World record, de Neil Young & Crazy Horse

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DISCOS

«¿Que si consigue el sobresaliente? Probablemente no. O sin probablemente. Pero sí retoza con el notable de manera habitual»

 

Neil Young & Crazy Horse
World record
REPRISE, 2022

 

Texto: EDUARDO IZQUIERDO.

 

Empezaremos aclarando de qué va este nuevo trabajo de Neil Young vendido, adecuadamente, como lo nuevo de caballo loco junto a la banda que da nombre a este, uno de sus apodos. No está de más avisar que aquellos que esperen largos desarrollos instrumentales protagonizados por temas de alto minutaje, en los que las guitarras eléctricas rujan como en el pasado, van a tener que conformarse apenas con los quince minutos de “Chevrolet”, que tampoco está mal. Pero el resto del disco transcurre por otros parámetros bastante diferentes, con contadas y puntuales excepciones.

Dicho esto, es de agradecer que el canadiense haya dejado unas semanas al margen su continua búsqueda en el fondo de su catálogo y se haya olvidado de directos del pasado, inéditos y cosas similares, para editar un álbum actual con nuevas canciones. ¿Que si consigue el sobresaliente? Probablemente no. O sin probablemente. Pero sí retoza con el notable de manera habitual. Y eso que su idea de plantearse el disco como algo conceptual, alrededor de la situación del planeta, daba algo de miedo, para qué engañarnos. Si les puedo ser sincero, a mí me pintaba a churro. Pero miren por dónde, no. Empecemos.

No mentía Neil Young cuando anunciaba alrededor de lo que iban a girar las letras del disco, pero al final el perro ha sido menos fiero de cómo lo pintaban y, aunque mensajes sobre el maltrato al planeta, la naturaleza y su sabiduría, y otras lindezas del estilo —no exentas de razón, quede claro— están ahí, también están Nils Lofgren, Ralph Molina y Billy Talbot; y eso, componente emocional al margen, suele ser garantía de calidad.

Musicalmente domina el sonido acústico, por encima de todo, y eso nos puede sorprender, aunque no estaría de más ponernos en la situación personal de sus responsables y tener en cuenta la edad que atesoran. Es probable que el cuerpo les pida esto y esto es lo que han hecho. Por eso todo suena relajado, aunque es arrancar el piano de “Love earth” y la voz siempre aguda de Young, y un repelús ha de recorrer tu cuerpo. Porque, de una manera u otra, Neil sigue ahí. Y el mundo es mejor con él dentro. Su voz aparece quizá más frágil que nunca, pero eso tampoco le sienta mal.

Con “Over head” queda claro que el piano, en ese ambiente acústico ya citado, va a ser uno de los protagonistas del disco. Y funciona. Rick Rubin, productor del trabajo, ha bregado en mil batallas y sabe dónde está el queso. Así que nos lo pone en el hocico. Esconde sus puntos débiles, alguno que afecta directamente a la composición, y explota los fuertes. Así, es capaz de darle a esa fragilidad de la voz del tito Neil un protagonismo inusitado. Y otra vez, funciona. De hecho, como verán, me he pasado el disco pensando: «ostras, esto funciona». Debe ser la expresión que más se ha repetido en mi cabeza. Incluso un tema como “I walk with you”, brillante a ratos y casi sonrojante a otros, que amaga con la electricidad, encaja como un guante.

No dudamos que, para muchos oyentes, la joya la encontrarán con la llegada de esos ya anunciados quince minutos de “Chevrolet”, en los que a partir de su relación con los coches, que ya sabemos que es uno de los temas favoritos del canadiense, parecen reverdecer laureles con su banda. Pero aquí hay mucho más. Quizá es una frase demasiado recurrente, pero vamos a volver a ella. World record es el mejor disco que el actual Neil Young puede grabar y eso siempre es de agradecer. Adelantando por la derecha a algunos algo más jóvenes que hace tiempo perdieron el norte, por muy jefes que fueran.

Anterior crítica de discos: The cherry trees are still in blossom/The linden trees are still in blossom, de Jens Lekman.

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