Ellas: Pop adictivo con deje canalla

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“Historias trascendentales en capitales que no duermen, donde todo lo que ocurre es una fiesta de la hipérbole y todos los cometas están a punto de estallar”

 

Debutaron como Mild, pero hace ya tres años que cambiaron de nombre y se hacen llamar Ellas. Jagoba Estébanez se adentra en el mundo del cuarteto bilbaíno y bucea en su debut, “Ellos son ellas”.

 

Texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.


 

Ellas son un gran grupo vasco que pronto dará mucho que hablar. La maquinaria está engrasada y ha echado a andar: son ganadores de varios concursos regionales, comenzaron teloneando a artistas de la talla de Amaral, Supersubmarina o Miss Cafeina, y son alabados por aquellos con los que comparten cartel. Ya han debutado en el BBK Live y están comenzando su andadura en festivales. Además, en la presentación de su nuevo disco, “Ellos son ellas”, van ganando adeptos que corean sus canciones allá donde van.

En los últimos treinta años, Euskadi es cuna de famosos grupos de rock, punk y metal, demostrando estar fuera del mainstream. Pero estos cuatro amigos emanan un colorido pop rock a borbotones, con pegadizas melodías destinadas a llamar a las masas. Iñaki (voz y guitarra), Urtzi (bajo), Joseba (guitarra) y Ander (batería) forman Ellas. Son amigos desde la infancia y oriundos de Balmaseda, una pequeña villa medieval de apenas ocho mil habitantes que puede presumir de ser la más antigua de Bizkaia. Asiduos en conciertos de salas bilbaínas como el Kafe Antzokia o el Azkena, con influencias musicales muy diferentes entre sí (pop, post rock, folk o metal), en el año 2008 decidieron formar un grupo llamado Mild, para pasar a reinventarse como Ellas en el 2015.

 

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“Varias veces les han prometido gloria enmarañada entre dudosas ofertas, pero no codician convertirse en artistas de cartón tocando entre nubes de algodón”

 

Diez años de correrías para llegar hasta “Ellos son ellas”, un excelente y adictivo elepé grabado en los TAOM estudios y publicado el pasado octubre. Pop rock contemporáneo con deje canalla, rebosante de brillantes melodías y atisbos electrónicos que hacen mover el esqueleto a pesar de estar contando historias tristes tras una atrayente voz. Basta una atenta escucha para desgranar las maduradas y talentosas letras de la mano de Iñaki Arza. Si Manolo Chinato escribe poesía bucólica o Alberti lo hacía sobre el mar, en el caso de Iñaki bien podríamos clasificarlo como letras de ciudad. Historias trascendentales en capitales que no duermen, donde todo lo que ocurre es una fiesta de la hipérbole y todos los cometas están a punto de estallar: el viento no sopla, sino que muerde; los teatros, reales; y los besos parten cuellos. Son tan melancólicos que definen el amor como arena escapándose entre sus manos. En la tristeza encuentran la inspiración, y aunque recogieran la arena con excavadora, la pala estaría agujereada por el óxido.

 

 

Tienen todo a su favor, pero pisan fuerte con los pies en la tierra a pesar de tener un futuro prometedor. Varias veces les han prometido la gloria enmarañada entre dudosas ofertas, pero no codician convertirse en artistas de cartón tocando entre nubes de algodón. Sin grandes pretensiones, tienen la serenidad de quien sabe que tiene el talento y el tiempo a su favor. El 17 de febrero actuarán en la sala Hangar de Madrid para presentar su nuevo disco. Bailemos.

 

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