“Toque de queda”, de Mamá

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DISCOS

“Mamá aún dispone de una mirada limpia a su alrededor, más comprometida a cada canción, igual de ilusionados con el amor e igual de vacíos cuando este desaparece”

 

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Mamá
“Toque de queda”
ROCK INDIANA

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Lo han vuelto a hacer. José María Granados y sus ya no tan muchachos nos vuelven a regalar un montón de soberbias perlas, brillantes, redondas. Desde ‘Uno más’ que abre el disco como declaración de principios hasta ‘Las piedras no saben hablar’, que lo cierra, con el recuerdo de esos viejos degustadores de vinilos y cómic, se deslizan doce canciones que desbordan energía y el buen hacer de los artesanos pop. Y con especial brillo ‘El encuentro’, una nueva historia de reencuentro casual con viejos amores, entre ‘Las cuatro y diez’ y ‘Hora punta en el metro’ años después. El viejo zorro de Granados sabe cómo sacar partido a estos vacíos en el alma que explotan en estremecimiento.

Nos encontraremos también con pop en estado puro, por la cara, en ‘Volveré’ o ‘Hoy te quiero sorprender’ —costelliana a morir—, con estribillos golosos y gloriosos en la que da título al conjunto o ‘No tiene precio’. E incluso con esa vena social y política que se había iniciado en el anterior “Estándar”, aquí en ‘Líder’, centrada en el desengaño ante ciertas acciones de protesta callejera que al final fuéronse y no hubo nada.

Una sexta referencia en esta su segunda etapa en que sigue acogiéndonos el optimismo de las letras tan bien ancladas en las melodías, su explosión de vitalidad, la energía de la nueva ola como crisol pop. Son historias cotidianas como ese elogio de la pereza en ‘Permiso para no hacer nada’ o la desorientación en el mundo de ‘Acto de fe’.

Nada nuevo, no pasan los años. Cuarenta después de su formación, Mamá aún dispone de una mirada limpia a su alrededor, más comprometida a cada canción —como dijeron de Vainica Doble, cuanto más viejos, más duros—, igual de ilusionados con el amor e igual de vacíos cuando este desaparece. Son el grupo aún adolescente sin nostalgia, asombrado sin miedo y sin malicia. En cualquier otro país de esos que tratan a la música como necesaria serían necesariamente adorados.

Anterior crítica de discos: “Whatever it takes”, de The James Hunter Six.

 

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