El Hombre Garabato: “Las canciones están para decir las grandes cosas que de otro modo no se pueden decir”

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“El peor enemigo está en casa. La música ayuda a exorcizar todo eso”

 

Llevan más de una década curtiéndose en la escena granadina, trabajando en sus canciones y colaborando con músicos como José Antonio García. Ahora, El Hombre Garabato publica un nuevo epé, “Aullidos”, y Juanjo Ordás charla con ellos.

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

El Hombre Garabato son una de las bandas del momento, trabajando desde la autogestión y colocándose con méritos propios en el largo río de la historia del rock granadino. Respaldan a José Antonio García (091) tanto en estudio como en directo, pero también tienen una carrera propia en la que la valentía y las grandes canciones son parte de su código. Conversamos con Nico Hernández, su vocalista y letrista, sobre la carrera del grupo, lo humano, lo divino y “Aullidos”, su nuevo epé y tal vez su mejor obra hasta ahora, para la que vuelven a contar con las sensacionales ilustraciones y diseño de Vanesa Zafra.

 

La última vez que charlamos fue a colación de “Demonios”, vuestro anterior trabajo, así que antes de meternos en “Aullidos”, el nuevo epé, me gustaría que los lectores tuvieran bien claro qué es El Hombre Garabato. ¿Cómo se formó la banda?
Es una historia sencilla. Óscar (Gallardo, guitarra y coros) y yo nos conocíamos desde hacía tiempo y habíamos hecho cosas juntos; se fue uniendo gente y abandonando el grupo hasta que llegamos a la formación actual con Guille Egea (bajo y coros), Nacho López (teclados y coros) y Carlos ‘Kata’ (batería), que es la que más se ha mantenido en el tiempo. Somos cinco tíos de Granada, muy amigos y en ocasiones con gustos muy dispares.

 

Vuestro debut fue un epé en el ya lejano 2007. Es un formato corto, pero creo que os funciona bien porque sois una banda con mucho contenido lírico e instrumental y no da la sensación de que estéis ofreciendo menos, sino que calibráis la dosis. No obstante, vuestra siguiente referencia fue un álbum, “La vida y otros defectos”. De aquello hace diez años, ¿en qué ha cambiado El Hombre Garabato?
Tanto el epé como el primer largo los consideramos ahora como un aprendizaje, una búsqueda a tientas de nuestra identidad. Nos ha sido difícil decidir quiénes somos y quiénes queremos ser. De esos discos, El Hombre Garabato mantiene el gusto por las letras elaboradas y las armonías corales, pero fue en 2013, cuando nos retiramos quince días a la Alpujarra y grabamos “El héroe más cobarde”, cuando empezamos a dar con nuestras claves más significativas. La colaboración de Miguel Ríos en ese disco fue crucial en nuestra carrera, fue una manera de certificar que íbamos por buen camino.

 

Creo que cuando la mayor parte del público os conoció fue cuando lanzasteis “Cuatro tiros por cabeza” a medias con José Antonio García de 091. ¿Notásteis más impacto?
Sin duda alguna este fue un punto de inflexión. Siempre le digo a Jose que antes de conocerlo éramos un grupo absolutamente desconocido y después un grupo simplemente desconocido. Bromas aparte, José Antonio de alguna manera nos dio la oportunidad de que nos oyera toda la gente que lo seguía y mucha de esa gente se enganchó a nuestra música. Él nos puso en circulación, habló magníficamente bien de nosotros y eso hizo que cierto público y medios nos comenzaran a tener en cuenta.

 

 

¿Cómo surgió aquel disco conjunto, por cierto?
Él es una persona que mira mucho los nuevos grupos en Granada, que está pendiente. Su chica le habló de nosotros y fueron a un concierto. Nosotros alucinamos por tenerlo allí delante. Después del concierto, ya sabes cómo es Granada, nos liamos hasta las tantas y comenzó una especie de idilio de amor que felizmente dura hasta hoy. Grabamos un primer acústico en discos Bora Bora y nos planteó la posibilidad de grabar un disco a medias, haciendo un trasvase de fuerzas. La cosa funcionó y seguimos trabajando. De hecho, en unos días sale su disco ‘Lluvia de Piedras’, en el que nuevamente lo hemos acompañado.

 

En mi opinión sois herederos de las grandes bandas de Granada y de la escena rock de la ciudad, estáis a la altura, y creo que es algo que cualquiera que os escuche puede apreciar. ¿Qué tal funcionó “Demonios”, vuestro anterior epé?
Tuvo una buena acogida entre la gente, y para nosotros fue la certificación de que había vida después de José Antonio. No tocamos demasiado en directo, y eso es algo que nos preocupa un poco. Aparte de un par de veces que abrimos los conciertos de la gira de resurrección de 091, no hicimos demasiados conciertos. No nos sentimos muy afortunados en esto, nos hubiera gustado defender este disco en directo más veces. En ese sentido, nos sentimos muy ‘En el ángulo muerto’, como dice el amigo Lapido.

 

 

Bueno, vamos a meternos con lo nuevo, con ‘Aullidos’. Seis temazos. ¿En cuánto tiempo lo escribisteis y cómo ha sido la criba?
Nos pusimos a escribir y a ensayar justo después de publicar “Demonios”, siempre lo hacemos. Al acabar un disco, sin interrupción, comenzamos con el siguiente, es nuestro modo de trabajar. Hemos sido muy exigentes y muy selectivos, es la primera vez que desechamos varias canciones para un trabajo. El formato epé te da la posibilidad de decir mucho en poco tiempo y tienes que ser certero, no debería haber morralla. Además, tenía una intención muy clara desde el principio, y todo lo que no entrara por ahí, se desechaba.

 

Noto un optimismo mayor que en anteriores ocasiones.
Sin duda, es un disco cabreado, pero con una clara intención constructiva.

 

‘La batalla’ es un buen ejemplo de ello. Hay ganas de luchar. De hecho, planteáis la lucha como única opción y lo bueno es que no parece que habléis desde el punto de vista de una banda que lucha por sobrevivir, sino desde un punto de vista individual, del día a día de cada uno. Precisamente, ‘La batalla’ empieza como, valga la redundancia, un grito de batalla desde el primer verso.
‘La batalla’ quiere ser una especie de himno, una declaración de intenciones que queremos que quede clara desde el principio. Es, como bien apuntas, un grito de guerra, una manera de invitar a salir de las propias seguridades, a lanzarse a lo desconocido, a transitar por caminos que no son habituales, a arriesgar. Queremos transmitir desde el principio que no hay cambio posible si tú antes no tomas decisiones y te desinstalas, y te pones en camino aún con la posibilidad de fracasar. Es mi preferida, tiro del imaginario de los cantautores, especialmente de mi amado Carlos Cano en sus primeros discos. Este autor, aunque no lo parezca, ha sido una gran influencia para nosotros en este trabajo.

 

‘Mover una montaña’ es una canción directa en la que, sin embargo, pasan muchas cosas musicalmente. Ese órgano salvaje al que se unen unas guitarras punzantes en algún momento, la melodía brutal del estribillo, efectos interesantes, teclado casi funky al final, ruidismo… Una mezcla muy interesante, la verdad. Seguro que no fue fácil de armar.
No lo fue, ninguna canción de este disco lo ha sido. Hemos sufrido mucho, hemos cambiado estribillos, arreglos a última hora, hemos pasado horas sentados hablando de las canciones. Esto ha sido una novedad en este disco, hemos hablado mucho de las canciones, de lo que queríamos trasmitir como grupo, hemos escuchado canciones juntos buscando referencias. Ha sido un parto complicado. En esta canción en concreto la producción de Pablo Sánchez de Producciones Peligrosas ha sido vital, y el resultado nos gusta mucho.

 

 

Lo del optimismo se mantiene hasta en ‘Cansado’, que puede parecer fatalista pero no lo es. “Voy a darte donde más duele / no me importa” en realidad no es una amenaza, sino una invitación a despertar.
No, no lo es, no es fatalista. Nuestra visión quiere transmitir dramatismo, pero no tragedia. El drama está abierto a una posible salida, la tragedia está predeterminada de antemano. Para nosotros es importante transmitir nuestra propia lucha interna, pero a mí, como letrista, me surge espontáneamente aportar salidas, apuntar una esperanza. Creo en la posibilidad del ser humano de construir su historia, personal y colectiva, y creo que las canciones tienen un papel vital en este proceso. Siempre lo han tenido y no deberían olvidarse de su capacidad transformadora. A mí me han transformado algunas canciones, ojalá las nuestras ayuden a alguien.

 

‘No todo está perdido’ comienza de forma sobrecogedora. ¿Es quizá la canción más política de todas? Aunque, claro, ¿qué no es política?
Lo es, en el sentido clásico. Quiere ser una actualización de las canciones protesta de los años setenta, eso sí, a nuestro modo. La planteamos como un grito en una manifestación, como para ser cantada con un megáfono. Es algo que nos gustaría transmitir a nuestros hijos, que la escucharan cuando crezcan y le sirviera para pensar, para avanzar.

 

Supongo que teníais claro que no queríais caer en una letra panfletaria, aunque con el cuidado que ponéis en el contenido lírico (además del musical), era difícil que cayerais en eso, en algo panfletario.
Una de las preocupaciones al decidir hacer un disco digamos “social” era caer en el panfleto. Hemos hecho algo tan sencillo como desechar todo aquello que pareciera sonar a manido, a lugar común. Es un método que suele funcionar: si tienes dudas, quítalo.

 

De todas las canciones del epé, ¿es quizá ‘No todo está perdido’ la más sencilla o directa, musicalmente hablando?
Por la propia naturaleza de la canción, debía ser directa y salvaje a la vez. Apenas tiene estribillo, tan solo un mantra que se repite: “No todo está perdido, no todo está perdido”.

 

‘Hay que vivir’ tiene un verso muy potente: “Qué fácil es culparme del fracaso”. A veces tenemos muy poca compasión con nosotros mismos, ¿verdad?
Sí, llevas razón, a veces hay cierta complacencia en autoculparse, y eso puede ser muy nocivo. Esta canción quiere transmitir una lucha interna, un viaje hacia adentro, un aullido que intenta tornar toda la rabia en música. La letra se la copié a un tipo que había en un bar desayunando y hablándole al televisor, donde entrevistaban a un político. Le hablaba y le decía muchas de las cosas que se dicen en la canción. En un momento dijo algo así como: “Qué vamos a hacer, habrá que vivir”. Pensé: “Aquí hay una canción”. Cogí la idea, la pasé por el tamiz de mi propio cabreo, de mis propios fantasmas y la escribí del tirón. Se lo expliqué a Óscar y él puso esa música tan fascinante. Trabajamos así, primero hacemos las letras, es nuestro modo de trabajar desde siempre.

 

También podemos ser nuestros peores enemigos a la hora de vivir, ¿no?
Suena a tópico, pero está claro que el peor enemigo está en casa. La música ayuda a exorcizar todo eso.

 

En ella habéis incluido un pequeño recitado. Buen detalle. Remata estupendamente una canción tan intensa aunque muy balsámica.
La idea era acabar con un largo desarrollo instrumental evocador, onírico, pero al grabar las voces se me ocurrió empezar a hablar, empezar a vomitar ideas que me evocaban la canción, la música. Fui probando diferentes ideas sacadas directamente del inconsciente, tanteando, y a todos nos gustó y decidimos dejarlo.

 

A todo esto, ¿por qué no habéis incluido el recitado en las letras?
Nos gusta jugar con el oyente, obligarlo a que pegue el oído al altavoz y busque detalles entre las letras. El disco está lleno de guiños, literarios y musicales y de autorreferencias. Nos gustaba la idea de dejar una parte para que la descubriera poco a poco el oyente fijándose en lo que decimos.

 

‘La rabia que hace falta’ es un cierre magnífico. Rebaja la tensión, hay drama pero también alegría y luz.
Desde el principio supimos que esta canción tenía que cerrar el disco. Es un modo de decir al oyente: “Ya has escuchado el disco, ahora, ¿vas a ser capaz de quemar tu casa? ¿Vas a ser capaz de salir de tu tierra y lanzarte a lo desconocido?”. Quizá suene un poco pretencioso, pero es lo que queremos transmitir, y las canciones están para eso, para decir las grandes cosas que de otro modo no se pueden decir. El largo desarrollo instrumental quiere ser épico, transmitir un estado de esperanza, que invite a caminar, a vivir.

 

Y cerráis el círculo, porque termináis con el estribillo de ‘La batalla’.
Sí, el disco acaba como empieza, se cierra el círculo. De alguna manera todas las canciones dicen los mismo desde perspectivas distintas, pero las más significativas son la primera y la última, quieren ser dos himnos, ojalá lo hayamos conseguido.

 

Para ir terminando, ¿cuáles son vuestros próximos planes? Decidle a la gente dónde pueden hacerse con “Aullidos” y dónde os van a poder ver en vivo.
Los planes son intentar defender el disco en directo, pasearlo todo lo que podamos. A la vez, estamos ya pensando en el último trabajo de esta serie de tres epés. Y en medio de todo eso, empezamos a girar con José Antonio García presentando su nuevo trabajo. El disco se puede conseguir en cualquiera de las tiendas de música de Granada, que todas hacen venta on line. Aparte de esto, es fácil localizarnos por las redes sociales. Autogestión total.

 

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