4, de Coke Belda

Autor:

DISCOS

«Algunas canciones parecen llevar al colmo del preciosismo»

 

Coke Belda
4
Rock Indiana, 2020

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Si atendemos a que Rock Indiana es, en nuestro país, uno de los bastiones más potentes del pop de guitarras más puro, y que Coke Belda les ha facturado algunos de sus mejores discos, concluiremos con la evidencia de que el cantante valenciano —ahora instalado en Estados Unidos— es un poderoso artífice de canciones, de esas en que el fiel de la balanza marca equilibrio perfecto entre melodías coloristas y adictivas y electricidad básica. Una pista: su anterior disco fue simplemente un homenaje a los Bee Gees, que llevaba el subtítulo de 3 y les daba consistencia beat.

En todos los casos parte de estas mismas bases que comentamos, aunque aquí las composiciones y los arreglos parecen algo más trabajados, con una patente querencia por los Beatles, pero con soluciones que recuerdan a los Beach Boys como nunca había logrado en su carrera. Cierto que todas las facciones del pop soleado —bubblegum, new wave, psicodelia, también California— habían ido apareciendo en sus discos, pero aquí algunas canciones parecen llevar al colmo del preciosismo. No en vano él mismo, en entrevistas, sugiere que sus siguientes canciones han de buscar un productor que no sea él mismo: ha llegado a su límite.

No es casual que abra el disco con un “Thank you, Paul” en que queda patente el homenaje y las plantillas que utiliza. Tampoco es casual que otra canción se llame “1968”, el año en que nació su mujer —el tema va para ella—, pero, asimismo, ese año en que el pop pareció explotar de gozo, esa frontera entre los sesenta y los setenta en que se basa, por ejemplo, “6×8 Basement”, cuyo inicio recuerda poderosamente al de “My sweet lord”.

Es también un álbum en que la presencia folk es más evidente que en los anteriores. La citada “1968” podría pertenecer perfectamente al repertorio de Kris Kristofferson o James Taylor, y “Believe” —cercana al “Blackbird” de los Beatles— es otro tipo de folk más preciosista, en el que la mínima instrumentación crea espacios de amplitud melódica, de belleza en cada rincón y de ecos tranquilos.

De igual manera, es un disco en el que las baladas juegan un papel importante. “Another day” tiene mucho de Beach Boys, al igual que “Whatching you”, que con delicadeza máxima va discurriendo hasta un final estremecedor, pero que también recoge algo de ABBA, de una de esas lentas sin tapujos, simples, efectivas.

Y, cómo no, en un disco bastante más variado que los anteriores también hay sitio para el pop guitarrero del mejor calado. “Harlan, Kentucky” posee tres cosas demoledoras: la batería, la melodía y las guitarras. Aquí potentes en su sonido, pero en otras ocasiones mucho más sutiles, como en el solo de “Brooken Circle” o en el puente de “Just a Dream”, que es puro Rubber soul.

Con todo ello, hay una cosa que nunca va a cambiar en la música de Coke Belda. Y nos entregará más discos y la seguirá manteniendo porque es algo innato, consustancial a su labor de músico: llena cada uno de los cortes de sus discos de una elegante y emotiva belleza.

Anterior crítica de discos: Cigala canta a México, de Diego el Cigala.

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