“You’re driving me crazy”, de Van Morrison y Joey DeFrancesco

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DISCOS

“Van Morrison reescribe su propia historia desde sus cánones actuales, pintando de negro viejos clásicos mayúsculos”

 

 

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Van Morrison and Joey DeFrancesco
“You’re driving me crazy”
EXILE/SONY

 

Texto: LUIS LAPUENTE.

 

A estas alturas de su carrera, Van Morrison sabe que no necesita publicar un álbum de jazz, otro álbum de jazz, para ganarse esa respetabilidad que exige en quienes aspiran a entrevistarle o a contratarle para un festival. Llámenlo gran música negra, blues, soul o rhythm and blues o jazz en sentido amplio, eso es lo que viene interpretando el León de Belfast desde hace muchos años en discos y en conciertos, jazz de todos los estilos, vocal, instrumental, clásico, mestizo, purista y adulterado, arcaico y moderno, en solitario o secundado y escoltado por algunos de los grandes del género, desde su amado Mose Allison hasta el histórico trombonista Chris Barber.

Casi el único as que le faltaba en la manga al irlandés gruñón, después de haber ensayado sendos volúmenes de estándares del rhythm and blues (los irregulares “Roll with the punches” y “Versatile”) y otro de dúos que no terminó de seducir (“Duets: re-working the catalogue”) era este disco: él, que nunca pudo trabajar con Miles Davis o Elvin Jones, lo hace ahora con Joey DeFrancesco, un “joven” (nacido en 1971) organista y trompetista estadounidense dueño de un currículo envidiable, que sí grabó con ambos genios del jazz, además de haber colaborado con una pléyade de figuras del género, que incluye nombres como Larry Coryell, George Benson, Benny Golson, John Scofield o Joe Lovano. En cierto modo, este álbum gestado en comandita por Morrison y DeFrancesco, con la banda de este último, añade una pizca de gloria a ambos: al primero, porque le permite demostrar de nuevo lo mucho que ha aprendido a lo largo de los años de sus maestros negros (y blancos), recreando una selección de su repertorio y algunas gemas del blues y el jazz escritas y/o inmortalizadas por Cole Porter, Johnny Mercer, Memphis Slim, Ray Charles, Billie Holiday, Louis Armstrong, Eddie ‘Cleanhead’ Vinson, Big Joe Turner, Frank Sinatra y Guitar Slim, entre otros; al segundo, porque añade una muesca más al elenco de quienes se han beneficiado de sus servicios y porque esta vez lo hace en igualdad de condiciones, compartiendo firma y mando en plaza con Van The Man.

Pero lo que de verdad importa al común de los aficionados es que esta vez el experimento funciona casi a placer: Van Morrison reescribe su propia historia desde sus cánones actuales, pintando de negro viejos clásicos mayúsculos que costaba imaginar con otras tonalidades (‘The way young lovers do’ o ‘Have I told you lately’, por ejemplo) y acercando a su terreno piezas maravillosas como ‘Miss Otis regrets’, esa deliciosa gema de Cole Porter, o ‘You’re driving me crazy’, uno de los pequeños monumentos del jazz del siglo XX. La banda de DeFrancesco, un mago del Hammond B-3, suena perfectamente engrasada, como unos Booker T & The MGs más virados al jazz o unos Blue Flames renacidos al calor de la garganta de un músico caprichoso y voraz, uno de esos cantantes que, como Elvis Costello, ese otro entrañable hurón con cuyos grandes trabajos revisionistas guarda este álbum más de una similitud, saben apreciar la música añeja y hacerla suya con pasmosa facilidad. Al fin, un esmerado ejercicio de estilo de Van Morrison, casi sobresaliente.

 

 

Anterior crítica de discos: ‘Nuevas épocas’, de Soledad Vélez.

 

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