¿Por qué ganó el Oscar a la mejor BSO «Gran Hotel Budapest»?

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gran-hotel-budapest-24-02-2015

«Puedo entender que su banda sonora irrite a más de un aficionado, pero si quien la escucha se engancha, es difícil que no la disfrute»

 

Alexandre Desplat, doblemente nominado en la categoría musical en esta edición, se alzó con la estatuílla por su trabajo en la cinta de Wes Anderson.

 

 

TEXTO: FERNANDO FERNÁNDEZ.

 

 

Bueno, ya podéis empezar. El nuevo no acertó su quiniela musical de los Oscar. Ya hay material para el café matutino de estos días. Pero no nos engañemos: ser un experto en algo no asegura que vayas a acertar los gustos de un montón de gente. Si no, seguro que nos habíamos ahorrado alguna que otra película lamentable en nuestros cines.

Pero en esas tertulias post Oscar, si hay algo que siempre me ha gustado son las diferentes ideas y paranoias conspiranoicas que se nos suelen ocurrir para culpar a unos y a otros de por qué no hemos acertado ni una, o de por qué nuestra favorita se ha quedado sin premio. Y como siempre, todos tendremos razón. Por lo menos dejadme contaros las mías: por qué Alexandre Desplat con “The Grand Budapest Hotel” ha sido la ganadora del Oscar a la mejor banda sonora.

(Mr. Moustafa – Tema principal )

Vaya por delante que la ganadora no era la más destacada en las quinielas. Pero como ya comenté, un mismo compositor con dos bandas sonoras nominadas a priori ya indica la calidad de su trabajo durante este año. También es verdad que ser su octava nominación probablemente haya jugado a su favor. Estamos hablando de un compositor que es favorito para los miembros de la academia. No obstante, el récord de nominaciones sin premio se lo lleva el maestro Alex North (“Espartaco”, “Un tranvía llamado deseo” y “Cleopatra”) con catorce candidaturas y ningún galardón, pero por eso también ha sido el único compositor que ha recibido un Oscar honorario por parte de la Academia. Aunque más recientemente hemos tenido a Thomas Newman (“Mujercitas”, “Cadena perpetua”, “Buscando a Nemo” y “American beauty”) con once nominaciones en las que se volvió de vacio a casita, o sea que sólo esto no vale.

Puede que tenga que ver con la clara actitud compensatoria de los miembros de la Academia. Normalmente, el Oscar a la mejor banda sonora es considerado un premio secundario, de los que sirven para reconocer a una película sin necesidad de mojarte en los principales si tienes otro favorito. Por ello esta película, entre las favoritas y con nueve nominaciones, ha terminado recibiendo cuatro premios, pero ninguno de los principales. Eso sí: los premios han sido en los elementos más destacados de la misma (maquillaje, diseño de vestuario y diseño de producción). Claro que el otro título en el que estaba nominado Desplat optaba a ocho estatuillas y sólo ha ganado una (“The imitation game” se ha llevado el Oscar a mejor guión adaptado), por lo que tampoco vale.

(Daylight Express to Lutz – Motivo cómico)

Y así podríamos seguir lanzando teorías hasta el próximo día, todas tan válidas y tan equivocadas como las demás. Pero se me ocurre una más que plantear: ¿no será simplemente porque es una buena banda sonora? Es la tercera colaboración de Desplat con Wes Anderson, un director que es especial y un poco raro en sus películas. Con personajes e historias tremendamente atractivos, aunque totalmente diferentes a otros personajes de otras películas. Y la película se adapta perfectamente a ese mundo de una manera ideal. De la misma manera que las cintas del director, puedo entender que su banda sonora irrite a más de un aficionado, pero si quien la escucha se engancha, es difícil que no la disfrute. Ligera, divertida, dinámica y muy original. Uno de sus principales aciertos es que, aun siendo una partitura para una comedia, la música fluye y avanza maravillosamente. Aunque utilice piezas pre-existentes es una de esas bandas sonoras donde dichos fragmentos se encuentran tan bien incorporados que no llaman la atención sobre sí mismos y parecen parte de un todo. Y eso que estamos hablando de elementos tan dispares como danzas rusas, un concierto de Vivaldi e incluso canto tirolés. En resumen, es una partitura que puede parecer excesivamente ligera frente a composiciones más serias, pero precisamente esa sea una de sus grandes virtudes.

(Last Will and Testament – Motivo dramático)

En el fondo todas las razones son buenas. Cada teoría tiene algo que influye en el resultado final. Pero en el caso de este año, la razón principal tal vez solo sea que era una buena banda sonora. Reconozco que esa razón es la más aburrida a la hora de crear una tertulia con café; cualquiera de las otras es más interesante y polémica. Pero va siendo hora de que empecemos a valorar las cosas por lo que son y reconocer cuando, simplemente, se ha hecho un buen trabajo. Eso sí que es difícil de escuchar en cualquier conversación en nuestro país. Y ya va siendo hora de que empecemos.

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