Operación rescate: «Scarecrow», de John Mellencamp

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«Lo tenía todo: actitud, buenas canciones y un sonido genuinamente norteamericano que lo convertía en ideal tanto para las emisoras convencionales como para las especializadas»

john-mellencamp-19-07-14

 

John Mellencamp
«Scarecrow»
RIVA RECORDS, 1985

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

Un artículo de la revista «Popular 1» de principios de los noventa recogía los tres nombres que, en su opinión, estaban destinados a heredar el trono del rock estadounidense que un divagante Bruce Springsteen amenazaba con dejar vacante. Tres eran los nombres apuntados: Bryan Adams, Tom Petty y John Mellencamp. El canadiense se perdería rápidamente en baladas melosas y un acercamiento demasiado peligroso a las tendencias más AOR. Petty, por su parte, seguiría un camino que a día de hoy lo sitúa entre los tótems de la música norteamericana sin traspié conocido. ¿Y Mellencamp? Pues probablemente se quedó a medias de lo que parecía. Ojo, no en lo musical, pero sí a nivel de prestigio y fama. El de Seymour siguió grabando discazo tras discazo pero el respaldo definitivo no ha acabado de llegarle nunca. Su legión de fans es numerosa y si bien puede llenar estadios de 30.000 personas en Estados Unidos, los de 80.000 se le hacen largos. No hay problema, eso sí. La pantera parece cómoda en su status de estrella a la sombra del todavía presente Springsteen o del mismísimo Petty, cosa que le da una solvencia y libertad creativa que de otra forma se resentiría.

«Scarecrow» cayó en mis manos en la desaparecida Discos Balada, mítica tienda de la ciudad condal. Un jovencísimo Mellencamp, con el apodo Cougar todavía presente en su nombre, se recostaba en una alambrada de ganado con la mirada perdida. Corría 1985 y sin saberlo, esa era la portada del disco que le iba a dar el espaldarazo definitivo hacia el reconocimiento multitudinario. Con la presencia de gente como Rickie Lee Jones o Ry Cooder en los créditos y canciones emblemáticas como ‘Small town’, ‘Between a laugh and a tear’ o ‘R.O.C.K. in the U.S.A.’, el disco iba encaramarse hasta el puesto número 2 de Billboard. De hecho, ‘Lonely ol’ night’ llegó incluso más arriba, colocándose en el número 1 de las listas de rock.

Y es que el disco lo tenía todo: actitud, buenas canciones y un sonido genuinamente norteamericano que lo convertía en ideal tanto para las emisoras convencionales como para las especializadas. Por algo «Rolling Stone» lo incluyó en su lista de los 100 mejores discos de los ochenta. Y yo no voy a quitarles la razón.

Anterior entrega de Operación rescate: “Tourism”, de Roxette.

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