Víctor Sánchez: Combustión lenta

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«No es ningún secreto que me flipan las Grestch. Me atraen mucho las guitarras con palanca. Es un instrumento sensible, difícil de tocar. Requiere tiempo, dedicación y entrega. Va muy en consonancia con este disco»

 

El granadino Víctor Sánchez debuta con “Yo quemé a Gram Parsons”, pero no es un recién llegado, pues es el guitarrista de la banda de José Ignacio Lapido. Con él habla Eduardo Tébar.

 

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.
Foto: MARIETTA ARCO.

 

 

Mucho tiempo ha tardado en lanzarse al vacío Víctor Sánchez. El guitarrista, pieza esencial en el sonido de la banda de José Ignacio Lapido, debuta en solitario con el epé “Yo quemé a Gram Parsons”. Sugerente título para seis canciones que heredan el gusto de su jefe por el rock refinado, ese que abre espacios para que reposen voces y palabras. Compartimos mesa en el Café Fútbol de Granada. Un lugar para la tertulia de artistas de toda la vida, como suele recalcar Luis García Montero. Sin embargo, lo primero que nos une a Víctor y a mí son los deslices con la Vespa. Recuperado al fin de una engorrosa lesión en la pierna, el músico prepara la presentación en casa (Teatro Alhambra, 9 de marzo) y cierra fechas en Madrid, Barcelona, Sevilla y Málaga.

Y has tenido que grabarlo sentado.
No he tenido más remedio que tocar sentado, en plan músico country americano. Viene muy bien para el slide. Cuando sufrí el accidente de moto, estábamos haciendo la gira de teatros de Lapido. El formato nos obligaba a actuar en sillas. Yo me muevo mucho en el escenario, pero esto lo solucionó. No me surgieron problemas en ese sentido.

¿Y las sesiones en el estudio en pleno verano?
Lo hicimos en dos fases. Primero, las bases rítmicas de bajo y batería en Los Ángeles Records –el estudio del guitarrista de Los Ángeles, Agustín Rodríguez–. Después, en Producciones Peligrosas, todo lo demás con José Antonio Sánchez [técnico de confianza de Niños Mutantes]. Una grabación veraniega y sentado.

Preservas la esencia sonora de Lapido.
Para mí es natural porque formo parte de ese sonido. Lo que he hecho es continuar esa línea.

En realidad, la formación de José Ignacio sigue la tradición vocal de Los Ángeles: todos cantáis.
Los coros son importantes. Me encantan. Son fundamentales. Los trato como un instrumento más. Siempre he admirado las maravillas vocales de Crosby, Stills & Nash o los Beach Boys. En Granada, además, tenemos una tradición pop en esa dirección desde los años cincuenta.

A Popi González lo sacas de la batería, como en su etapa Beatles en Four of Us.
Las baterías las ha grabado Antonio Lomas, que toca conmigo desde siempre. Me acompaña desde las primeras maquetas. Somos amigos desde hace muchos años. Estuvimos juntos un tiempo en la banda de Lapido. No hace falta ni que lo llame: él se ofrece. Ahora está muy liado. Tiene mucho trabajo con Lori Meyers, así que para los directos contaré con Popi, que aporta unos coros espléndidos. En el disco mete la guitarra acústica, como hacía en Four of Us. Es la voz de Los Ángeles. La formación para los conciertos incluirá a Raúl Bernal, Carlos Díaz [exguitarrista de Eskorzo] y David Herrera [bajista de Laberintho B].

Con Raúl Bernal tocas también en Jean Paul. Tanto él como Lapido escriben poesía. ¿Eso te ha presionado en las letras?
Lo tengo en cuenta. Y es una de las cosas que más dolores de cabeza me ha provocado. Quiero contar mi visión de una manera sencilla, pero con calidad. Todos conocemos el nivel de los textos de José Ignacio. Raúl también lo demuestra en Jean Paul. Se me hace muy difícil alcanzar eso. Pero no es algo que me trunque. Al contrario, me motiva.

Digamos que a todos os preocupan las cuestiones de fe.
Lo dices por la canción ‘Una razón de fe’. Yo es que soy muy espiritual. Pienso mucho en las cuestiones de fe, como José Ignacio y Raúl. Aunque no hablo de una fe perdida. Soy más optimista.

Y salir con una Grestch en la portada es toda una declaración de principios.
No es ningún secreto que me flipan las Grestch. Me atraen mucho las guitarras con palanca. Es un instrumento sensible, difícil de tocar. Requiere tiempo, dedicación y entrega. Va muy en consonancia con este disco. En la banda de Lapido no hay un guitarra solista único. Disfruto con esos juegos de pregunta y respuesta entre guitarras. Que no tengan la misma acentuación, que cambien. Esos detalles forman parte de la música que escucho. Quiero que en las canciones haya sorpresas, matices.

¿Qué te ha comentado Lapido?
José Ignacio me ha enseñado muchas cosas. Entre ellas, a ser honesto y a trabajar duro. Sabe que lo he hecho así. Creo que está contento. Visitó el estudio de Peligros y metió algunas guitarras eléctricas. Él es un guitarrista enérgico. Aunque cante y toque de una manera más rítmica y tranquila, en su fuero interno es un guitarrista. Siempre será un gran guitarrista de rock.

¡El canadiense Matt Epp casi le roba la banda!
Eso tiene una explicación. Es fácil tocar con músicos buenos. A Matt le encanta juntarse con Raúl o con Víctor Lapido. Todos sentimos verdadera pasión por la música americana. De repente, resulta que nos entendemos a la perfección. Pero eso lo consigue la música. Eso es lo mágico: que un tío de la otra punta del mundo venga a Granada, nos enseñe los acordes de sus canciones y enseguida suenen.

¿Has llegado a quemar tus discos de Gram Parsons?
Soy muy amante de la música de Gram Parsons. Es más, me fascina su biografía. Murió con 26 años, en Las Vegas. Me hubiese gustado estar allí, en el desierto de Joshua Tree.

Se te compara con titanes de la guitarra: George Harrison, Marc Ribot, Mike Campbell… Estilos muy personales.
Son algunos de mis favoritos. Tienen en común que son muy personales, sí. Depende de la canción. Cuando cojo el slide, tiendo a hacer fraseos melódicos. Me sale así. Y no sé si es por lo mucho que tengo escuchado a George Harrison. Me encuentro cómodo haciendo eso. Los grandes músicos utilizan un lenguaje que identificas. Los escuchas y rápidamente sabes que son ellos. Basta un acorde, un punteo. Eso es a lo que yo aspiro: tener un sonido propio. He aprendido mucho imitándoles, en el buen sentido. Pero es complicadísimo. Lo intento.

¿Un sonido Víctor Sánchez?
Creo que estoy en ese proceso. Espero que algún día, cuando pase el tiempo y escuche los discos, detecte una identidad sonora. Lucho por ello. Para mí es importante.

En Del Ayo patentasteis hace más de diez años un power-pop sureño que ahora goza de predicamento. Mira a los sevillanos All La Glory.
Del Ayo éramos un grupo de un nivel compositivo e instrumental grandísimo. Una banda en la que todos cantábamos. Jugábamos mucho con diferentes afinaciones. Ahora que han pasado años, pienso que hicimos muy buenas canciones. Lástima que las letras fueran en inglés. Puede que eso nos perjudicara, pero ahí están las canciones.

Fue curioso. Nacisteis en Loja, el pueblo de Lori Meyers.
Los Lori empezaron en la última etapa de Del Ayo y se fijaban mucho en nuestro trabajo. Incluso tocaban alguna versión de nuestro repertorio y les salía muy bien. Es fabuloso que la gente escuche cosas que le motivan.

Recuerdo noches memorables de Del Ayo, como aquella con Teenage Fanclub en la sala Industrial Copera.
Alucinamos esa noche porque Teenage Fanclub era un referente fundamental para nosotros. Estábamos muy orgullosos. Ya sabes cómo tocan y cómo armonizan las voces.

Por cierto, ¿me equivoco o existe un antecedente de concierto de Víctor Sánchez solo en el Boogaclub?
Creo que fue la única vez que llegamos a presentar en público el material que grabamos en Curva Polar. No recuerdo si fue en 2009 o 2010…

O sea, que hay un disco entero por ahí perdido.
Sí. De hecho, MySpace funcionó bien durante un tiempo. Me permitió colgar canciones que hacía en casa. Entre 2008 y 2009, acudí a los estudios Curva Polar de Granada. Grabé un disco con diez temas, pero cayó en el olvido porque no lo vi claro. No era el momento. Esas canciones siguen ahí guardadas y saldrán algún día.

¿Qué te acojonaba?
Este disco no ha salido hasta ahora porque no había sello y porque no estaba convencido. Al final me decidí, pero me llevó un tiempo juntar a todos estos músicos. Las canciones estaban ya maquetadas en casa. Faltaba llevarlas al estudio. En principio, lo que más me tiraba para atrás son las cuestiones legales de montar mi propia discográfica, El Egipcio Records.

Te dedicas a la docencia. Supongo que tus alumnos opinarán…
Es curioso, porque traen canciones y quieren colaborar. Me aportan muchas ideas. Les gusta que toque y que componga. De este disco, se las saben ya todas. Si Carlos se lesiona, sé que puedo contar con ellos [sonríe].

Escucha aquí el disco de Víctor Sánchez.

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