Rockola/Discos08/06/2007

Autor:

Rockola/Discos08/06/2007Javier Bergia
Cedaceros 4

TAGOMAGO/FACTORÍA AUTOR

Tras casi 30 años de carrera, cientos de conciertos a sus espaldas, horas y horas de sesión para terceros y, sólo, cinco o seis álbumes a su nombre, puede afirmarse que Bergia, curiosamente, está en su mejor momento artístico. Y digo esto puesto que haciendo gala de una evidente madurez personal y artística y multiplicando sus variadas ofertas profesionales (acompañando y grabando con Ismael Serrano; ejerciendo a diario de hombre de radio para una cadena estatal; o colaborando en proyectos músico-educativos para los más pequeños) acaba de editar Cedaceros 4, un trabajo que resume perfectamente su manera de entender el negocio musical.
Alejadas de cualquier alharaca de las que se premian en los entornos mediáticos, las quince composiciones originales que Bergia nos presenta en este muy buen álbum, recuerdan bastante a la sonoridad de sus inicios allá por los tiempos de la Movida, aunque su enorme progreso desde entonces y hasta ahora mismo cabe radicarlo en un progresivo aquilatamiento en lo que respecta a la calidad y a la profundidad de sus textos. Como si de una especie de baúl de recuerdos autobiográficos se tratase, a base de vivencias personales y toda suerte de momentos dulces y amargos que conforman su casi medio siglo de existencia, el álbum se va desarrollando a plena satisfacción para el escucha.
Muy bien amalgamado por una producción y arreglos de Fredi Marugán, que lucen limpios, efectivos y nada cargantes, evidencia plenitud en cuanto a la búsqueda –y hallazgo– de ricas texturas y una gran multiplicidad por lo que respecta a la creación de matices sonoros. Un trabajo, en conjunto, pues, digno del talento de su autor y la mejor prueba posible de que el madrileño puede y debe ofrecernos más a menudo –si sus múltiples ocupaciones se lo permiten– nuevas obras de pero de parecido calado.
JAVIER DE CASTRO.

Richard Thompson
Sweet warrior

PROPER/DOCK

Hace ya muchos años que Richard Thompson pertenece a la categoría de intocables del rock, una familia privilegiada entre cuyos miembros se encuentran Bob Dylan, Neil Young, Leonard Cohen, Tom Waits, Joni Mitchell, Randy Newman, Brian Wilson, Ray Davies y muy poquitos más. Como todos los anteriores, Thompson se enfrenta a su sexta década de vida en envidiable estado de forma artística, más inspirado, inteligente y versátil que nunca, un músico capaz de reincidir en los viejos grandes temas de la historia del hombre (el amor y el desamor, la búsqueda de la felicidad, la violencia hacia los semejantes, los pequeños placeres de la vida) desde ángulos personales que nunca, nunca provocan indiferencia en el oyente. No hay apenas resquicios para las melodías complacientes en este soberbio Sweet warriors, quizás sólo el aire a dulce folk irlandés de “Johnny’s far awai”. El resto es música rabiosa, salvaje en su prosa y su lírica, devastadora en su terrible sinceridad: los gritos de dolor y amargura del soldado destinado en Irak de “Dad’s gonna kill me” (siendo Dad el apelativo con que los marines se refieren a Bagdad) y la lúcida ironía de “Mr. Stupid” son sólo dos detalles de un paisaje costumbrista que huele, hablando en román paladino, a la paleta de Goya o al ingenio de Buñuel.
LUIS LAPUENTE.

José María Granados
En Madrid

NADA MÁS/ROCK INDIANA

Más guitarrero, incluso más rockero se descuelga José María Granados (Mamá, Restos, Frenillos, Buenas Vibraciones, La Banda del Otro Lado) en su cuarto álbum en solitario. Con lo mínimo (guitarra, bajo, batería y algunos teclados), imprime inmediatez a esta nueva colección de canciones que tiende, en el balance global, al pop urgente. Inmediato, pero reflexivo, sin olvidar ni por un momento melodía y letra. Con lúcidas miradas interiores (“Colgado de una nube”, “Agradecido”), aceradas lecturas del mundo que vivimos (“En Madrid”: “Aquí nadie se siente una nación / un millón de bares para comprender / a Madrid”), reivindicando el pasado vivido en primera fila (no hay duda que en “Buenos y malos”, una canción de impronta dylaniana, habla de la Nueva Ola y la Movida, de los recuerdos hechos trizas por los groseros, bastardos y mercantilistas manejos de la historia: “Celebrando aniversarios, / cuentas lo que nunca ocurrió / es barato mentir / cuando no importa herir”), incluso se adhiere, musicalmente, al espíritu del 77 en “Adictos al rock and roll” para celebrar así la magia de las canciones despachadas en tres minutos y protagonizadas por una guitarra eléctrica (“Sobran las ganas de echarse a tocar / más que un motivo, una devoción […] Que todo está escuchado / que todo está sabido /que la magia está en el hip hop / y no lo dudo, pero para ti / esa guitarra es algo más que un riff”).
Son doce canciones, como cuando los discos clásicos de pop se editaban en vinilo y se dividían en seis temas por cara. Doce motivos más para admirar a un compositor instalado, tras tantos años en la brecha, en el lado del pop español en el que ya nunca saldrá el sol, donde el esfuerzo por grabar un disco se ve recompensado por el trabajo bien hecho y la devoción de unos cuantos cientos (¿miles?) de ilustres seguidores que saben que José María, en cada álbum, sólo incluye excelente material de primera y alguna canción, simplemente, colosal. Y esta nueva entrega, llega con tres de ellas: “29 escalones” (en la que hace gala del magisterio alcanzado en la escuela del pop perfecto), “Líneas cruzadas” y “Sesión continua” (“en cuanto el sol se apaga / lluvia de promesas / porque en la noche es fácil madurar la indecisión”).
Con la cabeza en su sitio y las ideas renovadas sobre las bases de siempre (las de la canción como un fin en sí mismo), así luce a día de hoy José María Granados. Un grande, sin duda.
JUAN PUCHADES.

Michael Bublé
Call me irresponsible

REPRISE

Bublé ha sabido recoger el testigo de baladistas como Sinatra o Bennett para introducir la canción crooner con todos los honores en el nuevo milenio. Su nuevo disco presenta una apuesta tan atractiva como parecida a los anteriores, combinando piezas clásicas como “The best is yet to come” o “I’ ve got the world on a string”, con creaciones de autores como Leonard Cohen o Willie Nelson. Los arreglos y la propia ejecución de Bublé ofrecen cohesión al conjunto, y su voz, como de costumbre, destila diversión y optimismo. Pero siendo un disco correcto, el canadiense tiene aún pendiente una apuesta más auténtica. Hasta ahora ha demostrado que puede interpretar bien clásicos de otros pero, ¿cuándo tendrá los suyos propios?
JAVIER MÁRQUEZ.

Travis
The boy with no name

SONY BMG, 2007

Ese niño del título, el hijo al que Fran Healy no sabía ubicar un nombre, ya habrá nacido. Y todavía no sabrá que ha sido en parte el artífice de uno de los discos más emotivos de la temporada. Cuatro años después del pequeño fiasco de 12 Memories, Travis se atreven  con paisajes algo más luminosos, en ocasiones casi invitaciones al baile como ese “Selfish Jean” que da un repaso indie a las canciones de la Motown, o con evocaciones country que integran a Paul McCartney  y a Neil Young en un mismo tema. Pero, desde luego, lo que asumen con temple son aquellas canciones en las que la melancolía se trata con serenidad, el inicio en forma de nana que acoge una letra en que los sueños se quiebran; el single, “Closer”, que aparece enseguida y expone una melodía tan delicada que parece que vaya a romperse. Quizás sea un disco excesivamente alargado, conforme avanza hacia el final se nos ofrece desvaído, algo mustio. Es, quizás, el pago por haber deslizado antes una media docena de canciones que juegan seguramente en el paraíso de los sonidos hechos con verdadera artesanía.
CÉSAR PRIETO.

Varios
Crash of thunder. Boss soul, funk and R&B sides from the vaults of King, Federal and Deluxe labels
VAMPISOUL

Tercer volumen de Vampisoul dedicado a rescatar oscuras y olvidadas joyas de soul y funk de pequeños sellos discográficos norteamericanos. En esta ocasión le ha tocado el turno al catálogo de King Records, una de las compañías para las que grabó James Brown. Aunque no haya ningún tema interpretado ni producido por el difunto “padrino” del soul, la mayoría de las grabaciones incluidas en este CD (también disponible en una caja de 10 singles de vinilo) son ejemplos del magisterio que ejerció Brown sobre muchos de los músicos de esta generación. Por tanto, no es de extrañar que del baúl de los recuerdos de King se hayan extraído piezas de inconmensurable “raw-soul” (soul crudo) y el funk más primitivo. Un material realmente turbador e hipnótico interpretado, entre otros,  por  The Swing Seven, Wayne Cochran o Jeb Stuart que hará las delicias de todos aquellos a lo que les guste bailar y sudar en la pista.
ÁLEX ORÓ.