Iván Ferreiro y César Pérez Gellida: La música de la muerte

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“Lo más divertido del libro es que juega a eso, alguien que escucha canciones y las interpreta, está haciendo ese ejercicio que a mí me gusta. Y lo hace con un asesino. Creo que a todos nos divirtió que un asesino nos escuchara”

 

Hace unos días hablábamos de ‘Música para feos’, la última novela de Lorenzo Silva, en la que los protagonistas se comunican uno al otro lo que sienten a través de canciones. Esta vez nos encontramos con “Versos, canciones y trocitos de carne” (SUMA), una trilogía literaria de César Pérez Gellida de la que Warner acaba de editar la banda sonora, de título homónimo. En las novelas, un asesino en serie se dedica a planear y ejecutar sus crímenes a golpe de canciones de Enrique Bunbury, Nacho Vegas, Vetusta Morla o Rammstein; en el disco, también triple, están las canciones que sustentan las escenas más impactantes de los libros, pero también tres creaciones nuevas. El encargado de componerlas con la ayuda del escritor ha sido el vigués Iván Ferreiro, que interrumpió su periodo de composición para su próximo disco para embarcarse en este proyecto. Nos encontramos con Iván y César una tarde septiembre, en una cafetería acristalada sobre la Gran Vía madrileña, con un cielo azul claro y un trabajo bastante más oscuro.

 

 

Texto: ARANCHA MORENO.

 

 

Iván, ¿cuándo y cómo te acercas por primera vez a la saga “Versos, canciones y trocitos de carne”
Empecé a leerlo porque me la recomendó Alfonso Pérez (director creativo de Warner), hace un año o así. Me dijo que me iban a encantar, me los empecé a leer y me lo pasé súper bien. Hace unos meses me llamó Alfonso para preguntarme si me apetecía hacer el disco de la trilogía, y le dije que cojonudo. Para hacerlo le dije que me gustaría conocer a César y que viniera a trabajar con Amaro y conmigo. Y así lo hicimos.

 

César, ¿y tú qué conocías de Iván?
Yo conocía a Iván por sus canciones, desde hace mucho, aunque nunca lo había tenido delante. En esa comida con Alfonso, hablamos de un tracklist, una de las primeras ideas que se le ocurrió a él fue hacer un tema inédito. ¿Y qué artista puede hacerlo? Inmediatamente me dijo que sabía quién. Al día siguiente me llamó Iván y me preguntó cuándo podía irme para Vigo, y yo me quedé muy pillado. El proceso fue muy divertido, al final en vez de una canción salieron tres. Nos lo pasamos bien, nos encerramos en casa. Había un punto de partida muy a favor, una melodía que tenía Iván y que nos encajó desde el principio, y luego había que buscar el enfoque de las canciones, ver qué contábamos. Fue una tormenta de ideas, Iván, Amaro y yo íbamos soltando ideas, cogiendo, poniendo, torturando… Así fue el proceso.

 

Así que partisteis básicamente de una idea para una canción, y al final salieron tres.
Iván: Yo tenía un par de ideas que habíamos hablado por teléfono, tenía una música con una melodía y nos pusimos a encajar letras. Le dimos bastantes vueltas, cambiamos cosas hasta que quedó bien. Cuando la terminamos por la noche empezamos la siguiente, al día siguiente la terminamos y luego escribimos la tercera. Íbamos a hacer una y al final hicimos tres, fue bastante guay.

 

¿Y qué querían transmitir esas canciones: una escena, algo de cada uno de los libros?
I: Hemos buscado hacer una canción que cantarían alguno de los personajes. ‘Memento mori’ sería la canción de Augusto (el asesino), en un momento determinado. No hemos hecho una canción genérica de cada personaje, nos centramos en un momento concreto para saber en qué situación está el personaje. Por otro lado queríamos jugar también a que la canción, independientemente de que hayas leído el libro, te pueda gustar y que tenga una letra que se sostenga ella misma. El tema era eso: hacer una canción que si alguien no sabe que es un libro le pueda gustar, y que si lo leyó se dé cuenta de que hay dobles sentidos.

 

 

Una canción independiente y que a la vez aporte algo a los libros.
I: Sí, sobre todo más que aportar, tiene que ver con jugar con la historia, que el propio personaje tenga su canción. Es el asesino el que está diciéndonos el setlist, al fin y al cabo. Es la parte psicópata de César.
C: Un lector de la trilogía enseguida identifica quién es el que habla, el que canta. En “Consummatum est” la canción empieza con “Hay que joderse”, una muletilla que utiliza Sancho (el inspector) continuamente. Al tratarse de temas universales, como la frustración o la desesperación, es aséptico, encaja perfectamente. Luego la transformamos, la melodía es tan cojonuda que es una desesperación alegre.

 

Iván, en la última entrevista que te hice en “Cuadernos Efe Eme” (en el número 4), me comentabas que te encantaría hacer una canción para una banda sonora. Esto es parecido.
I: Sí, además está guay porque no tengo que escribir de mí. Escribo muchas cosas sobre mí y me cuesta saber qué quiero contar en cada disco. Es de puta madre pensar que solo tengo que ponerme en disposición de algo que ya está ahí. Solo hay que ponerle palabras, música y que sea emocionante. Lo que más tardo en mis canciones es en encontrar de qué quiero hablar. Pensé que íbamos a hacer dos, tenía dos ideas y sabía que dos hacíamos seguro.
C: El objetivo era hacer una, y los días previos que hablamos, Iván dijo que si salían dos, pues dos.
I: La idea era hacer dos para poder descartar, para no hacer una e ir con todo el pescado vendido, y si no le gustaba a Alfonso o no funcionaba no tener que volver a quedar otro día. Luego Amaro tenía una idea, y en un momento que salí a hacer la compra ya estaban los dos. En la tercera pasaron de mí totalmente. Cuando llegué, Amaro tenía la mirada esa de: “Ahora no te metas”. Pero bien que cenó lo que compré (risas).

 

¿Cuándo entran en la historia Bunbury y Santi Balmes?
I: Cuando íbamos a hacer el segundo tema, dije que molaría hacer un tema que cantasen Santi y Enrique. Se nos ocurrió hacerlo sobre Erika Lopategui, el personaje bipolar, y pensamos que tuviera dos voces, y que aún encima de que era chica tuviera voz de tío. Fuimos construyendo la parte de Enrique y la parte de Santi, confiando en que aceptaran. Y la verdad es que aceptaron rápidamente. Tengo la suerte de que aún me queda un poco de crédito y puedo aprovecharme. Santi estaba encantado de hacerlo, Enrique también. Enrique estaba en Los Ángeles y Santi en Barcelona, fui explicándoles la cosa y cada uno hizo su trabajo.
C: Tiene mucho sentido, porque los títulos de los capítulos del primer libro son todos canciones de Héroes del Silencio y de Bunbury, y los de “Consummatum est” son todos de Love of Lesbian. Tenía mucho sentido que Enrique y Santi intervinieran en la banda sonora. Pero claro, estábamos barajando demasiadas incógnitas, y al final se ha cumplido todo y cuando he visto el producto me ha parecido espectacular. Yo vengo del marketing, en mi anterior vida era director de marketing de videojuegos y al final es plástico, producto y presencia. Y a mí me ha encantado, lo que hay fuera y lo de dentro es espectacular.

 

 

Está muy cuidado, además de que es algo muy poco común en España, lo de hacer bandas sonoras de libros.
C: Nosotros no conocemos otros ejemplos, lo que pasa es que no nos atrevíamos a decir la primera banda sonora de una novela porque siempre te puede aparecer alguien que hizo una canción para un libro. La cuestión no es ser los primeros, sino que alguien que haya leído la novela y escuche la banda sonora le haga meterse otra vez en las páginas y alguien que no haya leído la novela le anime a meterse y se pase al papel.

 

La música juega un papel fundamental, porque en la saga aparece un asesino, Augusto Ledesma, incapaz de empatizar con el prójimo pero sí de empatizar con las canciones y las poesías.
C: Es que los sociópatas y los psicópatas tienen un común denominador, son incapaces de empatizar. Si te ven llorando saben que estás sufriendo pero se la suda, porque no son capaces de ponerse en tu lugar. Eso no quiere decir que no tengan sus emociones, tienen sentimientos, pero no son capaces de etiquetarlas correctamente. Para mí era un dilema comunicarme desde Augusto hasta el lector, porque no es capaz de expresarlo. Utilicé dos vehículos universales, la música y la poesía, para tratar de comunicar al lector lo que pasa en la cabeza de Augusto antes, durante y después de cometer los crímenes. Por eso la trilogía tiene una banda sonora, es un lenguaje universal. Yo te pongo una canción de Rammstein, que es muy probable que no entiendas la letra, y aunque la entiendas las canciones de Rammstein no tienen ningún sentido, pero te va a transmitir una emoción: agresividad, algo distinto a lo que te puede transmitir una canción de Vetusta Morla o de Love of Lesbian.

 

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“César: No hay canciones de primavera, hay alguna de Muse, pero tienen todas un toque trágico. Ten en cuenta que él está pensando en matar, o ha matado o está matando cuando escucha esas canciones”

 

Es sensible a las emociones.
C: Es que no existe ningún ser humano que no sea sensible a las emociones, otra cosa es que no sepa etiquetar las emociones, ni sea coherente. Él puede sentir envidia porque ve que eres una persona de éxito, siente algo que no le gusta pero no sabe que eso es envidia.

 

Al final, esas canciones de Héroes del Silencio, Love of Lesbian, Vetusta Morla, de Andrés Calamaro o de Iván sirven para que el lector empatice con el asesino.
C: Exacto, que trate de entenderlo. Desde el principio digo que es un asesino en serie: diseñador, experto documentalista y asesino. El objeto de esta trilogía no es descubrir quién es el asesino, sino entender cómo alguien puede caer en el pozo de la sociopatía hasta un nivel tan grande de convertirse un asesino en serie. Esto sucede. Un sociópata no nace, sino que a lo largo de su histórico vital llega a la conclusión de que el enemigo está alrededor, y tiene dos opciones: luchar contra él o recogerse en sí mismo. Un 2,5% de la población está afectado por algún tipo de sociopatía, eso significa que tú te has rodeado de unos cuantos.
I: Yo conozco algunos, por lo menos creo que lo son.
C: La buena noticia es que no todos terminan asesinando, no todos.

 

La buena noticia… ¿Y cómo has seleccionado el repertorio de las canciones que forman parte del libro, para enfatizar las sensaciones a través de esas letras?
C: El primer borrador, la construcción argumental de la novela, la hago del tirón. En el momento en el que Augusto protagoniza una escena y necesito comunicar lo que él siente, sé lo que siente, y lo comunico con la primera canción que me venía a la cabeza. ‘Días azules’ de Iván Ferreiro, ¿por qué?, porque es la primera que me ha venido. A la hora de hacer la selección del triple cedé, en la trilogía hay muchas más, pero hemos escogido las canciones de los momentos que me parecen más álgidos de la novela. ‘Y al final’, la canción de Bunbury con la que empieza la novela, es la canción de la bolsa. Son momentos muy importantes.

 

Eso hace que las canciones vuelvan a ser reinterpretadas, al darles un sentido dentro de la historia. Te habrá pasado a ti, Iván, al toparte en la novela con ‘Días azules’.
I: Claro, yo creo que es lo mejor del libro, a mí me gustan esos libros porque cuando empezó con ‘Y al final’ asfixiando a su madre, ya tengo una letra que dice una cosa y le está dando un giro, en esa primera ya vas de qué va. Lo más divertido del libro es que juega a eso, alguien que escucha canciones y las interpreta, está haciendo ese ejercicio que a mí me gusta. Y lo hace con un asesino. Creo que a todos nos divirtió que un asesino nos escuchara. Sé que es horrible, pero si tengo que salir en un libro y algún personaje nos tiene que escuchar prefiero que sea un asesino en serie a que sea el presidente del Gobierno de una república bananera (risas).

 

El resultado es una selección muy oscura, aunque hay canciones que parecen más luminosas, como ‘La ciudad del viento’, de Quique González.
C: Desde luego no hay canciones de primavera, hay alguna de Muse, pero tienen todas un toque trágico. Ten en cuenta que él está pensando en matar, o ha matado o está matando cuando escucha esas canciones. Son canciones con una carga, o que a mí me transmiten eso. Puede que la gente las interprete de otra forma. La gente hace interpretaciones muy distintas, y eso me parece estupendo.

 

Entre las más oscuras están las canciones de Nacho Vegas: ‘Gang bang’, ‘El ángel Simón’…
C: Más oscuro que Nacho Vegas, algunas canciones de Iván.
I: No, Nacho es mucho más oscuro que yo. Yo soy un campo de margaritas al lado de Nacho.
C: Las que he elegido de Nacho son… No sé si habrá canción más oscura que ‘El ángel Simón’, y ‘Gang bang’ tiene un significado muy especial para mí. Es la segunda que sale porque tenía que salir la segunda. Si interpreto a Augusto y estoy eufórico porque tengo el plan en la cabeza y lo voy a ejecutar esa noche, es ‘Gang bang’ lo que estoy escuchando. Es un canto al exceso, a la euforia, a lo que tienes dentro. Estoy seguro de que podría encajar en otra escena también, tengo especial fijación con esa canción. ‘Días azules’ podría haberla encajado en varias escenas. Sabía que en algún momento iba a entrar, pero tenía que llegar ese momento, tenía que esperar a ese momento.

 

Es una selección muy impulsiva y emocional.
C: He sido muy respetuoso con lo que me venía a la cabeza. He tenido que hacer más esfuerzos cuando me metía en la cabeza de Augusto, porque en ‘Memento mori’ está escrito en pretérito y en tercera persona, pero en ‘Dies irae’ y ‘Consummatum est’ la parte de Augusto está en primera persona. En la primera no estaba tan capacitado, ni tenía oficio ni estaba tan dentro de su piel. Pero en ‘Dies irae’ me vi con fuerza para hacerlo, pero requería mucha capacidad. Antes fui a un especialista y me dijo cómo se comporta un sociópata. Luego era cuestión de interpretación, pero tienes que estar muy metido. El papel de Augusto desgasta bastante. Hay lectores que me han dicho que cuando el tiempo verbal era en primera persona, sabían que era Augusto quien narraba y sabían que algo iba a pasar, y se les aceleraba el pulso.

 

Volviendo a las canciones menos oscuras, ¿por qué ‘Estadio Azteca’, de Calamaro?
C: ‘Estadio Azteca’ la he tenido en bucle en la cabeza mucho tiempo, cuando leas ese pasaje vas a ver que encaja muy bien. El juego de las emociones y de los engaños a través de las emociones tiene mucho que ver. La frase de que no es lo que parece, si en esa fórmula utilizas las emociones y te llevo engañando desde el principio es como la infidelidad de una pareja que llevan juntos mucho tiempo. Si he conseguido que tú tengas una ligazón con los personajes porque tú creías que eran de una forma y son de otra, el engaño viene de mucho antes, no es un engaño de sacar un conejo de la chistera, se ha trabajado antes, con lo cual la decepción, la sorpresa o la alegría es mayor.

 

Es un proyecto de simbiosis artística: César escribe una novela y utiliza canciones de Iván, e Iván se inspira en su libro para componer.
I: Está guay, él lanza cosas que me dan ideas, yo le doy idea de la música que yo tengo… Él escribe y está acostumbrado a poner una idea en el espacio que necesite, y yo a lo mejor tengo diez sílabas. Pilló rápido el juego del crucigrama, todos jugamos a cambiar letras en canciones. Hacer canciones es encajar eso. Estoy acostumbrado a que el feedback de la letra me lo dé Amaro, y realmente estaba él, soltando. Es cojonudo, me da para pensar en otras cosas. Está guay, hay que repetir.

 

Lo grabasteis en Madrid.
I: Lo grabamos con (José María) Rosillo, llamamos a la banda y fue divertidísima la grabación. Fueron cuatro diazos de puta madre. Luego están los poemas que grabó César, nos metimos Emilio, Amaro y yo en el estudio, cada uno con un instrumento e improvisando. Es algo que nunca hacemos nosotros. Yo les había mandado las maquetas pero no habían escuchado una mierda, todo el mundo hace lo mismo, nadie se los prepara, cosa que me parece muy bien porque yo tampoco lo hago. Fue bonito. Ricky (Falkner) no pudo venir y vino Iván ‘Chapo’. Yo me ponía a producir, luego después de comer me fui a dormir la siesta, después se puso Amaro, luego le llamaban y se ponía Emilio (Sáiz). Está producido por todos, es un gusto. Igual de fluido que fue escribirlo fue grabarlo. Hacía un montón que no trabajaba con Rosillo y es una gozada encontrarse con el comandante otra vez. Él soltaba sus chistes increíbles y reímos mucho.

 

 

Habría que preguntarle a Rosillo, con tanto cambio de productor.
I: Lo pasó bien, se fiaba porque íbamos muy fluidos. Nos conocemos muy bien, llevamos mucho tocando juntos. Siempre lo que toca Emilio es mucho más bonito de lo que se me ocurre a mí. Yo bastante hago con hacer la canción y decir más o menos hacia dónde va. Si me pongo tiquismiquis y hago lo que quiero siempre sale mucho peor, ya lo tengo comprobado. Yo tengo que soltar una idea, dejar que se desarrolle y ver como la cierro, pero no soy guay para cerrar todas las partes. A veces el batería toca lo que yo quiero y no suena, y él me propone otra y es eso. Ese es mi método de trabajo, un sistema mucho más eficiente. En el fondo mando yo de alguna manera, no lo dejo al caos, pero sé cuando me lo terminan mejor los demás.

 

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“Iván: Yo no tengo tantas ideas musicales ni de letras como para trabajar solo todos los días. Amaro tiene una, yo otra, Nico otra… es la manera que tengo de trabajar, necesito a los demás. Mi disco sería mucho peor si lo escribiera yo solo”

 

Porque das confianza y libertad para que eso fluya.
I: Y porque yo no sé tanto. Sé de lo mío, pero también sé que cuando los demás intervienen y están libres y contentos me sorprenden, y cuando grabo lo que yo quiero, lo oigo, puede estar bien pero ya no me divierte tanto. Por eso trato de grabar en las maquetas lo que quiero, los arreglos que tengo en la cabeza y ya me quedo tranquilo, no necesito que vayan al disco. Luego se las doy al productor, lo cambia y lo gozo. Es bueno que yo me grabe primero mis pequeñas obsesiones, el 90% para descubrir que está mal, y es bastante satisfactorio.

 

¿Va a ocurrir algo más con esta historia?
C: Bueno, puede tener una segunda vida, o una tercera, en el cine o en formato audiovisual, está en manos de una productora que maneja varias opciones. Yo estoy seguro de que antes o después acabará en formato audiovisual, tiene toda la pinta, están todos los ingredientes. Es un producto caro al ser una trilogía, pero estoy seguro.

 

¿Y llevaréis este proyecto al concierto?

I: No sé, es medio raro, pero yo estoy haciendo cosas con cocineros… Siempre podemos organizarnos, nos ponemos a leer y tocamos.
C: Con que hagas las canciones y yo vaya al concierto, me vale.
I: Hay que hacer la música de la peli, sería increíble.

 

Iván, estas canciones te han pillado en medio de la composición de tu próximo disco, en el que llevas trabajando unos meses en Vigo. ¿Cómo va?
I: Pues iba bien, pero tres las hice para él, le hice una a Raphael, otra para Sergio Dalma… Ahora tengo diez maquetas, y tres o cuatro ideas por ahí. Estoy en ese momento en el que voy haciendo y no tengo muy claro lo que hay. He ido canción por canción, supongo que cuando vuelva a casa ordenaré esas diez, veré qué tiene, qué les falte.
C: Para el año que viene seguro, ¿no?
I: Para cuando esté. Hace tiempo que no me ponen fechas…
C: Ya te las pongo yo (ríe).
I: No sirve de mucho. Con “Val Miñor” hubo un momento que tenía el disco listo, para grabar en enero o febrero, me senté con Alfonso Pérez y David Bonilla (A&R de Warner) para enseñárselo en diciembre y me dijeron que les encantaba, pero que creían que faltaba una canción. Y tenían razón. Al final buscando esa canción encontré tres más, y grabé en junio. Si no está, se atrasa. Ahora empezaré a ponérselas a la gente a ver qué opinan. Aún me quedan por escribir canciones que quiero escribir. Ahora no me importa que se alargue, al principio me jodía un poco pero ahora estoy en casita bastante bien, ¿sabes? Llega el invierno, la calefacción, el fueguito, el cocido… cuando hablamos la última vez estaba acostumbrándome a estar en casa, pero ahora estoy acostumbrado. Hace más de diez años que no hacía vida en Vigo realmente, y la verdad es que estoy encantado de reencontrarme con la ciudad, con la gente. Voy haciendo, pero calmado.

 

¿Estás trabajando solo o con Amaro?
I: Con Amaro, con Nico (Pastoriza), con Martiño (Toro), con Leiva… con todo el que viene por casa. Con Pablo Novoa estoy haciendo un montón. A mí me ayuda, me salen canciones yo solo cuando hago canciones con los demás. Muchas veces me levanto, quedo con alguien y como llegan a trabajar empiezan a tocar mi idea, se animan y me ayudan a tirar. Yo no tengo tantas ideas musicales ni de letras como para trabajar solo todos los días. Amaro tiene una, yo otra, Nico otra… es la manera que tengo de trabajar, necesito a los demás. Mi disco sería mucho peor si lo escribiera yo solo.

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