femeninos van llevando hacia dejes flamencos, arrebatados y emocionantes, que culminan en un final esplendoroso.

Es un camino que sigue en “El luto” —con una excepcional guitarra flamenca— y en “El puente”, que alcanza incluso toques morunos. Esta es la base fundamental del disco, lo que no excluye que haya temas cercanos a la música urbana y con mayor intensidad; “Esternón”, elegida inteligentemente como single, es la que más punch hace explotar en todo el disco, aunque no en la letra, que como el conjunto, tiene un inevitable aire sentimental en que canción a canción de va desvelando una historia de amor con sus ilusiones, su culmen y su decadencia. En definitiva, un excelente disco en el que se degusta un cóctel cuya base es el folk, pero lleno de todos los sabores.

Anterior crítica de discos: A tu vera, de Tomcats.

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