«Sangre, sudor y laGrima», de Los Wallas

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DISCOS

“Desde la primera bala del álbum hasta la última, encarrilan con destreza y carácter los preceptos del rock and roll desde que este iba en pañales”

 

los-wallas-10-06-16

 

Los Wallas
“Sangre, sudor y laGrima”
SUBTERFUGE

 

Texto: SARA MORALES.

 

Jugando desde un garaje de los años sesenta. Allí dentro, con todos los bártulos: batería, guitarra, bajo, teclados y un aroma psychobilly que azota sin contemplaciones. Sonidos sucios que colapsan el silencio, potencia lúcida y rapidez verbal e instrumental. Si eres de los que gusta de aquella old school enrabietada que apunta y dispara directa al ostracismo, acabas de dar con la tecla y uno de los descubrimientos de la temporada: Los Wallas y su primer elepé, «Sangre, sudor y laGrima».

Llevan tiempo merodeando el underground madrileño, pero esta primavera por fin han asomado a la superficie con nueva formación y el empujón de Subterfuge. Ahora son cinco: Celia, Juan, Carlos, Víctor y Ginés, y su colección de temas –producidos por Fran Meneses de Fuckaine– ahondan más que nunca en esa vehemencia demente y motriz que ya les venía de serie. Desde la primera bala del álbum –’Surf cero’– que se presenta como un sabroso preámbulo instrumental, hasta la última –la psicotrópica ‘Peyote’– encarrilan con destreza y carácter los preceptos del rock and roll desde que este iba en pañales.

Les vemos desenvolverse garageros y desafiantes en ‘Cicatrices’, contestatarios en ‘A mí me cuesta más que a ti’ y fuertemente guitarreros, aunque con poso melancólico, en ‘Salitre y mezcal’. A veces se aproximan al pop sesentero nutrido de coros pero con deje inquietante, como ocurre en ‘Coche robot’. Fórmula en la que profundizan con la extraña ‘Azabache’, que sirvió para adelantar el álbum antes de que este viera la luz el 6 de mayo, y que los reviste de una densidad y un ritmo desacelerado poco habituales en ellos pero perfectos para degustar la lograda base instrumental que han tejido.

Ruidosos, eso siempre. Y a veces incluso asentados en un acertadísimo ejercicio retro-sound, como presumen sobre todo en la vintage ‘Es ahora’, mientras entonan y agudizan desalmados y frenéticos en «Mis entrañas». También desfilan cómodos por las hordas de aquel surf primigenio del sur californiano con ‘La camisa’, primer single del álbum y uno de los himnos a gritos del mismo. Y se adentran ávidos en las espirales psicodélicas sin soltar la mano de su marcado pulso psycho, con la crudeza de ‘Nada más duro’ y la brillante y sobresaliente ‘Yo me quedo con los Doors’.

No son The Sonics aunque lo parezcan, ni los Seeds, tampoco los Monks… Son Los Wallas, y han venido para demostrar que el pasado bien traído puede sonar mucho mejor que un presente atestado de clones.

 

 

Anterior crítica de discos: “15 Number ones in a perfect world”, de Blue Ash.

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