Rockola, Libros. 29 de febrero de 2008

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Rockola, Libros. 29 de febrero de 2008The Byrds. Más jóvenes que ayer
Fernando López Chaurri

LENOIR

Tras su brillante debut con la primera biografía escrita en español sobre el mítico conjunto británico The Hollies, López Chaurri repite experiencia y, de nuevo, demostrando gran oficio para enfrentarse, ordenador en mano, a la historia de otra banda de enorme enjundia y múltiples aristas interpretativas: The Byrds. La lectura de este completísimo volumen deviene apasionante casi desde la primera de sus más de 350 páginas de auténtico disfrute. Un análisis detallado hasta el milímetro y brillantemente documentado acerca de toda la trayectoria de un grupo que juntó etapa tras etapa creativa una envidiable pléyade de magníficos músicos y compositores que en la órbita y bajo los auspicios de Roger McGuinn, fundador y único componente que sobrevivió desde el primero al último día de vida del grupo y que con su gente logró conjugar al rock en sus más eclécticas variedades. Una banda que vio florecer, además, a figuras imprescindibles e irrepetibles de la historia de la música contemporánea, del calibre de David Crosby, Gene Clark o el propio Gram Parsons, que disfrutaron en la mítica banda de Los Ángeles del nido formativo perfecto desde el que elevarse hacia nuevas experiencias creativas. Impecable en la redacción y apasionante en lo relativo a la descripción pormenorizada de los hechos históricos y artísticos, el libro ha contado con la aportación valiosísima e inestimable de unos cuantos de los muchos protagonistas de la propia historia: desde miembros oficiales del legendario combo como Roger McGuinn, Chris Hillman o John York, a gentes de su más íntimo círculo personal y profesional como Jim Dikson, su manager (que además ha prologado el estudio), fotógrafos como Barry Feinstein o Guy Webster, que realizaron las instantáneas que adornaron sus álbumes más conocidos o músicos como Jerry Burgan (We Five) o Mark Volman (The Turtles) que compartieron experiencias artísticas y momentos de ocio con “Los Pájaros de las Doce Cuerdas”. En resumen, un libro absolutamente imprescindible para todos los fans de The Byrds y más que recomendable para aquellos que quieran saber de verdad cómo se gestó y se desarrolló el folk-rock a partir de los sugerentes textos de un aventajado juglar de Minessota y del vigoroso sonido instrumental y las preciosistas armonías vocales de cuatro melenudos surgidos en la lejana Liverpool.
JAVIER DE CASTRO.

Hagámoslo. Las claves del éxito del fundador de Virgin
Richard Branson

ARCO PRESS

Que me perdone el señor Richard Branson, pero cuando uno lee el libro donde este auténtico águila de las finanzas repasa sus hazañas de toda índole, a uno, como mínimo, se le queda cara de tonto al ver lo fácil que le pueden resultar las cosas a según quien. Y es que esta biografía, redactada al estilo anglosajón de un libro de autoayuda parece transmitirle al lector que salir a la arena de los grandes negocios es algo así como coser y cantar. Al parecer –ya desde su juventud– el que sería fundador de la futura multinacional Virgin tenía muy claras las cosas y su frase preferida fue esa que da título a esta obra y que según parece siempre llevó a cabo con decisión y, según refiere él mismo, pingües beneficios. Se diría que desde que a los veintipocos años “descubriera” a un músico superdotado llamado Mike Olfield y le financiara Tubular bells sus asuntos dejaron de ser “pecata minuta” gracias a los 5 millones de discos vendidos de aquella primera producción y a buenos fichajes posteriores como Stevie Winwood, Genesis, Paula Abdul, Peter Gabriel, Simple Minds, Brian Ferry, Culture Club Janet Jackson o los mismísimos Rolling Stones, entre muchos otros. Haber sabido dar el salto a otros campos de negocio como el de las inversiones inmobiliarias (comprar y vender islas paradisíacas) o el de las aerolíneas (en este sentido se le considera un auténtico visionario por haberse anticipado al concepto del “low cost”), son otros dos de sus más rutilantes éxitos profesionales que deben anotarse en su impresionante haber y la antesala de su sueño más ambicioso: mandar de forma regular pasajeros de pago al espacio sideral; su proyecto más “bestia” y en el que está trabajando e invirtiendo una auténtica millonada desde hace unos pocos años asociado con el dueño catalán de la lotería “La Bruixa d’Or” de Sort, sin duda otro as de los negocios. En fin, una vida envidiable plagada de éxito y muy saludable a tenor del impresionante moreno que luce durante todo el año el Sr. Branson, que, desgraciadamente para la mayoría de los mortales, se haya en una dimensión difícil de entender y de valorar en su auténtica medida.
JdC.

Los Ramones. Demasiado duros para morir
Marcelo Gobello

LENOIR

Los Ramones surgieron en el Nueva York de mediados de la década de los 70 como una bocanada de aire fresco absolutamente necesaria para un panorama musical básicamente AOR de ese momento histórico concreto y se constituyeron en el ejemplo más genuino del naciente movimiento punk local aun sin ser en esencia una banda calificable con tal adjetivo. A pesar de su mínima técnica instrumental y de su innegable primitivismo compositivo “la familia” Ramone se erigió, pese a todo y a todos, en uno de los entramados musicales más renovadores de su tiempo, al romper y poner en seria duda la forma y contenido y la mayoría de los cánones más recalcitrantes de estilos entonces en boga como el rock sinfónico, algunas vanguardias o el propio hard rock. Herederos del rock de los 50 y 60 y de estilos como el doo woop o la música surf, hicieron prevalecer su sencillez formal y un imaginario estético (flequillos y melenas imposibles, cazadoras de cuero, tejanos rotos y zapatillas deportivas) que con el tiempo acabó convirtiéndose en auténtica denominación de origen. El libro, interesante en su conjunto, debe a la amistad de su autor, el argentino Marcelo Gobello, con los miembros de la banda parte de su gran valor informativo. Haciendo uso, en cuanto a la redacción, de técnicas propias del trabajo periodístico, Gobello ha logrado equilibrar con innegable habilidad su propia investigación y experiencia respecto a los hechos descritos y sus fuentes directas (varias entrevistas realizadas a lo largo de más de diez años de relación con los propios músicos y muchas otras personas de su entorno) en aras de ofrecer al lector la aproximación más fidedigna posible a la realidad de lo sucedido. El único pero que puede aducirse sobre este Los Ramones. Demasiado duros para morir sea, quizás, el excesivo protagonismo que el autor se atribuye en demasiadas ocasiones, convirtiéndose a menudo no en un observador imparcial que analiza situaciones y opina al respecto sino en un elemento más de la trama. Este detalle, en absoluto baladí, resta sin duda ápices de credibilidad a quien escribe puesto que acaba confundiéndose con demasiada facilidad con cualquiera de los muchos fans que de hecho revoloteaban por allí. Detalles como este aparte, buen y divertido libro sobre una banda singular que no necesitó evolucionar nada en absoluto para triunfar y mantenerse durante casi dos décadas.
JdC.

El alma compartida. Memorias
Manolo Sanlúcar

ALMUZARA

Aquellos que admiren la obra artística de Manolo Sanlúcar pero que no conozcan con profundidad al personaje se sorprenderán con la lectura de su autobiografía. Lo primero que llama la atención de estas casi quinientas páginas es lo bien que están escritas. Es hasta cierto punto sorprendente que un hombre que ha dedicado su vida a la música encarnada en una guitarra –al menos ésa es la imagen pública que se tiene de él– tenga escondido el don de la palabra escrita y que haya sabido conjugar tan bien historia vital y sentimientos. El guitarrista gaditano ha desarrollado una carrera larga y, como la de la mayoría de artistas, con altibajos y momentos muy buenos y otros mucho menos buenos. Cuando logra encaramarse al segundo puesto del escalafón nacional, tras el inevitable Paco de Lucía, alcanzó un reconocimiento popular que le ensanchó campos expresivos porque, no en vano, su dimensión artística y personal lograron trascender más allá del ámbito del flamenco y frecuentar otras muchas latitudes. En esos años –largos– de innegable triunfo, su personalidad, al parecer, no cambió apenas y siguió haciendo gala de una enorme humildad y gratitud hacia todo el que le rodeaba, incluyendo la, no siempre, generosa industria musical. El tiempo transcurrido y los golpes de diversa índole que le ha dado la vida en el ámbito más estrictamente personal, no han conseguido doblegar sin embargo su paz interior aunque el precio pagado haya sido en ocasiones enormemente elevado y sólo el protagonista sabe lo que es llevar la procesión por dentro. Desde que empezase aún niño su deambular por los teatros y escenarios más humildes hasta cuando asumió, no sin cierta reticencia, que su personalidad artística era tenida en cuenta y agraciada con los máximos honores posibles (fama y dinero), su autoexigencia por mejorar, seguir aprendiendo y, al cabo de los años, también desarrollar magisterio ha ido en aumento. Cabe destacar sin embargo, como él mismo reconoce, que todo este tiempo le ha permitido también aprender de la vida y de las personas. Desde fuera, se nos antoja que a partir de un análisis personal siempre activo como el suyo que reconoce sin ambages aciertos pero también muchos errores, lo que ha acabado tejiendo ha sido un comportamiento ético a todas luces incuestionable en algo así como una especie de filosofía personal que él, convencido, ha ido desgranando en su fructífero quehacer diario. Casi cincuenta años de vida en activo en el mundo de la música con sus guitarras a cuestas han dado para mucho y esta Alma compartida, que no es otra cosa que un ejercicio sincero autoterapia personal, son la mejor prueba de ello.
JdC.