Operación Rescate: “Musical chairs”, de Hootie & The Blowfish

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La banda vuelve a sonar con un espíritu jovial que parecía haber perdido en su predecesor y Rucker, excepcional cantante, parece en estado de gracia con su evidente influencia soul

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Hootie & The Blowfish
“Musical chairs”
ATLANTIC, 1998

 

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

 

Estaban creados para reventar las ondas y es lo que hicieron. Su debut “Cracked rear view” se convirtió en el disco más vendido de 1995 y llegó a conseguir dieciséis discos de platino gracias a sus más de quince millones de copias vendidas. Una mochila demasiado pesada cuando editaron su continuación, “Fairweather Johnson”, considerado un fracaso de ventas a pesar de plantarse ¡en los cuatro millones de copias!

Parecía que el momento de Hootie & The Blowfish había pasado. Con su primer disco habían conseguido unificar la opinión de crítica y fans. Pero con el segundo disco, el temido segundo disco, parecía que algo había cambiado. Darius Rucker, Dean Felber, Jim Sonefeld y Mark Bryan se encargaron de demostrar lo contrario con el exquisito “Musical chairs”.

Corría 1998 y la prensa especializada quedó sorprendida ante la resurrección de una banda que daba por muerta. Porque “Musical chairs” entra como un huracán en las listas de éxitos y sitúa ‘I will wait’, su primer single, en el número 1 y el álbum en el 4 de Billboard. La banda vuelve a sonar con un espíritu jovial que parecía haber perdido en su predecesor y Rucker, excepcional cantante, parece en estado de gracia con su evidente influencia soul.

Las trece canciones del disco entran de forma espléndida al oyente. Da igual si adoptan un sonido cercano a R.E.M., una de sus bandas referencia en ‘Wishing’, o si se ponen el vestido de Uncle Tupelo en la acústica ‘Michelle post’. Su calidad es indiscutible y su potencial comercial también. Todo parece estar en su sitio: cuerdas, violines, vientos. Eso sí, las ventas volvieron a quedarse en dos millones de copias, insuficientes para la compañía, una vez más, aunque hoy la cifra pueda parecer de vértigo. Quizá por eso tardaron cinco años en volver a editar un disco, este de título homónimo, que aunque producido por Don Was hacía bueno el dicho de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”.

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