Carlos Segarra (Los Rebeldes): «La vida me hizo espabilar y encontrar un lenguaje propio»

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«Nuestro debut ha quedado como una referencia para iniciados en el rock and roll en castellano»

 

Entre los pioneros del rock and roll de los ochenta hay que citar a Los Rebeldes, que debutaron con un disco, Cervezas, chicas… y rockabilly! que Warner acaba de reeditar en una lujosa edición que ve la luz este sábado, 22 de abril, con motivo del Record Store Day. Javier Escorzo habla con el fundador del grupo, Carlos Segarra.

 

Texto: JAVIER ESCORZO.
Fotos: ARCHIVO EMI.

 

Cuando responde al teléfono, Carlos Segarra se encuentra trabajando en el futuro inmediato de su banda, Los Rebeldes: «Me has pillado viendo las tomas de portada para el disco en directo de 40 aniversario, que lo grabamos en 2020 en la Joy Eslava, justo antes del confinamiento, y va a salir dentro de un mes y medio. Se titula El honor y la gloria. En el mismo año, con dos meses de diferencia, se va a editar el alfa y el omega, discográficamente hablando y hasta ahora, de Rebeldes». Tiempo habrá para disfrutar del omega, pero antes toca echar la vista atrás y detenerse en el alfa, que fue aquel Cervezas, chicas y… Rockabilly! publicado inicialmente en 1981 y que ahora tiene una merecida y muy cuidada reedición a cargo de Warner. Se trata de un disco absolutamente seminal, tanto para el grupo como para el movimiento rocker nacional.

 

Para ponernos en situación, vamos a repasar los años inmediatamente anteriores a la fundación de Rebeldes y la grabación de este disco que ahora reeditáis. A finales de los setenta, con 16 años, tú ya dabas conciertos en el Raval de Barcelona y estuviste en varios grupos: Teddy Loquillo y Sus Amigos (con Loquillo), Chocopolvo, Correo Viejo…
Te lo digo en orden. La primera vez que subí a un escenario, aparte de la típica fiesta de fin de curso del colegio, fue en las cocheras de Sants, cuando empezaban los mítines; yo iba con la guitarra y cuando el grupo llegaba tarde, subía al escenario y tocaba solo con mi guitarra. Cuando llegaba el grupo que amenizaba el mítin, me bajaba. Ese fue mi bautizo delante de un público real, no de tus compañeros de clase.

 

Y luego ya llegaron los grupos.
Eso es. Vi un anuncio en la tienda de música de Gay Mercader, Gay & Company. Fue la misma tienda en la que vi un anuncio de Loquillo, al que llamé, así fue como nos conocimos. Allí vi otro anuncio de un grupo que buscaba vocalista. No sé si habría cumplido ya los diecisiete o tendría todavía dieciséis, pero me hice el machito, contesté el anuncio y me metí de cantante en un grupo en el que el resto de los miembros tenían veintitrés y veinticuatro años. Eso fue Chocopolvo.

 

Con Loquillo también montaste otro grupo.
Fue con la gente de Chocopolvo. Loquillo quería montar un grupo y no tenía músicos, así que, con gente de Chocopolvo, montamos Loquillo y Sus Amigos, o Teddy Loquillo y Sus Amigos, según nos daba.

 

Luego pasaste por Correo Viejo.
Fue todo a la vez. Correo Viejo fue a la vez que Chocopolvo y que Teddy Loquillo. Y a la vez que el principio de Rebeldes, también. Durante esa época también estuve dos años de bajista con Sleepy LaBeef. Todo eso pasó en un año y medio o dos años.

 

El germen de Rebeldes surgió en otro grupo que se llamaba La Granja Azul.
La Granja Azul era un grupo como de verbenas. Pero unas verbenas muy rockeras, hacían versiones de los Rolling Stones, clásicos del rock and roll, algún bolero, que a mí me gustan mucho, por cierto. Digamos que no hacían “El chachachá del tren” ni “El tractor amarillo”, era una banda de versiones más tirando al rock and roll que a otra cosa. El vocalista se fue a la mili y a mí, que alguna vez subía de invitado, me propusieron entrar. Yo derivé el repertorio hacia el rockabilly más puro y duro. Le cambié el nombre al grupo, que pasó a llamarse Los Rebeldes. Y entró Moisés a la batería, y Aurelio, que me lo presentó un amigo común con el que estudiaba para hacer oposiciones para las cajas de ahorros y con quien me juntaba para tocar versiones de Chuck Berry, Rolling Stones y demás. Aurelio en principio entró como guitarra rítmica.

 

¿Él era el guitarrista?
Sí. Yo cantaba y tocaba el bajo, y un día que el resto del grupo no apareció Aurelio me pidió el bajo y nos cambiamos los instrumentos. Yo con la guitarra me sabía un par de punteítos, el “Ooby Dooby” de Roy Orbison y cuatro cositas más. Muy resumido, así es como nació la primera formación de Rebeldes que el público conoció.

 

Después entró el pianista, Emilio Díaz «Speed».
Era mayor que nosotros. Era muy joven para la época de Los Sírex, pero mayor que nosotros.

 

¿Cómo era Barcelona esos años? A los que no la conocimos nos llega la imagen de una ciudad casi mítica, muy tolerante, avanzada, abierta al mundo…
Es que era mítica. La Barcelona de finales de los setenta y principios de los ochenta era la hostia. La Movida que había en Barcelona era diferente a la de Madrid, quizás por la proximidad con Francia; había mucha interactividad, venían muchos grupos franceses, los grupos de Barcelona íbamos a tocar a París, a Montpellier, a Perpiñán… Salías una noche de marcha por Barcelona y conocías a un guionista de TV3, a un dibujante… Ibas a divertirte y conocías al que te iba a hacer la portada, al que te iba a hacer el videoclip… Era una ebullición constante, quizá por la situación política y social de la ciudad. No era la Barcelona de ahora, que es más café per a tots. Era una ciudad con identidad propia. Barcelona Distrito Federal, como dice el Loco.

 

Vosotros erais rockers, pero creo que todas las tribus urbanas convivían muy bien en Barcelona, no había peleas.
No había, no. Pasaba una cosa muy curiosa y era que los punkis de Barcelona eran muy rockeros y los rockeros éramos muy punkis de mentalidad. Había un hermanamiento que, por desgracia, en sitios como Madrid o Valencia no se daba tanto. Yo tenía amigos punkis en Valencia, por ejemplo. Que nadie se olvide de que el rock and roll fue la música punk de los años cincuenta.

 

«Es mucho mejor grabar por la noche, por lo menos para cantar rock and roll»

 

En cuanto Los Rebeldes os pusisteis a funcionar, firmasteis el contrato muy rápidamente, ¿no? Creo que tú eras todavía menor de edad y tuvo que firmarlo tu madre por ti.
Correcto, no había cumplido los dieciocho. En esa época se hacían maquetas en cintas de casete. Íbamos a las radios con ellas: Radio Juventud, Radio Barcelona… a todas las que nos dejaban. La gente nos oía. Hacíamos conciertos en Radio Nacional y la gente nos escuchaba. Cuando fuimos con la maqueta a CBS y a EMI Odeón, ya estábamos sonando, ya habíamos tocado en bastantes sitios. Entonces no hacía falta tener un disco para que la gente te conociese. Era otro paso más, pero tampoco imprescindible. Cuando llamábamos a la puerta de un sello ya teníamos un bagaje: habíamos sido teloneros de Chuck Berry y de Johnny «Guitar» Watson, habíamos hecho el aniversario del rock and roll en la sala Magic dos días… Habíamos hecho cosas relevantes, cosas que pesaban a la hora de mover el grupo.

 

¿Tuvisteis que ir a muchas discográficas?
Fuimos a EMI y no es que nos rechazaran, pero se hicieron un poco los locos. Luego fuimos a hablar con CBS, íbamos a firmar con ellos. De hecho, se organizó una fiesta en Estudio 1, con sus tarjetas y todo, en las que ponía Fiesta de presentación del nuevo grupo de CBS: Los Rebeldes. Vino a la fiesta el A&R de EMI Odeón, nos dijo que pasáramos por su oficina y al final firmamos con ellos. Fue un poco rocambolesco.

 

¿Las discográficas tenían sede en Barcelona o teníais que ir a Madrid?
No, antes las discográficas estaban en Barcelona. CBS estaba en Barcelona, EMI estaba en Barcelona. Con el boom de la Movida madrileña el negocio se trasladó a Madrid, pero cuando grabamos el primer disco las sedes estaban en Barcelona. En Madrid tenían una oficinita un poco para apoyar la promoción. Luego todas las discográficas grandes se trasladaron a Madrid.

 

En cualquier caso, ¿ibais mucho a Madrid, como hacían otros artistas catalanes como Loquillo, Manolo García o Quimi Portet?
Íbamos porque Madrid era una esponja, querías conocer lo que estaba pasando allí. En realidad pasaban cosas en todas partes: en Valencia, Galicia, Granada, Cataluña… Madrid era el crisol, aglutinó todo. Pasabas de la televisión local a la televisión nacional, era un salto.

 

¿Y llegasteis a sumergiros en el ambiente de la Movida madrileña?
Sí. Es que Madrid lo absorbía todo. Yo viví varios años allí. Siempre me han tratado muy bien en Madrid; a veces, mejor que en mi propia casa. En ese sentido, Madrid aglutinó a todo el país. Salíamos de una dictadura militar, cultural… Barcelona igual tenía un punto más cultural y Madrid era más industrial. Sin quitarle su punto cultural, por supuesto, porque era la cazuela donde se cocía todo.

 

En 1981 se publicó vuestro debut discográfico, Cerveza, chicas y… Rockabilly!, que ahora se reedita.
Se grabó en el 80, pero salió en el 81, sí.

 

Creo que al principio pensabais grabar la mitad temas propios y la mitad versiones, pero que en la discográfica os invitaron a seguir componiendo.
Sí. Bueno, la discográfica y la propia banda. Pero tenía que escribir yo. ¡Nos ha jodido! Por pedir… [risas]. Soy un gran fan de la música y de las canciones. En aquellos años tenía un cierto complejo a la hora de componer. Pensaba: «¿Para qué voy a escribir canciones, si las que me gustan ya están escritas?». Yo cantaba, tocaba la guitarra, pero no tenía pensado componer. Las canciones que me gustaban las tenía mitificadas; luego, cosas de la vida, mis canciones han terminado siendo míticas también para mi público. Pero entonces no me veía componiendo, mi afán era tocar clásicos del rock and roll. Al final, en ese disco solo hubo una versión, el “I remember” de Eddie Cochran. Si hubiese sido por mí, a lo mejor hubiese habido más, tipo With the Beatles o Please please me o los dos primeros de los Stones, que hay canciones suyas y versiones. Ahora me alegro de haberme lanzado.

 

¿Y cómo afrontaste esa nueva faceta de compositor?
Las circunstancias de la vida me hicieron espabilar y encontrar un lenguaje propio. Yo no quería limitarme a traducir literalmente ni contar cosas de sitios en los que no había estado nunca. Quería hablar de cosas más cercanas, cosas con las que los rockers españoles se pudiesen sentir identificados, sin perder ese fetichismo por la música americana.

 

¿Cómo fue la grabación? ¿Os relegaron a los horarios nocturnos, como les sucedió a otros grupos que empezaban?
Hicimos la maqueta en estudios Moraleda, ahora los lleva Aurelio Morata. El disco lo grabamos en los estudios Gema-1, en Barcelona, donde también grabamos el disco de Loquillo y Sus Amigos. Grabamos en horario normal, no estábamos allí como de pobres y prestados… ¡Qué grabábamos con la EMI, tronco! Los discos de los Beatles traían en mismo logo, eso imponía mucho.

 

Pero aun en discográficas grandes, hay grupos que dicen que les mandaban a grabar por la noche, en las horas libres que quedaban mientras por el día grababan, no sé, Rocío Jurado o José Luis Perales.
No, a nosotros nos trataron muy bien. Eso igual fue después, cuando ya se disparó todo. Además, imagino que si les daban esas horas no era por hacerles de menos. Recuerdo que, años más tarde, vendiendo cientos de miles de discos, yo prefería grabar de noche; además de ser más barato, cundía más, había menos interrupciones, tenías la cabeza menos saturada del ruido urbano… A mí no me suponía ningún problema. Incluso para grabar las voces, es mucho mejor por la noche, por lo menos para cantar rock and roll.

 

Hablando de rock and roll, os decantáis clarísimamente por ese sonido. Supongo que en España sería un movimiento latente, pero discográficamente todavía no había grupos practicándolo por entonces.
En Barcelona había un sello que editaba para España todos los discos de la Sun Records, Charly Records, discos de rockabilly… Había una movida europea, en esa época el rockabilly en Estados Unidos estaba muerto. En Europa estaban los teddy boys con un sonido muy particular, hay una manera europea de hacer rock and roll. Los pobres Stray Cats me contaban que a ellos, en nueva York, los trataban de catetos, por eso vinieron a Londres.

 

«Claro que soñaba con poder vivir de la música, pero hubo momentos en los que lo vi bastante mal»

 

¿Se puede decir que en España fuisteis pioneros?
Sí, en España nos tenemos que remontar a Los Sírex. La primera época de Pekenikes, Tony Luz, que antes de montar Bulldog hizo Zapatón, aunque la estética era muy años setenta, pelos largos y demás. Pero vivir la música con todo lo que conlleva, llevar aquellos instrumentos, esa estética… en eso sí fuimos pioneros.

 

Vuestra actitud, sin embargo, era muy punk.
Totalmente. Como no había ropa ni podíamos ir a Londres, nos apañábamos con lo que encontrábamos. Ibas a una tienda de bailarines flamencos en Las Ramblas y te encontrabas una camisa negra con flecos blancos y unas notas musicales, o unos botines de flamenco, pero los comprabas, los mezclabas con otra cosa y quedaban totalmente rocker. Era do it yourself total.

 

En el disco apenas hay baladas, son casi todas canciones superenergéticas.
Igual que hoy en día, que hacemos dos horas de repertorio y salvo un par, todo los demás es cera [risas].

 

La versión que aparece de “Vámonos”, que canta vuestro pianista, Speed, es la maqueta, no la que grabasteis luego en el estudio. ¿Por qué?
Sí, correcto. La grabamos en el estudio, pero faltaba esa chispa. El día de la maqueta, Emilio estaba iluminado, hizo solo tres tomas. Cuando quieres imitarte a ti mismo no sale bien. Lo intentó, la probamos, pero no quedaba tan bonita, así que decidimos meter la maqueta, aunque no suene tan bien como el resto del disco, pero lo compensa con la energía que tiene. Es como el “Twist and shout” que John Lennon cantó afónico; vale, estará malo, pero es la mejor toma. Pusimos el rock and roll y la actitud por encima de cosas que nos parecen secundarias.

 

El sentimiento por encima de la perfección técnica.
Totalmente.

 

Emilio Díaz, «Speed», era director de colegio; creo que no le gustaba salir en las fotos, procuraba que no se le reconociese y se ponía de lado, oculto bajo el sombrero…
Sí. Cuando salió el disco se encontró con un par de alumnos que le pidieron que se lo firmara. Un director de colegio, que estaba como para reñir [risas]. Te decían: «¡Al despacho del director!», y te echabas a temblar. Entonces, claro, ser músico de rock and roll siendo director… El pobre Emilio tenía miedo de que eso le creara algún conflicto con según que padres, o incluso consigo mismo. ¿Cómo vas a reñir a alguien cuando estás en una banda de rock and roll? Intentó esconderse un poquito.

 

De hecho, dejó el grupo por eso, ¿no? Cuando ya os hicisteis tan populares que era imposible esconderse.
Sí. Él tenía familia, hijos, su trabajo… Era difícil de compaginar.

 

Antes has dicho que no tenías afán de componer y que te viste empujado a hacerlo. ¿Qué referentes tenías para escribir letras en castellano?
No sé ni cómo lo hacía. “Eres un rocker”, que la escribí con el Loco, surgió de unas fotos que había visto de Gene Vincent. Me fijaba en las letras americanas y procuraba trasladarlas aquí, pero no hablando de Winsconsin, sino de Sants o de Hospitalet. Buscaba algo más localista. Me fijaba en letras del Dúo Dinámico, de Los Sírex, de Los Salvajes… Yo nací en 1961, viví todo eso. Alguien que ahora tenga cincuenta años igual ha tenido que redescubrirlo, pero yo lo viví en tiempo real. Todas las letras de la música que sonaba en mi casa, Sinatra, los boleros, Sergio Mendes, música portuguesa… Supongo que todo eso me influyó. Hay muchas formas de escribir una letra. A veces, se me ocurre un título y a partir de ahí escribo toda la canción. Otras veces, se me ocurre el estribillo y sigo. Un poco de todo: inspiración local, mitos americanos de los años cincuenta, que los teníamos muy mitificados; cosas que has escuchado…

 

¿Qué recepción tuvo el disco?
El público en general tampoco se enteró mucho. Cuando salimos nosotros estaban también Nacha Pop, Secretos… Había bastante música nacional. Hubo momentos en que los grupos españoles copábamos las listas de éxitos, grupos como Rebeldes, La Frontera o muchos otros reventaron a números uno como Michael Jackson o Bruce Springsteen. Cuando salió el disco hicimos programas de televisión: Tocata, Aplauso… ese tipo de cosas. Nuestro público principal eran los rockers, que en aquel momento no eran muchísimos, luego se convirtió en un fenómeno más grande en España. En su momento, el disco no tuvo mucho éxito comercial, entre otras cosas porque me tuve que ir a la mili a Ceuta. Allí compuse muchas canciones: “Mediterráneo”, “Bajo la luz de la luna”, “Quiero ser una estrella”, “Maldita garita”… catorce meses dan para mucho. Al ir al servicio militar, se acabó el contrato discográfico.

 

Y fue entonces cuando apareció Paco Martín, ¿no?
Eso es. Teníamos ya las canciones del segundo disco, Esto es rock and roll, porque no parábamos de componer. Las cosas pasaban muy rápido, ahora parece que fueron años, pero fueron, en realidad, unos pocos meses. Nada más salir de la mili fichamos por Twins, la independiente de Paco Martín, que descubrió a Hombres G, Danza Invisible y un montón más. Hicimos Rock-Ola, La edad de oro, La bola de cristal y cuatro cosas más, y ahí ya subimos mucho, venían las multis a llamar a nuestra puerta. Con esa popularidad, el primer disco, que en su momento no había tenido tanta repercusión, se fue vendiendo otra vez. Lo mismo que pasó con el Love me do de los Beatles. De inicio lo compraron solo los rockers, luego se convirtió en un disco mítico. Ha tenido muchas reediciones, no remasterizadas como esta, no tan cuidadas como esta, y ha quedado para gente que empieza a descubrir el rock and roll en castellano no como una Biblia, pero sí como un referente.

 

¿Teníais pretensiones de dedicaros profesionalmente a la música en esos primeros años?
Como decía John Lennon, estábamos haciendo tiempo para retrasar el momento inevitable de entrar a trabajar en una fábrica, en una caja de ahorros o en lo que fuera. Claro que soñaba con poder vivir de la música, pero hubo momentos en los que lo vi bastante mal. Después del primer disco, tener que irme a hacer la mili tan lejos… Ahí sí que me planteé dedicarme a otra cosa. Pero al volver vi que estaba todo en ebullición, la banda había seguido activa: Moisés había estado con el Loco, Aurelio había montado Aurelio y Los Vagabundos… y seguimos adelante.

 

Decías que esta edición está muy cuidada y es cierto. La carpeta interior del vinilo incluye el cómic que os hizo Sabino Méndez.
Es lo que te decía, Barcelona estaba muy viva. Todos los grupos interactuábamos entre nosotros, nos reuníamos en los mismos locales… A lo mejor eso del cómic se nos ocurrió tomándonos unas cervezas a la una de la madrugada. Salías a divertirte, pero estabas currando, volvías a casa con proyectos nuevos. Había una sensación de euforia, piensa que hacía solo cuatro o cinco años que se había muerto Franco. Había muchas ganas de libertad. Recuerdo una cierta envidia, no siempre sana, por parte de alguna gente mayor que se había comido toda la dictadura y nos veía a nosotros, que nos comíamos los frutos de la libertad.

 

Para terminar, Carlos: ahora que vivimos una época rara para la música, al menos para la mayoritaria, para la que se escucha en los grandes medios de comunicación, no sé si la dedicatoria que escribisteis hace más de cuarenta años sigue vigente: «A todos los Teddy boys, rockers y aficionados al auténtico rock and roll, españoles, por todo lo que han tenido que soportar estos últimos años».
Yo ahora pondría «por todo lo que están soportando» [risas].

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